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Visita del Papa Francisco a Irak

En el centro del problema de Irak está la religión y el intento de distintas potencias extranjeras por apropiarse de sus recursos apoyando a distintas facciones locales. Francisco llegó a Irak como “penitente que pide perdón al Cielo y a los hermanos por tantas destrucciones” y “como peregrino de paz, en nombre de Cristo, Príncipe de la Paz”.
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.Antonio Amado, director del Centro de Estudios Generales de la Universidad de los Andes.

La tierra de Irak corresponde a Mesopotamia, cuna de la cultura y lugar donde se encuentra la ciudad de Ur, de donde salió Abraham, y a quien reconocen judíos, musulmanes y cristianos. Hoy día este lugar se encuentra devastado a causa de la guerra y con gran padecimiento de las minorías religiosas.

En el centro del problema de Irak está la religión y el intento de distintas potencias extranjeras por apropiarse de sus recursos apoyando a distintas facciones locales. Francisco llegó a Irak como “penitente que pide perdón al Cielo y a los hermanos por tantas destrucciones” y “como peregrino de paz, en  nombre de Cristo, Príncipe de la Paz”.

Para reconstruir el tejido social se debe ser “artesano de la paz”. Este es un proceso no exento de dificultades, que exige disposición al diálogo y un esfuerzo paciente y constructivo. Los creyentes de todas las religiones pueden reconocer en Dios el Padre común que hace posible la fraternidad universal.

Francisco viajó a las “periferias” de la humanidad, para encontrarse con quienes sufren. El sufrimiento lo causan quienes “destruyen la tierra” aliados a intereses económicos. La fraternidad fundada en Dios es para el Pontífice el auténtico límite para aquellos poderes. Por eso el tejido y la paz social se reconstruyen no desde arriba con dictámenes y planificaciones tecnocráticas, sino desde la entraña del pueblo, acogiendo al necesitado y al débil, escuchando, poniendo paz y mesura en el diálogo, y en esto las religiones deben poner de manifiesto su capacidad para posibilitar la concordia humana.

Cuando Abraham salió de Ur le guiaba una esperanza grande. Gracias a ella pudo enfrentar las grandes dificultades del camino. También ahora en Irak y en tantos otros lugares la fe puede contribuir en gran medida a ese esfuerzo lento y laborioso por reconstruir las relaciones humanas.

.Antonio Amado, director del Centro de Estudios Generales de la Universidad de los Andes.

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