Actualmente, muchos de nuestros jóvenes han normalizado conductas violentas que aprenden a través de una sociedad que está cada vez más individualizada y donde el ritmo acelerado de vida deja cada vez menos tiempo para estar en familia y conversar con nuestros hijos.
Mucho se habla de que la comunicación es la base de una buena relación, pero para hacerla efectiva no basta con proponerlo, sino que es necesario llevarlo a la práctica y no solo al interior de los hogares. Como sociedad, como establecimientos educacionales y como país debemos actuar para prevenir que más actos de violencia se desencadenen en establecimientos donde los jóvenes deben ir a aprender, a crecer como personas, a estar seguros y no donde los padres tengamos miedo de dejar a nuestros hijos sin saber qué les pueda pasar.
Sabemos que la prevención es clave en esto, pero ¿estamos realmente llevando a cabo acciones que eviten el bullying, acoso, la violencia escolar, de género, u otros actos vejatorios entre los estudiantes? El Gobierno ha señalado la necesidad de revisar las mochilas de los jóvenes como medida para evitar que estos ingresen armas a los colegios. Sin embargo, el tema de fondo debe ser evitar que a ese estudiante se le cruce la sola idea de ir armado y menos llevar a cabo un acto tan grave como atentar contra un compañero. La familia es clave, pero no hagamos la vista gorda como sociedad.
En el mundo existen diversas herramientas que se están aplicando en los colegios para, además de enseñar las materias tradicionales, complementarlas con programas donde el aprendizaje social, ético y emocional ayuden a formar personas donde la preocupación por otro ser humano es clave, con una visión de un mundo más compasivo, en el cual todos podemos coexistir.
Ejemplos hay varios e, incluso, donde la meditación, yoga y prácticas ancestrales están siendo incorporadas a la malla curricular con un efecto positivo entre los alumnos: a veces es necesario ir más allá de las acciones tradicionales o comunes para llegar a buen puerto y queda claro que la educación actual debe incluir ayudar a los estudiantes a cultivar el carácter y el discernimiento ético, y no sólo habilidades prácticas.
. Fernando Williamns, coordinador SEE Learning en Chile.