De una clínica universitaria en Alemania a una prisión de alta seguridad en El Cairo. El caso de un médico egipcio demuestra que, a cinco años de las primeras protestas, los opositores del Gobierno aún viven en peligro.
En noviembre de 2011, Ahmed Said, un cirujano vascular residente en Fráncfort, atendió a manifestantes heridos en un hospital de campaña cerca a la plaza Tahrir. En los tristemente célebres enfrentamientos entre el Ejército y manifestantes en la calle Mohamed Mahmoud, donde 42 personas perdieron la vida, Said cuidaba a los heridos, a quienes recostaba contra un muro con grafitis en conmemoración a las víctimas de la revolución.
En noviembre de 2015, Said fue arrestado junto a otras cuatro personas en un café en el centro de El Cairo, después de haber participado de una protesta silenciosa en memoria de las víctimas de los enfrentamientos de 2011. Said fue sentenciado a dos años de prisión bajo cargos de obstrucción de la vía pública. Su última audiencia está programada para finales de este mes.
“Él venía a El Cairo por poco tiempo para hacer unas diligencias. Su plan era continuar su vida en Alemania”, dijo Lamia, hermana de Ahmed, a DW. “Él siente mucho apego por Egipto; él ama recorrer las calles acá, especialmente en la mañanas. Said pudo haber terminado sus diligencias desde Alemania, pero extrañaba mucho su país, por lo que decidió venir”, agregó.
Según Lamia, Said fue torturado en la estación de policía de Abdín, y debido a los maltratos, Ahmed decidió el pasado mes realizar una huelga de hambre. De ahí, las autoridades lo trasladaron a diferentes prisiones, antes de terminar en una de máxima seguridad, en la ala Agrab (“agrab” significa escorpión) de la prisión de Tura. “No entendemos cómo es que terminó en una prisión que está reservada para terroristas y criminales que atentan contra del Estado. ¿Cómo puede él estar ahí, si tan solo vino de vacaciones?”, añadió.
Represión del régimen
El arresto de Said viene en un momento de gran represión por parte del régimen actual en vísperas del quinto aniversario de la revolución egipcia del 25 de enero. En lo que va de mes, numerosos activistas han sido arrestados, administradores de páginas de Facebook –incómodas para el régimen– detenidos y más de 5.000 redadas a apartamentos en el centro de El Cairo se han llevado a cabo.
“El régimen está sufriendo un ataque de pánico, está actuando de manera extraña e insensata”, dijo Khaled Fahmy, profesor de historia en la Universidad de Harvard, a DW. “Como fecha, el 25 de enero se ha convertido en un símbolo que amenaza la propia existencia del Estado”.
Fahmy, quien en 2011 fue elegido por el Ministerio de Cultura para liderar un comité nacional con miras a documentar la revolución, argumenta que el Estado egipcio moderno ha sido testigo de varios momentos de revolución y que el de 2011 fue la culminación del clamor ciudadano en aras de afirmar sus derechos. Según Fahmy, la represión actual del régimen no tiene precedentes; es una respuesta a “un fantasma que ha venido acechando al régimen”.
Tiempos turbulentos
Desde que el presidente Abdel-Fattah el-Sisi derrocó a Mohamed Morsi en julio de 2013, Egipto ha sufrido un turbulento camino político y económico. El régimen ha sido ampliamente criticado por su flagrante abuso a los derechos humanos y represión a la libertad de prensa.
Eliane, la prometida de Said, ha sufrido, tras el arresto, de manera personal la turbulenta atmósfera política que se vive hoy en El Cairo. La estudiante de antropología de la Universidad Libre de Berlín conoció a Said en junio de 2013 en una protesta en Fráncfort.
Perdieron el contacto durante meses, pero Said estaba determinado a construir una vida a su lado en Berlín, por lo que empezó a organizar planes para facilitar su traslado a la capital alemana. El papeleo que quería realizar consistía, entre otros, de un trámite para sacar un certificado matrimonial, prueba burocrática de la relación entre Eliane y Ahmed.
Revolución recargada
“Esto es algo muy triste de presenciar; desgarrador, de hecho”, dijo Eliane a DW sobre el arresto de Ahmed y el retroceso general de las libertades después de la revolución. “La esperanza es algo peligroso; yo trato de estar abierta a lo que pueda pasar. Me preparo para lo peor”, dijo. “Extraño su presencia todo el tiempo, su rostro… extraño todo de él”, añadió.
La diputada alemana Franziska Branter trajo el caso de Said a una sesión parlamentaria, coincidiendo con la visita la semana pasada a Berlín del ministro de Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry. Entre tanto, Amnistía Internacional ha catalogado los cargos que pesan sobre Ahmed como “fabricados”.
En una conmovedora carta escrita desde prisión, y que Amnistía Internacional publicó, Said comenta: “Hice lo que hice para sentirme libre, para tomar mi libertad antes de que fuese tan sólo un recuerdo; preservar el último rayo de luz de la revolución”.
Mientras que egipcios se preparan para el quinto aniversario de la revolución en medio de medidas represivas, el caso de Said es un emblema de una revolución que aún sigue en desarrollo.
SECCIÓN: Mundo
AUTOR: Patricio Gutiérrez Villagrán
FUENTE: Deutsche Welle