Turquía dio inicio este miércoles a su operación militar en el norte de Siria, una ofensiva que despierta el recelo de la comunidad internacional y que tiene por blanco a una milicia kurda considerada por Ankara un grupo terrorista.
“Las fuerzas armadas turcas y el Ejército nacional sirio (rebeldes sirios apoyados por Ankara) dieron inicio a la operación ‘Fuente de paz’ en el norte de Siria”, dijo Erdogan en Twitter.
Coincidiendo con este anuncio, periodistas de la AFP escucharon una fuerte explosión en la región Ras al Ain, en la frontera entre los dos países. La ONG Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH) confirmó que hubo bombardeos en el noreste del país árabe.
“Aviones de guerra turcos han empezado a bombardear zonas civiles, hay pánico entre la gente”, corroboró un portavoz de los fuerzas kurdas, Mustafa Bali.
Esta operación tiene como objetivos, según Erdogan, a “los terroristas” de la milicia kurda Unidades de Protección del Pueblo (YPG) y a miembros del grupo yihadista Estado Islámico.
Turquía considera a las YPG un grupo “terrorista”, debido a sus vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que lleva a cabo una guerra de guerrillas contra Turquía.
“Nuestra misión es evitar la creación de una zona terrorista en nuestra frontera sur y traer paz a esta zona”, explicó Erdogan.
Concretamente, Ankara desea crear una “zona de seguridad” para los sirios refugiados en Turquía y separar la frontera turca de las posiciones de las YPG.
“La zona de seguridad que vamos a crear va a permitir el retorno de los refugiados sirios (que se encuentran en Turquía, ndlr) a su país”, agregó el mandatario.
PRENDER FUEGO A LA REGIÓN
Turquía ya llevó a cabo dos ofensivas en Siria. En una de ellas, a principios de 2018, su ejército y efectivos sirios retomaron el control del enclave kurdo de Afrin (noroeste).
Según el diario turco Hürriyet, Turquía contempla en un primer momento tomar el control de una franja de territorio en la frontera, de 120 kilómetros de largo y de unos treinta kilómetros de profundidad, desde las ciudades de Tal Abyad hasta Ras al Ain.
Con su decisión de seguir adelante con esta operación militar, Erdogan desoye las advertencias de la comunidad internacional.
Este miércoles, el presidente ruso Vladimir Putin pidió en vano a su homólogo turco que reflexionara. Su ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, consideró que una ofensiva turca podría “prender fuego a la región”.
Desde Bruselas, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, pidió a Turquía que “detenga la operación” porque, a su juicio, “no traerá a buenos resultados”.
La operación turca tampoco cuenta con el beneplácito de Washington. El presidente estadounidense Donald Trump, que pareció dar su visto bueno el domingo a esta operación turca y anunció la retirada de tropas de esta zona de Siria, rectificó y aseguró que Estados Unidos “no ha abandonado a los kurdos”, que desempeñaron un papel crucial en la batalla que propició el fin del Estado Islámico.
El mandatario estadounidense amenazó con destruir “completamente la economía de Turquía” si esta “sobrepasaba los límites”.
En agosto, Estados Unidos impidió in extremis una ofensiva turca contra las YPG y propuso la creación conjunta de una “zona de seguridad”, promesa que no ha llegado a concretarse.
En Damasco, el gobierno sirio anunció este miércoles que frustrará cualquier ataque turco contra su territorio “por todos los medios legítimos” y denunció igualmente el refuerzo militar en la frontera.
RESISTENCIA CONTR TURQUÍA
Este miércoles, los kurdos del norte de Siria decretaron una “movilización general” de tres días e instaron a los habitantes de la región a la “resistencia” frente a Turquía.
“Proclamamos un estado de movilización general durante tres días”, anunció en un comunicado la administración semiautónoma kurda, que controla vastas regiones en el norte y noreste sirio.
En el texto se instó al pueblo kurdo “a dirigirse hacia la zona fronteriza” para garantizar “la resistencia” y se señaló a Estados Unidos y a toda la comunidad internacional responsables en caso de “catástrofe humanitaria”.
Desde el miércoles por la mañana, en Ras al Aín se apilaron neumáticos, listos para ser quemados en caso de ofensiva, y nublar así la visibilidad del atacante. Los estandartes de las YPG ondeaban a poca distancia de la bandera roja y blanca de Turquía, al otro lado de la frontera.
Iniciada en 2011, la guerra en Siria causó más de 370.000 muertos y millones de refugiados.