Desde la terraza del Hotel Sommelier, en el piso 8, Santiago parece mucho más pequeño. Se pueden ver ambas cordilleras y a medida que la tarde avanza y el espectáculo del atardecer urbano se convierte en un valor agregado difícil de apreciar desde allá abajo entre edificios y vagones del Metro. La experiencia se completa con la carta privilegiada de un hotel que escogió al vino chileno como temática.
El hotel boutique, ubicado en José Miguel de la Barra con Merced, en pleno barrio Bellas Artes, cuenta con habitaciones, pisos y comedores bautizados con nombres de cepas chilenas, cavas de vino en cada habitación y un completo culto de apreciación del terroir chileno para entendidos y recién llegados al mundo del vino.
Su gerente, José Aravena, es un joven egresado de ingeniería que practica una intención histórica por el servicio y la entretención. Hijo del reconocido empresario del mismo nombre, lleva un año y medio a cargo de este proyecto que inauguró su amplia terraza recientemente.
“Lo que queremos es estar muy presentes en la oferta hotelera y del barrio a través de nuevos elementos como una coctelería renovada y el restaurant ‘Antaño’ que rescata ingredientes tradicionales chilenos en su carta. Nuestra nueva terraza también es un concepto que va en la línea de nuestras habitaciones temáticas. El acento que ofrecemos a los huéspedes que visitan Chile es precisamente el del vino y para ellos están dedicados los pisos del hotel que llevan diferentes nombres como ‘Merlot’, ‘Syrah’, ‘Chardonnay’, ‘Cabernet Sauvignon’ o la misma terraza ubicada en el nivel ‘Pinot Noir’”, describe el empresario.
Los vinos de la cava personal en cada cuarto pertenecen a viñas chilenas consagradas y a otras de autor que redefinen el estilo boutique del Sommelier donde se realizan talleres de coctelería los días miércoles y catas de vino dirigidas por la experta Javiera Cantarero los jueves. Los únicos del barrio Bellas Artes.
Los interesados pueden aprender en experiencia vespertina para grupos de 6 personas las claves del experto para preparar el popular Aperol Spritz, la caipirinha original o tragos como el Moscow mule, el Ramazzoti, un Negroni o el Cup Rose, entre otros.
“Muchos clientes vienen por la comida, por la oportunidad de disfrutar con sus amigos un momento después del trabajo, pero siempre pueden irse con algo más. Siempre pueden llevarse algo extra de lo que venían a buscar, como es el conocer nuevos vinos o la fórmula para preparar sus tragos favoritos”, cree.
Para él, el principal diferenciador del hotel respecto al resto de la oferta cercana, es el enfoque en el servicio en el que están alineados todos los trabajadores del Sommelier.
“Buscamos un equipo que sepa idiomas, que pueda transmitir sus propias experiencias si es que han viajado, si conocen de vinos o de cocina. Que no dejen botado al cliente en ningún momento y que hacen de la cordialidad y el liderazgo una meta. Este proyecto los hace parte del hotel y no pierden el enfoque”, comenta Nieto sobre las permanentes capacitaciones realizadas por las propias viñas o la participación en la creación de la nueva carta.
“Este negocio es totalmente diferente a lo que se ha hecho por décadas en mi familia en cuanto a teatro, discotheque y diversión nocturna; en cada uno de estos está involucrado el esfuerzo por el servicio. La creación de una experiencia que en el hotel queremos replicar y pensar todos los días para perfeccionarla”, remarca.
“La innovación en los negocios también pasa por este camino”, señala acerca de un ítem que los ha llevado no solo a perfeccionar sus procesos, dejar de utilizar elementos desechables de plástico en pos de una visión sustentable y a rescatar ingredientes humildes de la cocina chilena en una carta sofisticada que fascina a los turistas, cortesía del chef Alejandro Paz.
“El cliente del Sommelier es uno que sabe de vinos y tragos. También puede ser uno que desea aprender y con ambos dialogamos acá”, asegura. Recién estrenada, su carta de verano deja de lado sopas y guisos para privilegiar una gastronomía internacional extraordinaria y espacio para la cocina tradicional redefinida para los nuevos tiempos.
“Si debiera destacar alguno de los platos de esta carta, creo que sería el Turrón de Vino,” añade Aravena.
“Es uno de los favoritos de la casa no solo por su preparación, sino por su presentación. Aunque es turrón, no parece algo típico. Esta mermelada ácida se plantea como una copa de vino derramado sobre el plato. A esto se suma, para quien lo desee, el celebrado Creme Brulee de Cola de Mono o una extensa degustación de postres que recorre el país de norte a sur a través de las papayas, las berries o sabores como el borgoña”, agrega. El resto de la carta se expresa desde un clásico filete hasta las mollejas tiernas, el chancato de salmón o el atún rojo.
Luis Nieto subraya que “es complejo esto de innovar a diario, tratar de diferenciarse en un barrio eminentemente turístico. Finalmente, resulta que el hotel termina compitiendo consigo mismo y elevando la vara para su propio servicio. El resultado es el aumento sostenido de clientes que regresan y que llegan desde el extranjero recomendados por otros”.
Para Aravena, el barrio también es un gran atributo para el negocio pues Bellas Artes ha cambiado muchísimo, cree.
“Ha mejorado convirtiéndose hoy en un polo cultural, gastronómico y turístico diferente a cualquier otro de Santiago. Es a la vez un centro de atracción y entretención para empresarios, jóvenes, oficinistas y también familias. Eso es algo que notamos en la heterogénea demanda de nuestros clientes que organizan acá fiestas, reuniones de negocios, cumpleaños e incluso matrimonios. Si el barrio no ha alcanzado su mejor momento, está muy cerca de hacerlo”, asegura.
El hotel boutique, ubicado en José Miguel de la Barra con Merced, en pleno barrio Bellas Artes, cuenta con habitaciones, pisos y comedores bautizados con nombres de cepas chilenas, cavas de vino en cada habitación y un completo culto de apreciación del terroir chileno para entendidos y recién llegados al mundo del vino.
Su gerente, José Aravena, es un joven egresado de ingeniería que practica una intención histórica por el servicio y la entretención. Hijo del reconocido empresario del mismo nombre, lleva un año y medio a cargo de este proyecto que inauguró su amplia terraza recientemente.
“Lo que queremos es estar muy presentes en la oferta hotelera y del barrio a través de nuevos elementos como una coctelería renovada y el restaurant ‘Antaño’ que rescata ingredientes tradicionales chilenos en su carta. Nuestra nueva terraza también es un concepto que va en la línea de nuestras habitaciones temáticas. El acento que ofrecemos a los huéspedes que visitan Chile es precisamente el del vino y para ellos están dedicados los pisos del hotel que llevan diferentes nombres como ‘Merlot’, ‘Syrah’, ‘Chardonnay’, ‘Cabernet Sauvignon’ o la misma terraza ubicada en el nivel ‘Pinot Noir’”, describe el empresario.
Los vinos de la cava personal en cada cuarto pertenecen a viñas chilenas consagradas y a otras de autor que redefinen el estilo boutique del Sommelier donde se realizan talleres de coctelería los días miércoles y catas de vino dirigidas por la experta Javiera Cantarero los jueves. Los únicos del barrio Bellas Artes.
Los interesados pueden aprender en experiencia vespertina para grupos de 6 personas las claves del experto para preparar el popular Aperol Spritz, la caipirinha original o tragos como el Moscow mule, el Ramazzoti, un Negroni o el Cup Rose, entre otros.
ENFOQUE EN EL SERVICIO
El gerente de alimentos y bebidas del hotel, Luis Nieto, señala que el éxito de estos talleres (que exigen inscripción previa en la web del hotel) radica en el entusiasmo del visitante que se acerca después del trabajo a esta terraza.“Muchos clientes vienen por la comida, por la oportunidad de disfrutar con sus amigos un momento después del trabajo, pero siempre pueden irse con algo más. Siempre pueden llevarse algo extra de lo que venían a buscar, como es el conocer nuevos vinos o la fórmula para preparar sus tragos favoritos”, cree.
Para él, el principal diferenciador del hotel respecto al resto de la oferta cercana, es el enfoque en el servicio en el que están alineados todos los trabajadores del Sommelier.
“Buscamos un equipo que sepa idiomas, que pueda transmitir sus propias experiencias si es que han viajado, si conocen de vinos o de cocina. Que no dejen botado al cliente en ningún momento y que hacen de la cordialidad y el liderazgo una meta. Este proyecto los hace parte del hotel y no pierden el enfoque”, comenta Nieto sobre las permanentes capacitaciones realizadas por las propias viñas o la participación en la creación de la nueva carta.
EL MISMO CLIENTE, UN NUEVO HOTEL
José Aravena acepta con una sonrisa el aura que los negocios de su padre evocan. El legado del legendario “Padrino” de los centros de entretención nocturna, encontró en este hotel de Bellas Artes una vocación diurna en la que se maridan generaciones de experiencia.“Este negocio es totalmente diferente a lo que se ha hecho por décadas en mi familia en cuanto a teatro, discotheque y diversión nocturna; en cada uno de estos está involucrado el esfuerzo por el servicio. La creación de una experiencia que en el hotel queremos replicar y pensar todos los días para perfeccionarla”, remarca.
“La innovación en los negocios también pasa por este camino”, señala acerca de un ítem que los ha llevado no solo a perfeccionar sus procesos, dejar de utilizar elementos desechables de plástico en pos de una visión sustentable y a rescatar ingredientes humildes de la cocina chilena en una carta sofisticada que fascina a los turistas, cortesía del chef Alejandro Paz.
“El cliente del Sommelier es uno que sabe de vinos y tragos. También puede ser uno que desea aprender y con ambos dialogamos acá”, asegura. Recién estrenada, su carta de verano deja de lado sopas y guisos para privilegiar una gastronomía internacional extraordinaria y espacio para la cocina tradicional redefinida para los nuevos tiempos.
“Si debiera destacar alguno de los platos de esta carta, creo que sería el Turrón de Vino,” añade Aravena.
“Es uno de los favoritos de la casa no solo por su preparación, sino por su presentación. Aunque es turrón, no parece algo típico. Esta mermelada ácida se plantea como una copa de vino derramado sobre el plato. A esto se suma, para quien lo desee, el celebrado Creme Brulee de Cola de Mono o una extensa degustación de postres que recorre el país de norte a sur a través de las papayas, las berries o sabores como el borgoña”, agrega. El resto de la carta se expresa desde un clásico filete hasta las mollejas tiernas, el chancato de salmón o el atún rojo.
Luis Nieto subraya que “es complejo esto de innovar a diario, tratar de diferenciarse en un barrio eminentemente turístico. Finalmente, resulta que el hotel termina compitiendo consigo mismo y elevando la vara para su propio servicio. El resultado es el aumento sostenido de clientes que regresan y que llegan desde el extranjero recomendados por otros”.
Para Aravena, el barrio también es un gran atributo para el negocio pues Bellas Artes ha cambiado muchísimo, cree.
“Ha mejorado convirtiéndose hoy en un polo cultural, gastronómico y turístico diferente a cualquier otro de Santiago. Es a la vez un centro de atracción y entretención para empresarios, jóvenes, oficinistas y también familias. Eso es algo que notamos en la heterogénea demanda de nuestros clientes que organizan acá fiestas, reuniones de negocios, cumpleaños e incluso matrimonios. Si el barrio no ha alcanzado su mejor momento, está muy cerca de hacerlo”, asegura.