Los medicamentos biológicos se han convertido en un arma importante de la nueva “medicina personalizada”, especialmente para cánceres complejos, donde siempre existe la posibilidad que el tumor regrese, que el paciente se haga resistente a los tratamientos disponibles o, incluso, que se agoten las posibilidades terapéuticas tradicionales.
Donde mejor se ha demostrado su eficacia es en el mieloma múltiple, un tipo de cáncer de la sangre que se caracteriza por el crecimiento descontrolado de las células plasmáticas de la médula ósea, cuya función original es proteger al organismo de las infecciones y de otras enfermedades.
Si bien afecta con mayor frecuencia a los hombres y suele diagnosticarse en personas de más de 65 años, la doctora María de los Ángeles Rodríguez, vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Hematología, advierte que esta patología se está diagnosticando en pacientes cada vez más jóvenes. “Antiguamente se asociaba esta enfermedad con gente mayor, pero lo que estamos viendo es el diagnóstico de mieloma múltiple en edades más tempranas, a los 30 o 40 años. De acuerdo con el estudio más reciente, casi un 35% de los pacientes con mieloma tienen menos de 65 años, lo que cambia radicalmente la forma de abordar esta patología, porque estamos hablando de personas que aún tienen una tremenda esperanza de vida”, explicó.
En Chile está disponible daratumumab, un anticuerpo monoclonal (mAb), que actúa uniéndose a la molécula CD38, presente en las células malignas del mieloma. Su efectividad ha permitido que se utilice no sólo después que el paciente falla otras terapias, también ha sido aprobado para adultos que han recibido al menos un tratamiento previo, mejorando ostensiblemente la expectativa de sobrevida. “En estudios clínicos ha demostrado ser capaz de estabilizar la progresión de la enfermedad en más de un 80 por ciento de los pacientes”, sostiene Mateos.
De acuerdo con la experta, “los resultados de las terapias biológicas son realmente muy esperanzadores y nos permiten incluso pensar y tratar el mieloma múltiple como una enfermedad crónica”.
La doctora Rodríguez coincide con este pronóstico. “Sabemos que la enfermedad va progresando a pesar de todos los tratamientos, pero la expectativa de vida ha mejorado mucho gracias a los avances terapéuticos. Hace 20 años, la sobrevida de cinco años era muy pobre y hoy tenemos pacientes que llevan más de 10 años con la enfermedad y una buena calidad de vida”, sostuvo.
Los síntomas más frecuentes son dolor en los huesos (con frecuencia en la espalda o las costillas), fracturas, debilidad o fatiga, pérdida de peso, anemia, infecciones frecuentes y fiebre, sed y ganas de orinar con frecuencia.
Por lo tanto, es una enfermedad muy incapacitante que, gracias esta nueva terapia biológica, las personas que la padecen tienen la posibilidad de vivir por más tiempo, sin que su enfermedad progrese; aumentando así su calidad de vida y la de su entorno familiar.
“Estos tratamientos son un tremendo aporte, que han demostrado no afectar la calidad de vida de los pacientes, y permitiendo que la enfermedad sea compatible con una vida prácticamente normal”, concluyó.
Donde mejor se ha demostrado su eficacia es en el mieloma múltiple, un tipo de cáncer de la sangre que se caracteriza por el crecimiento descontrolado de las células plasmáticas de la médula ósea, cuya función original es proteger al organismo de las infecciones y de otras enfermedades.
Si bien afecta con mayor frecuencia a los hombres y suele diagnosticarse en personas de más de 65 años, la doctora María de los Ángeles Rodríguez, vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Hematología, advierte que esta patología se está diagnosticando en pacientes cada vez más jóvenes. “Antiguamente se asociaba esta enfermedad con gente mayor, pero lo que estamos viendo es el diagnóstico de mieloma múltiple en edades más tempranas, a los 30 o 40 años. De acuerdo con el estudio más reciente, casi un 35% de los pacientes con mieloma tienen menos de 65 años, lo que cambia radicalmente la forma de abordar esta patología, porque estamos hablando de personas que aún tienen una tremenda esperanza de vida”, explicó.
INNOVACIÓN BIOLÓGICA
La doctora María Victoria Mateos, directora de la Unidad de Mieloma Múltiple del Hospital Universitario de Salamanca, España, señaló que el mecanismo de acción de estas terapias “activa y potencia el sistema inmunitario del propio paciente al inducir directamente la muerte de las células tumorales, pero también estimulado una respuesta inmune contra ellas”.En Chile está disponible daratumumab, un anticuerpo monoclonal (mAb), que actúa uniéndose a la molécula CD38, presente en las células malignas del mieloma. Su efectividad ha permitido que se utilice no sólo después que el paciente falla otras terapias, también ha sido aprobado para adultos que han recibido al menos un tratamiento previo, mejorando ostensiblemente la expectativa de sobrevida. “En estudios clínicos ha demostrado ser capaz de estabilizar la progresión de la enfermedad en más de un 80 por ciento de los pacientes”, sostiene Mateos.
De acuerdo con la experta, “los resultados de las terapias biológicas son realmente muy esperanzadores y nos permiten incluso pensar y tratar el mieloma múltiple como una enfermedad crónica”.
La doctora Rodríguez coincide con este pronóstico. “Sabemos que la enfermedad va progresando a pesar de todos los tratamientos, pero la expectativa de vida ha mejorado mucho gracias a los avances terapéuticos. Hace 20 años, la sobrevida de cinco años era muy pobre y hoy tenemos pacientes que llevan más de 10 años con la enfermedad y una buena calidad de vida”, sostuvo.
Los síntomas más frecuentes son dolor en los huesos (con frecuencia en la espalda o las costillas), fracturas, debilidad o fatiga, pérdida de peso, anemia, infecciones frecuentes y fiebre, sed y ganas de orinar con frecuencia.
Por lo tanto, es una enfermedad muy incapacitante que, gracias esta nueva terapia biológica, las personas que la padecen tienen la posibilidad de vivir por más tiempo, sin que su enfermedad progrese; aumentando así su calidad de vida y la de su entorno familiar.
“Estos tratamientos son un tremendo aporte, que han demostrado no afectar la calidad de vida de los pacientes, y permitiendo que la enfermedad sea compatible con una vida prácticamente normal”, concluyó.