En su reemplazo, la homilía estuvo a cargo del moje benedictino Benito Rodríguez, quien dirigió un mensaje a los migrantes, señalando que son bienvenidos “todos los que quieran venir a Chile buscando la paz y comprometiéndose a trabajar por ella, ojalá encuentren siempre abiertas las puertas de nuestras fronteras”.
Además, el religioso se refirió a estos “tiempos recios” por los que pasa la iglesia, producto de las denuncias por abusos sexuales. “Nuestra Iglesia de Chile vive un tiempo de purificación quizás como nunca antes en su historia. Creemos que hablar desde esta precariedad, sin pretender negarla o esconderla, es también nuestro aporte al hoy de nuestra historia”, dijo.
Luego, llamó a “acoger con humildad y con generosidad nuestros errores, sin pretender privilegios o algún trato especial, y sin renunciar al desafío y la responsabilidad de una profunda conversión en espíritu y en verdad, para ser mejores testigos de ese evangelio que hemos recibido y que llevamos en vasijas de barro”.
Terminada la homilía, representantes de los credos presentes hicieron oración a Dios por las diversas necesidades del país, plegaria que culminó con el Padre Nuestro, tras lo cual el coro y orquesta interpretaron el solemne Te Deum o Himno de Acción de Gracias a Dios.
La liturgia terminó con el Himno Nacional y la bendición, después de la cual el deán de la catedral, Juan de la Cruz Suárez, acompañó al Presidente Sebastián Piñera y su esposa hasta la puerta del templo para despedirlos.