Hace solo unos días la ciudad de Copiapó se vio remecida por la noticia del fallecimiento de un joven trans, quien tomó la decisión de quitarse la vida, agobiado por el bullying que sufría en el colegio Liceo Sagrado Corazón.
Muchas reflexiones aparecen ante esta muerte temprana de un adolescente producto del suicidio. Las y los jóvenes trans se encuentran en los grupos con las tasas más altas de muerte por suicidio. Son las principales víctimas de bullying y los grandes incomprendidos por los jóvenes cisgénero.
Porque no es lo mismo ser trans en Santiago de Chile con las posibilidades de acceder a programas de salud públicos para la transición de género, que serlo en provincia. A su vez el marco valórico/ideológico del establecimiento educacional influirá en la tolerancia o discriminación hacia la diferencia. También influirá el currículum oficial como el CV oculto, que invisibilice la diversidad sexual o explícitamente la reprima o descalifique.
La sociedad recientemente está aceptando la homosexualidad, pero desconoce la transexualidad/transgénero. Recién el año 2018 se le excluye como enfermedad y se le reconoce como expresión de identidad diversa.
En una sociedad binaria, incapaz de acoger la diferencia, de aceptar incondicionalmente a un otro, tendremos más casos de muertes tempranas de adolescentes, no solo por suicidio, también por homicidios y feminicidios.
Es relevante entonces incorporar la educación sexual como formación permanente en los establecimientos educacionales, más allá de las clases de biología reproductiva, reconociendo a los y las personas como sujetos y sujetas de derechos humanos.
. Alexis Valenzuela, académico Facultad de Salud, U.Central.