El Senado de Estados Unidos rechazó este miércoles la derogación del Obamacare, al sufrir los republicanos deserciones pese que la víspera habían logrado aprobar la apertura de los debates sobre la reforma sanitaria.
Por 55 votos, siete de ellos republicanos, la Cámara alta del Congreso se negó a aceptar el desmantelamiento sin remplazo de la ley de salud de 2010. Si lo hubiera aceptado, decenas de millones de estadounidenses se habrían visto privados de cobertura sanitaria.
El Senado, controlado por los republicanos, había aprobado por estrecho margen el martes la apertura de los debates con el objetivo de aprobar esta semana un proyecto para la derogación al menos parcial de la ley de salud instaurada durante el gobierno de Barack Obama, conocida como Obamacare.
La votación del martes fue celebrada por el presidente Donald Trump, que la calificó de un “paso de gigante hacia el fin de la pesadilla del Obamacare” dado por el Senado, que podría conducir a “un plan verdaderamente, verdaderamente maravilloso para el pueblo estadounidense”.
Unas horas después del voto decisivo del vicepresidente Mike Pence para superar la paridad en el Senado (50-50) y aprobar la apertura de los debates, nueve senadores republicanos se unieron a la oposición demócrata para rechazar un proyecto de derogación total de Obamacare.
Los intentos de Mitch McConnell, el jefe de la bancada republicana en el Senado, por abrogar el sistema actual de salud sin proponer un sustituto estaban destinados al fracaso.
“Estamos determinados a hacer todo lo posible para tener éxito”, dijo McConnell, sugiriendo que la nueva ley podrá tener diversas formas debido a la libertad dada a los senadores para incluir enmiendas.
El enfoque que parece ganar terreno es un desmantelamiento limitado de Obamacare, bautizado “derogación reducida”.
Esa ruta eliminaría la obligación de los particulares de suscribirse a una compañía de seguros de salud so pena de multa, así como la obligación de las empresas de proponer una cobertura a sus empleados. Esa pequeña reforma eliminaría igualmente un impuesto a los fabricantes de equipamientos médicos.
Pero ese camino suscita airadas críticas de los demócratas, que advierten que una eliminación de Obamacare traerá recortes importantes en Medicaid, el programa de cobertura médica para los más pobres y discapacitados, así como generosas reducciones de impuestos a los más ricos y primas de seguros muy elevadas para las personas con antecedentes médicos.
El jefe de la bancada demócrata en la Cámara alta, Chuck Schumer, lo calificó simplemente de “caballo de Troya”.
La Cámara baja adoptó una eliminación de Obamacare y una nueva reforma del sistema de salud en mayo, pero el proyecto naufragó en el Senado, que emprendió sus propios esfuerzos reformistas, igualmente improductivos.
Las dos cámaras deberán adoptar una ley idéntica antes de que pueda ser firmada por el presidente.
Trump ha puesto todo su peso para cumplir su promesa de campaña de enterrar el Obamacare, llegando incluso a amenazar a varios senadores republicanos críticos.
Por 55 votos, siete de ellos republicanos, la Cámara alta del Congreso se negó a aceptar el desmantelamiento sin remplazo de la ley de salud de 2010. Si lo hubiera aceptado, decenas de millones de estadounidenses se habrían visto privados de cobertura sanitaria.
El Senado, controlado por los republicanos, había aprobado por estrecho margen el martes la apertura de los debates con el objetivo de aprobar esta semana un proyecto para la derogación al menos parcial de la ley de salud instaurada durante el gobierno de Barack Obama, conocida como Obamacare.
La votación del martes fue celebrada por el presidente Donald Trump, que la calificó de un “paso de gigante hacia el fin de la pesadilla del Obamacare” dado por el Senado, que podría conducir a “un plan verdaderamente, verdaderamente maravilloso para el pueblo estadounidense”.
FALTA DE CONSENSO
Pero la alegría duró poco: el dividido partido gobernante no logra consensuar una reforma del sistema de salud.Unas horas después del voto decisivo del vicepresidente Mike Pence para superar la paridad en el Senado (50-50) y aprobar la apertura de los debates, nueve senadores republicanos se unieron a la oposición demócrata para rechazar un proyecto de derogación total de Obamacare.
Los intentos de Mitch McConnell, el jefe de la bancada republicana en el Senado, por abrogar el sistema actual de salud sin proponer un sustituto estaban destinados al fracaso.
“Estamos determinados a hacer todo lo posible para tener éxito”, dijo McConnell, sugiriendo que la nueva ley podrá tener diversas formas debido a la libertad dada a los senadores para incluir enmiendas.
El enfoque que parece ganar terreno es un desmantelamiento limitado de Obamacare, bautizado “derogación reducida”.
Esa ruta eliminaría la obligación de los particulares de suscribirse a una compañía de seguros de salud so pena de multa, así como la obligación de las empresas de proponer una cobertura a sus empleados. Esa pequeña reforma eliminaría igualmente un impuesto a los fabricantes de equipamientos médicos.
Pero ese camino suscita airadas críticas de los demócratas, que advierten que una eliminación de Obamacare traerá recortes importantes en Medicaid, el programa de cobertura médica para los más pobres y discapacitados, así como generosas reducciones de impuestos a los más ricos y primas de seguros muy elevadas para las personas con antecedentes médicos.
El jefe de la bancada demócrata en la Cámara alta, Chuck Schumer, lo calificó simplemente de “caballo de Troya”.
La Cámara baja adoptó una eliminación de Obamacare y una nueva reforma del sistema de salud en mayo, pero el proyecto naufragó en el Senado, que emprendió sus propios esfuerzos reformistas, igualmente improductivos.
Las dos cámaras deberán adoptar una ley idéntica antes de que pueda ser firmada por el presidente.
Trump ha puesto todo su peso para cumplir su promesa de campaña de enterrar el Obamacare, llegando incluso a amenazar a varios senadores republicanos críticos.