Una vez terminado el sueño mundialista para la Selección Chilena, los agoreros comenzaron con el discurso de que todo había acabado, que la “Generación Dorada” había llegado a su fin, que el recambio debía comenzar de inmediato y que muchos jugadores de las últimas convocatorias ya habían cumplido un ciclo.
Pues bien, en casos como los que está viviendo “La Roja”, la peor decisión que se puede tomar es forzar el recambio a tontas y a locas sin tener definido el proyecto deportivo, al director técnico y, lo más importante, la materia prima: Los jugadores.
Pensando en el próximo proceso, cuyo objetivo es el Mundial de Qatar 2022 (no la Copa América del 2019 ni la copa que inventen para el 2020), varios jugadores de la actual selección aún estarán en plenitud de condiciones o vigentes en el fútbol.
Hombres de la columna vertebral tendrán edad suficiente para disputar lo que en teoría sería su última Copa del Mundo: Gary Medel tendría 34, Arturo Vidal también y Alexis Sánchez uno menos.
Mauricio Isla también es de aquella generación que en 2007 jugó el Mundial Sub-20 de Holanda y tendrá la misma edad, aunque a esas alturas ya debería aparecer un lateral apure al “Huaso”, que lleva prácticamente 10 años sin competencia en el puesto.
El caso de Claudio Bravo es distinto. Tendrá 39 cuando se juegue en Qatar y si bien los arqueros juegan más años que los jugadores de campo, el actual capitán de Chile deberá encontrar un club donde tenga la continuidad que perdió desde que decidió dejar el Barcelona FC solo por el hecho de jugar exclusivamente la liga local y no la Champions League.
Otros estelares del último tiempo que la tienen complicada son Gonzalo Jara (32 años), Jean Beausejour (33), Jorge Valdivia (34), José Pedro Fuenzalida (32), Esteban Paredes (37) y Mauricio Pinilla (33).
Coincidentemente, todos jugando en Chile, no con tantas opciones de volver al extranjero a un fútbol competitivo, seguramente darán paso a nuevos valores como Paulo Díaz en la zaga y Nicolás Castillo o Felipe Mora en el ataque.
Los que seguramente tendrán otra oportunidad son hombres como Charles Aránguiz, Marcelo Díaz, Pedro Pablo Hernández, Felipe Gutiérrez o Eduardo Vargas. En cinco años más, cuando se juegue el Mundial, todos estarán sobre los 30, prácticamente con la misma edad con la que están jugando varios de sus actuales compañeros, por lo que no debería ser problema mientras mantengan el nivel.
El gran problema es quién los apura. El recambio no puede venir sólo de la decisión de un director técnico, sino de que quienes vienen de más abajo apuren a los que ya no están en su plenitud.
Por lo mismo, el recambio recae en aquellos que han formado parte de este proceso, pero en un papel más secundario. Ya se nombró a Paulo Díaz, Castillo y Mora. Guillermo Maripán, Erick Pulgar, Martín Rodríguez, Leonardo Valencia o César Pinares han pasado por Juan Pinto Durán, pero no han gozado de estelaridad y llegó el momento que demuestren de qué están hechos.
Seguramente junto a otros nombres que están destacando en el torneo local, como Gabriel Suazo, Gabriel Castellón, Ivan Morales, Nicolás Guerra, Adrián Cuadra, Yerko Leiva, Pablo Galdames junior y Pablo Aránguiz, deban comenzar a mostrar sus credenciales.
El próximo desafío de la Selección Chilena será en la Copa América de Brasil en dos años más. Para dicha fecha, seguramente el 80% del actual plantel estará buscando el tricampeonato de América y empezaremos a ver quiénes lucharán por ser el verdadero recambio de esta “Generación Dorada” que aún no ha dicho su última palabra.
*José Tomás Fernández es Periodista de la Universidad Diego Portales e integrante del programa “Cónclave Deportivo” de Radio La Clave.