Diego Cruz, estudiante de ingeniería comercial, creó regletas y señalética en Braille a través de una impresora 3D. Proyecto“tiene un acabado de primera calidad, además de presentar diferentes ventajas competitivas, entre las cuales está su bajo costo, logística y durabilidad”, remarca el joven.
Un innovador proyecto que va en beneficio de quienes sufren alguna discapacidad visual, desarrolló el estudiante de ingeniería comercial de la Universidad San Sebastián, Diego Cruz. La iniciativa consiste en la creación de regletas y señalética en Braille, a través de una impresora 3D.
La regleta Braille “es un instrumento que utilizan para escribir las personas con discapacidad visual. A través de una serie de puntos que se realizan, se van formando las diferentes letras del abecedario. Al escribir cada letra, éstas quedan con un relieve tangible al tacto y gracias a esto, se puede leer”, explica el joven.
El trabajo “tiene un acabado de primera calidad, además de presentar diferentes ventajas competitivas, entre las cuales está su bajo costo, logística y durabilidad. El primer paso para la creación de la regleta es diseñarlo en un software de diseño en 3D, luego esta es impresa a través de la impresora 3D, la cual cuenta con un filamento, que es un plástico moldeable que viene en rollos como cables de la luz”, añade.
COSTO REALISTA
Los objetivos de la iniciativa se enmarca en dos ejes, señala: “El primero, es entregar una regleta Braille de la mejor calidad posible, a personas en situación de discapacidad visual o para quienes quieran aprender este lenguaje, a un costo realista y accesible para todos”.
El estudiante apunta que “en Chile se lucra mucho con este tipo de instrumentos, que no se importa mucho y, por lo tanto, su precio está ‘inflado’ en casi un 400% del costo real”.
El segundo objetivo “es contribuir a la construcción de una sociedad más inclusiva con quienes utilizan Braille, dado que hay muy pocos lugares en Chile en los que se encuentra presente este tipo de ayuda para personas no videntes, la que a mi juicio, debería estar presente en lugares públicos y privados, como restaurantes, instituciones del gobierno, en las paredes de las calles, locomoción colectiva, malls, y otros lugares de concurrencia masiva”.
CÓMO NACIÓ EL EMPRENDIMIENTO
Diego Cruz explica que su idea surgió al realizar un curso de Braille en la Casa de la Discapacidad, de Concepción.
“Al terminarlo, pregunté por el valor de una regleta y superaba un 400% más que el valor real. A partir de esa experiencia, creé mi propio emprendimiento, que consiste en la importación de regletas Braille, señalética y materiales para personas en situación de discapacidad”, cuenta.
Su emprendimiento se llama “Importa la Inclusión”. El joven agrega que “por ahora estamos importando las regletas, porque aún no contamos con una impresora 3D propia, aunque hemos impreso regletas para pedidos más grandes, por un tema de costos y logística”.
Actualmente trabaja con su polola, Jesenia Neira, que tiene conocimientos sobre educación diferencial y las diversas necesidades de las personas en situación de discapacidad y con su amigo Daniel Medina, arquitecto, que “me ayuda con todo el tema de creación de las regletas y señaléticas en el computador, para luego imprimir. Además, colabora con ideas sobre qué lugares deberían tener señaléticas Braille para generar un entorno armonioso para toda la sociedad. Toda esta ayuda me permite llegar con mayor facilidad a los lugares donde es más necesaria esta ayuda”.
El estudiante de ingeniería comercial planea “poder dar más herramientas a personas en situación de discapacidad visual en esta sociedad, dado que somos muy poco inclusivos o integradores. Como emprendedor, me gustaría llegar a vivir de los emprendimientos y seguir generando más ideas que aporten en el tema social”.
SECCIÓN: Economía
AUTOR: Patricia Schüller G.
FUENTE: La Nación