Marcela Marzolo, directora ejecutiva de la Fundación Educacional Oportunidad.
“Todo sistema está perfectamente diseñado para obtener los resultados que obtiene”, dijo alguna vez Donald Berwick, médico y experto en mejora continua de la calidad. Esta frase se me aparece luego de leer los resultados del estudio realizado por el CIAE y la Universidad de O’Higgins, que señalan, en términos generales, que en los niveles de prekínder y kínder habría una cobertura poco balanceada de los distintos núcleos de aprendizaje, existiendo mayor dedicación al lenguaje verbal y matemática.
Ante esta realidad, es importante recordar que estos niveles están emplazados en las escuelas, razón por la cual comparten una cultura de escolarización y las posibles presiones asociadas. Esto, vinculado a una pobre articulación entre el kínder y el primer ciclo básico, podría explicar el especial foco en estos núcleos en desmedro de otras disciplinas y dimensiones del desarrollo humano.
Por otro lado, la formación inicial y continua que reciben las educadoras podría no estar instalando las competencias y habilidades necesarias para abordar el proceso de enseñanza-aprendizaje desde una perspectiva más holística.
La invitación es a mirar el sistema que hemos diseñado y, a la luz de eso, pensar en un rediseño de toda la trayectoria educativa, partiendo desde los primeros años, de manera de asegurar un desarrollo integral de cada niño, niña y joven.
Marcela Marzolo, directora ejecutiva de la Fundación Educacional Oportunidad.