- Por Javier Jaque, Académico del Departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información de la Universidad de Chile
Al aplicar un impuesto al azúcar y alimentos altos en grasas –en el mundo existen diversos estudios que indican que un exceso de consumo de azúcar o alimentos altos en grasas se asocia a enfermedades como obesidad y diabetes–, éste cumpliría con dos objetivos. Por un lado, desincentivaría su consumo y, por el otro, haría responsable a cada persona para que tribute, en base al consumo de dichos alimentos.
Sin embargo, esta última iniciativa presenta dos problemas. El primero tiene que ver con la certeza de lo que contiene el producto. De manera frecuente, vemos cómo se revelan estudios, en los que se informa que los alimentos tienen ciertas características y luego de un análisis profundo de laboratorio se revela la existencia de ciertas diferencias en la composición. En segundo lugar, existen alimentos que no tienen tanta azúcar, pero son altos en grasas saturadas, o bien tienen mucho potasio, por ejemplo. Por esta razón, se vuelve todo un desafío determinar cuáles son los alimentos que deben tributar y los que no.
Para poder aplicar este gravamen, se requiere una legislación sólida, que tenga como objetivo desincentivar el consumo, más que un afán recaudador. La idea es que la normativa sea armónica y equitativa entre todas las industrias que participan del proceso alimenticio.
En el caso de un impuesto al alcohol, a diferencia del anterior, el efecto que se podría conseguir en las arcas fiscales es de más rápido impacto, ya que los efectos nocivos del consumo se pueden observar con mayor rapidez. Este gravamen se aplica en la mayoría de los países, existiendo estándares internacionales para su regulación.
Otro aspecto que ha sido muy discutido para aumentar los niveles de recaudación es la eliminación de la renta presunta. Este tipo de tributación está destinada a contribuyentes que tienen poco conocimiento y recursos para desarrollar la actividad económica.
Actualmente, no hay estudios o algún catastro que indique cuánto es lo que se podría llegar a recaudar por presuntas utilidades o potenciales pérdidas de las empresas. En el caso del transporte, por ejemplo, dependerá del precio de los combustibles, mientras que en la agricultura variará según la temporada de lluvia o las heladas.
Si bien todas estas alternativas son materia de análisis, y, sin duda, pueden ayudar a aumentar las arcas fiscales, también es necesario analizar qué tan factible es poder aumentar los impuestos y cuáles son los efectos que se podrían generar en los diversos sectores económicos al tratar de implementar estas medidas.
- Por Javier Jaque, Académico del Departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información de la Universidad de Chile