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Quiero dejar de estar gorda: la importancia de las pequeñas victorias

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  • Por Claudia Farah S.
Puede que numéricamente no sean tantos los kilos que he bajado, pero actividades tan simples como subir a la micro o los mismos ejercicios, ya requieren un esfuerzo menor. Entonces, me empiezo a creer la muerte y escarbo en mi clóset buscando esa ropa que no veía la luz del sol hace rato.

Entendamos que después de estar años poniéndome “lo que me cabe”, es un agrado tener la opción de elegir, incluso aunque no todo me quede bien, lo importante es que me queda. Incluso logré ponerme el anillo de luna con estrella que adoro, ¡por primera vez como en 2 años! Poco me importa que me apretara y tuviera que recurrir al jabón de manos para sacarlo…¡estuvo EN mi dedo! Esas son las pequeñas victorias que valoro como nada en esta etapa, porque son las que me motivan a seguir.

Facebook me muestra fotos de hace una década y en vez de mirarlas con nostalgia de “lo que fue”, pude encontrarme en ellas. Porque esa soy yo, esa es mi cara y no ésta tan redonda. Y la sensación de ir avanzando hacia “mi cuerpo” es extremadamente gratificante. Entonces sólo probé un bocado de la exquisita torta de cumpleaños de mi hija, pensé que iba a comer un trozo, pero mi cuerpo naturalmente decidió no hacerlo. Ni siquiera lo pensé. Como tampoco la pienso mucho al decir que no con una sonrisa a cualquier copete y me acuerdo de echar mis colaciones en la cartera cuál escolar, para que no me salga de mi pauta de alimentación.

Porque sé que estoy en un proceso largo, que el Programa Balance es el primer impulso, ese que me sacó de la inercia y me permitió mirarme tal cual soy, reconociendo qué vacíos emocionales tengo y cuáles merecen que me haga cargos y cuáles, contra todo pronóstico, voy a desechar porque no hacen un aporte real a la vida que quiero construir.

A 4 kilos por mes, esto va a tomarme 5 meses aproximadamente. No le tengo miedo a tomarme el tiempo que sea necesario para sacarme estos 20 kilos. Han pasado tantos años sin darme cuenta que siento que aunque me tome un año el tiempo sólo tiene la importancia cuando lo usamos de excusa.

La pesa cada lunes de estas 5 semanas ha marcado un número menor que el anterior y mis brazos se angostan al mismo tiempo que los pantalones empiezan a quedar sueltos. Entonces, tengo el maravilloso placer de decirme “misma, no nos vamos a comprar ropa antes de haber bajado al menos 10 y sólo lo necesario para resistir hasta los 20”.

Porque creo posible poder ir a comprarme ropa y elegir lo que quiero. Quién sabe, tal vez me vuelva loca e ¡intente una talla de multitienda! Porque hace mucho rato que es un absurdo para mí, porque esas tallas 48 -o incluso 50- no son lo que puedo encontrar en la ropa americana o europea, que si bien puede estar usada, las tallas son coherentes. Yo en talla UK soy 16 y todas las 16 me caben perfecto. En cambio, las 48 de una tienda no son lo mismo que la de otra y no saben el placer que será liberarme del calvario de intentar una por una hasta que encontrar aquel pantalón “en que quepa mi humanidad con las caderas palestinas incluidas”.

Comienza entonces una nueva semana con la sensación que ya recorrí un cuarto de este camino y que, realmente, queda menos. Si estoy más liviana, debiera llegar más rápido y más lejos, ¿no?

     
  • Por Claudia Farah S. Periodista independiente, MA in Philosophy, Politics and Economics (PPE) de University of York, Inglaterra
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