Pilas, agentes químicos, medicamentos y otros desperdicios que llegan a los rellenos sanitarios como Santa Marta, no sólo contaminan la tierra y las aguas. Si se queman, se convierten en algo peor que la nube tóxica que cubrió la ciudad esta semana.

Parte de los químicos del humo que cubrieron a Santiago tras el incendio del relleno sanitario Santa Marta en Talagante, eran desperdicios que regresaron a casa convertidos en nube tóxica ya que la falta de una cultura de los desechos a nivel nacional parte por casa. Las bolsas de basura que llegan a vertederos de todo el país contienen restos del botiquín, baterías, químicos peligrosos y otros compuestos que causan graves efectos en el entorno y que, si llegan a combustionar, pueden ser aún más dañinos.

El investigador del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago, doctor Luis Díaz Robles, advierte sobre este círculo en el que los mismos perjudicados, ignoran qué hacer con la basura de riesgo a la par de la existencia de vertederos clandestinos y otros botaderos. “Los vertederos suelen ser ilegales, un simple hoyo donde se tira la basura y por debajo no cuentan con ninguna capa impermeable. Los rellenos sanitarios también cuentan con muchos vectores de contaminación y pese a que existen amplias exigencias para su construcción, la basura que llega ahí también genera un riesgo para la spersonas como hemos visto recientemente”, dice el profesor USACH sobre los desperdicios comunes a cada hogar que no siempre llegan a lugares habilitados para su reciclaje o tratamiento.

“Cuando botamos botellas de PVC creemos que su ciclo acaba ahí, pero éstas tienen cloro en su composición y lo liberan cuando se descomponen, pero cuando es quemada genera organoclorados como las dioxinas y furanos que pueden ser sumamente tóxicos”, dice Díaz sobre el envase de bebidas y útiles de cocina.

“Ojalá no hubiera vertederos”

Sucede algo parecido con el cadmio o el níquel que contienen las pilas junto a otros metales pesados como también aparatos electrónicos en desuso que llegan a los vertederos. Enemigos de las plantas que generan energía a través de la quema de basura. En clases, el profe enseña el efecto de un reactor de estos comparándolo con el pickle del cocktail.

“Siempre le cuento a los alumnos que el proceso para hacer el pickle, es lo mismo que un relleno sanitario. En ambos se forma un ácido cuya agua o ácido acético después es usada por las bacterias para hacer metano. Si a nuestro pickle le echáramos una pila con sus metales pesados, no va a producir el metano posterior al eliminar las bacterías necesarias y se volverá tóxico”, ejemplifica.

Agrega a esta lista de indeseables en la basura los desperdicios electrónicos cada vez más abundantes, diversos tipos de plástico, los medicamentos, las hormonas y antibióticos, termómetros quebrados, todos los que van en contra de un relleno sanitario.

“Siempre fue polémico el relleno Santa Marta porque siempre fue probable el riesgo de incendio y su ubicación al suroeste coincide con los vientos que pasan por allí hacia la cuenca de Santiago. Nunca ha estado bien ubicado. Todo vertedero debería estra ubicado al norte de la ciudad, pero ojalá no existiesen.

Para llegar a ese escenario ideal, el camino es largo y requiere una total sintonía de la población, la empresa y el gobierno. “Es un proceso complejo que exige un plazo, una norma. Hay una ley de reciclaje que se está trabajando y que los investigadores esperamos que se promulge, después viene la educacion formal e informal en los niños y una mayor cultura del reciclaje. Se va a necesitar tiempo para eso”, sostiene.