El Premio Nacional de Periodismo fue creado en 1954 mediante la Ley 11479 de 1953. En un comienzo este se entregaba cada año, sin embargo esta ley fue modificada en 1972 mediante una nueva normativa, la 17.595, convirtiéndolo en bienal.
Este galardón abarcaba las menciones de Redacción, Crónica y Fotografía. En 1964 se agregó además la mención Dibujo.
Años más tarde nuevamente fue modificado, entregándose este cada dos años en cada mención.
Sin embargo, esta ley fue transgredida en 1991, al suspenderse la entrega a las diferentes menciones. Ese año el premio le correspondía a Fotografía. Sin embargo y sin aviso los reporteros gráficos postulantes se vieron frustrados al otorgársele a la única redactora que postuló: Raquel Correa.
En ese entonces, yo ocupaba la presidencia de la Unión de Reporteros Gráficos y Camarógrafos de Chile, y el ministro de Educación era Ricardo Lagos Escobar. Esta situación, absolutamente inusual en el otorgamiento del galardón, la cuestioné ante el ministro y el Ministerio. De nada sirvió. Las protestas de los postulantes no fueron oídas. Nunca hubo una explicación. De ningún tipo. Las puertas se cerraron y todo quedó en la nada sin que pudiese ser revertida.
A partir de ese año, solo fue otorgado a redactores.
Este año nueve periodistas han postulado al máximo galardón. Todos ellos cuentan con los requisitos. Sin embargo, en esta oportunidad una nueva situación anómala empaña el otorgamiento de este.
En primer lugar, el jurado que otorga este estímulo, no contará con ningún profesional de esta especialidad. El periodista a quien le correspondía unirse a este jurado debía ser el anterior Premio Nacional 2017, Manuel Alberto Gamboa Soto, fallecido el 11 de enero de este año. Se propuso que en su reemplazo el lugar fuera ocupado por el Premio Nacional 2015, Abraham Santibáñez. De acuerdo con la disposición de Contraloría, esto no puede ser. No hay reemplazo, ¡Insólito!
En segundo lugar. Como nunca, uno de los postulantes montó una campaña mediática usando las redes sociales para obtener firmas que apoyaran su candidatura. Una verdadera máquina electoral. Todos están en su derecho de organizarse para la presentación de méritos ante el Mineduc. Pero son méritos profesionales, no méritos de quien consigue más o menos firmas al azar.
Todos los postulantes han tenido una trayectoria y méritos suficientes para optar a este galardón y son esos atributos los que deben ver, leer y analizar los miembros del jurado, tras largas jornadas.
Sin embargo, en estos días hemos visto con estupor , el hecho más grave que ha transgredido esta entrega del máximo estímulo al que puede optar un periodista.
En una actuación verdaderamente falta de respeto, atropello, discriminación y vulneración a todos los principios democráticos, la Cámara de Diputados ha aprobado la resolución 656, por 109 votos a favor, tres en contra y 18 abstenciones, que establece “Invitar al jurado respectivo a que tenga a bien considerar estos argumentos y seleccione a una de las postulantes para el Premio Nacional de Periodismo”.
Insólito, falta de honor, falta de ética, falta de respeto. Un atropello al Poder Ejecutivo quien en definitiva es quien decide sin presiones de otro poder del Estado.
Su actuación es nefasta al inmiscuirse en una decisión tan trascendental para el gremio de los periodistas.
Diez parlamentarios fueron los de la iniciativa. Gabriel Ascencio (DC); Francisco Undurraga (Evópoli); Jorge Alessandri (UDI); Renato Garín (Independiente); Alexis Sepúlveda (PR); Manuel Monsalve (PS); Andrea Parra (PPD); Pedro Velásquez (Independiente); Alejandra Sepúlveda (FRVS) y Paulina Nuñez (RN).
Todos ellos pasaron a llevar olímpicamente a los otros ocho postulantes, sin ni siquiera haber leído una sola línea de los currículum de ellos. Sin importarles sus sueños y su meritoria trayectoria a los largo de su vida.
¿Cuál es el motivo que los impulsó a realizar este acto tan fuera de lógica y ética?
A uno de ellos, que le conozco, lo llamé y le envié un correo solicitándole que se excuse ante tamaño desaguisado. Hasta hoy espero su respuesta.
Espero que esta poco noble acción por decir algo tranquilo, no sea considerado por el Jurado del Premio Nacional de Periodismo 2019 y sean las trayectorias, méritos, ética y contribuciones a la verdadera información los que definan este galardón.
Y a los señores parlamentarios invitarlos a trabajar en lo que les corresponde y su mala acción sea analizada, para que todos sus proyectos y acuerdos no sean similares a esta incorrecta y poco atinada decisión.
Y por favor que no sigan actuando así para la decisión de los otros Premios Nacionales.
. Samuel Mena Orell, periodista Universidad de Chile.