Pilar Sordo: “La felicidad no tiene nada que ver con la alegría”
Muchos aseguran que el ser feliz significa el estar alegre todo el rato, el reírse todo el tiempo y -como manifiestan los más jóvenes- el estar siempre “arriba de la pelota”. Pero la psicóloga y escritora Pilar Sordo manifiesta que el creer que estas dos palabras son sinónimas es un error.
La profesional participó este miércoles en una conferencia organizada por la Asociación de Exportadores y Manufacturas (Asexma) e Incluye 360 cuyo nombre fue “La felicidad en el trabajo, juguemos todos en la misma plaza”, donde habló sobre el tema. Pero también se dio el tiempo para conversar con el diario La Nación al respecto.
– ¿Qué es esto de trabajar felices?
– Primero habría que entrar a definir qué es felicidad y por lo menos, lo que yo puedo aportar, como no soy sabia ni iluminada, es lo que descubrí en la investigación que hice en América Latina acerca del tema, donde se concluye que ser feliz es una decisión y que no tiene que ver con la alegría, sino que tiene que ver con la voluntad. Cuando se enfatiza tanto la felicidad en el trabajo es como llegar a pensar que de verdad deberíamos trabajar todos resignados y amargados. Eso hay que educarlo, el testimonio que nosotros estamos dando como adultos a los niños es horroroso, creo que ningún niño tiene muchas ganar de ser un trabajador cuando sean grandes, porque no ve a ningún adulto contento haciendo lo que hace, aun cuando lo estemos. A esto se suma que lo que contamos de nuestros trabajos generalmente no es lo más positivo, por lo tanto a nivel testimonial se debe revisar y creo que hay que lograr entender que, así como es mi obligación ser feliz en la vida con los dolores que tengo, también es mi obligación llegar a trabajar en lugares donde yo pueda desarrollar mis talentos, potencialidades y pueda, de alguna manera, esa decisión acompañarse en las horas que esté trabajando.
– ¿Quién es el responsable de que el trabajo tenga un concepto negativo?
– Incluso en Chile le decimos “pega”, es el único país que le decimos así, concepto que los españoles usan cuando tienen un problema. A nosotros nos cuesta mucho tener vocación de servicio y creo que el que trabaja sintiendo que sirve a los demás, no siente que trabaja. Hemos hecho una pésima prensa de la palabra responsabilidad, deber, etc. Todo eso es una tragedia, los lunes son una tragedia, los viernes son una fiesta y eso penetra mucho más en el inconsciente colectivo de lo que nosotros suponemos. Hemos hecho una especie de cultura fóbica frente al tema del trabajo y una exacerbación del descanso, cuando objetivamente el trabajo nos hace muy bien al alma. Va más allá de cuánto ganemos o no, sino que la valoración social que tenga el trabajo. El tema de la desigualdad, por ejemplo, es un tema que tiene que ver con lo económico y con la brutalidad de brecha que tenemos en Chile, pero también tiene que ver con la falta de reconocimiento. La gente necesita sentirse reconocida en lo que hace, independientemente de la labor que tenga.
– ¿No crees que el capitalismo también es responsable?
– Absolutamente, la gente está enajenada por consumir y eso nos hace sobrevalorar el dinero sobre la satisfacción laboral, sobrevalorar el sueldo por sobre lo que yo pueda aportar en el trabajo. En las generaciones jóvenes de hoy, me refiero a los que tienen veintitantos, es dramática la parada que tienen al respecto.
– ¿Qué opinas de lo que algunos empleadores manifiestan al señalar que la felicidad es importante para producir más?
– Eso es lo que a mí me molesta, cuando es un mensaje encubierto, cuando en el fondo me interesa que mis trabajadores sean felices -entendiendo felicidad el estar contento, lo que ya es un error- porque con eso aumenta la productividad. Creo que eso se nota, porque los trabajadores no somos tontos y terminamos dándonos cuenta si de verdad hay una preocupación por mí como persona y me están capacitando en el tema de liderazgo o de felicidad porque de verdad les importa que la gente tenga una mejor calidad de vida, o porque en la medida que pase eso la productividad va a ser mayor, lo que evidentemente va a ocurrir.
– ¿Qué consejos le podrías dar al empleador y al trabajador para poder ser feliz en el trabajo?
– Primero descomprimir esos dos conceptos y sentir que yo puedo ser feliz estando triste, que la voluntad de dar lo mejor de mí, aun cuando yo tenga problemas personales, duelos o lo que fuere, es lo que de alguna manera me va a poner más contenta a lo largo del día, pero no porque no tenga problemas, sino porque estoy dando la pelea con esa decisión. Y eso es válido para ambos, para el empleador y para el trabajador. Algo que nos falta mucho a los chilenos en general es la capacidad para agradecer lo que tenemos y no siempre estar centrado en lo que nos falta, creo que eso también afecta a ambos. El vicio de quejarse todo el día, los empleadores de los trabajadores y los trabajadores de los empleadores, no sirve, no crece nadie, perdemos todos. Objetivamente tenemos como país muchas cosas que agradecer respecto a otros países y sin embargo vivimos mucho peor en términos de calidad de vida, justamente porque nos quejamos mucho más.
– Se está debatiendo un proyecto de ley que busca rebajar las horas semanales de trabajo para, entre otras razones, estar más tiempo con la familia. ¿Crees que eso ayuda?
– Creo que eso podría ayudar en la medida en que todos fuésemos reeducados a estar con la familia, porque creo que hay un tema de tiempo, pero también hay un tema de prioridades. O sea, si yo dedico a estar una hora y media de mi vida a ver las noticias todos los días, donde además me informan siempre lo mismo, no me parece. Ahora, si esa hora y media yo se la dedico a mi pareja o a mis hijos, créeme que los psicólogos tendríamos menos trabajo. Yo siento que hay que reeducar el ocio y el ocio en Chile está reeducado en base a la tecnología, al estar echados, no al hacer cosas. Si se reeduca el ocio, me parece fantástico reducir la cantidad de horas de trabajo, porque quiere decir que aprendimos.