La actriz chilena
Paulina García defendió este jueves en
Cannes con
“La novia del desierto” un relato sobre segundas oportunidades, “muy interesante y un desafío”, que está dirigido por las debutantes
Valeria Pivato y
Cecilia Atán.
Teresa, la protagonista, es una mujer de
54 años que
toda su vida ha trabajado como sirvienta y que
se ve obligada a emprender un largo viaje en el que se descubrirá a sí misma después de que la familia venda la casa y la mande a la lejana San Juan.
“Se ve como un personaje retraído. Son pocas las veces que un protagónico puede tener esa cualidad, y
me pareció una hermosa oportunidad para buscar o poner luz sobre lugares desconocidos para mí”, explicó la intérprete a EFE.
García se estrena en Cannes por partida doble y las dos en la
sección oficial Una Cierta Mirada: Junto a este filme coproducido por Argentina y Chile participa también con
“La cordillera”, del argentino Santiago Mitre, encabezado por
Ricardo Darín.
LAS DIRECTORAS
Tras una exitosa carrera que dio el salto a nivel internacional con
“Gloria”, rol que le valió el
Oso de Plata a la
mejor actriz en la Berlinale de 2013, la intérprete apuesta en esta ocasión por
dos directoras noveles, de las que le atrajo su fuerte compromiso con el proyecto.
Pivato y Atán, nacidas en Buenos Aires en 1973 y 1978, respectivamente, tenían una
larga trayectoria como asistentes de dirección, en películas como
“El hijo de la novia” o
“El secreto de sus ojos”, antes de lanzarse en solitario.
Esta cinta, según la primera, lanza un mensaje “optimista”: “
Hay una sensación de un bienestar al final, de tener la posibilidad de empezar de nuevo, no importa cuál sea la edad”.
“
Es difícil encontrar en el cine mundial historias encarnadas por mujeres de 50 años, y en una época donde pareciera que todo te tiene que pasar antes de los 30, ser exitoso, tener familia e hijos, mostrar de alguna manera que a los 50 todo puede pasar de nuevo nos parecía sumamente atractivo”, añade.
Para Pivato, darle el peso de la cinta a una mujer, y centrarse en ese universo femenino, “tiene que ver con la cuestión de que cuando uno escribe y crea siempre hay algo propio en eso que está haciendo.
Es bastante natural y orgánico pensar en que nuestros personajes sean femeninos”, sostiene.
“Dos directoras femeninas contando un personaje femenino no le quita de todas maneras la universalidad.
La película mezcla una mirada femenina sobre una determinada cuestión, pero Teresa es un personaje de lo más universal”, matiza Atán.
Tanto las dos cineastas como la actriz principal ven como un
premio haber llegado a Cannes, por más que, según Pivato, esto suene “a lugar común”.
Su elección contribuye además a equilibrar la balanza en una industria tradicionalmente dominada por los hombres.
“Hace falta hacerse espacio”, afirma Atán, quien
“en un universo históricamente masculino, en un mundo que cada día parece ser menos machista pero no lo es”, anima a las cineastas a avanzar “sin preguntar”.
Y aunque ellas siempre pensaron este primer proyecto con la idea de “cruzar límites”, incluidos los territoriales, al elegir para el rol protagonista a una actriz chilena, tanto las directoras como García subrayan que la coproducción es para el cine latinoamericano una salida natural y “obvia”.
“A los gringos imagino que no les importa tanto, pero a Europa, Latinoamérica (…) creo que nos incumbe.
Nos necesitamos, necesitamos generar la mayor cantidad de lazos posibles que permitan un diálogo fluido, porque por lo menos los pueblos ya están interconectados”, concluye la actriz.