Los opositores venezolanos votan este domingo en un plebiscito simbólico para mostrar su rechazo al presidente Nicolás Maduro, y con ello presionar por un pronto cambio de gobierno tras casi cuatro meses de violentas protestas.
Con la expectativa de una masiva participación, la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD) abrió las 14.300 mesas de votación a las 07H00 locales (11H00 GMT), para preguntar a los venezolanos si rechazan la Asamblea Constituyente convocada por Maduro y aprueban la celebración de elecciones.
Antes de la hora prevista ya había colas en sectores de Caracas, donde desde temprano se instalaron carpas y mesas con sus respectivos delegados y voluntarios, muchos vestidos de blanco, observaron periodistas de la AFP.
Sin el aval del Consejo Nacional Electoral (CNE), acusado de servir al gobierno, la consulta popular no es vinculante, pero la oposición confía en que una votación de millones le permitirá torcerle el brazo al gobierno.
“Marcará un antes y un después en esta lucha por recuperar la democracia en Venezuela”, dijo Julio Borges, jefe del Parlamento, de mayoría opositora, al considerar el plebiscito un punto culminante de la ola de manifestaciones.
Venezuela vive una fuerte convulsión con protestas que dejan 95 muertos desde el 1 de abril, y una de las peores crisis económicas de su historia, que asfixia a la población con una severa escasez e inflación de tres dígitos.
La oposición acusa a Maduro de llevar al país a la bancarrota y a una “dictadura” que busca consolidarse y perpetuarse con la Constituyente, mientras que el presidente dice que sus adversarios quieren derrocarlo con ayuda de Estados Unidos.
Según Maduro, la Constituyente es el “único camino” hacia la paz y la recuperación económica, por lo que nada impedirá la elección, el 30 de julio, de sus 545 asambleístas, para lo cual el CNE hará este domingo un simulacro de votación.
Pero su proyecto le costó la fractura del chavismo, encabezada por la fiscal general, Luisa Ortega, quien aún no ha anunciado si votará en el plebiscito, como sí lo harán su esposo y diputado chavista Germán Ferrer y otros disidentes.
La encuestadora Datanálisis afirma que 70% de los venezolanos rechaza la Constituyente y, según sus proyecciones, unas 10,5 millones de personas -de 19 millones de electores- están dispuestas a votar en el plebiscito.
Buscando darle credibilidad, la oposición nombró garantes a cinco rectores de universidades y cuenta como observadores con los expresidentes Vicente Fox (México), Andrés Pastrana (Colombia), Laura Chinchilla y Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica) y Jorge Quiroga (Bolivia).
“Maduro tiene que entender que ya nadie le quiere. Tiene que salir ya, basta”, aseguró Fox, quien llamó a votar masivamente.
Pero el gobierno ve el plebiscito como una “consulta interna” de la MUD o un acto más de protesta. Sin embargo, Maduro suavizó la víspera el tono y llamó a que se realice el acto “en paz”.
“Un Show internacional (…) háganlo, pero en paz. Sólo pido respeto, pacíficamente, sin ningún incidente”, subrayó el mandatario socialista.
Para el oficialismo, nada garantiza que no se inflen los resultados. Argumentando que busca evitar represalias para los votantes, la MUD destruirá los cuadernos electorales.
“Una gran movilización y participación siempre aumenta el poder de negociación, de eso se trata la consulta”, aseguró León.
Definido como un “acto de rebeldía”, la oposición afirma que tras el plebiscito se activará esta semana la “hora cero”, la fase decisiva de las protestas para sacar a Maduro del poder, sin descartar una huelga general.
Pero respaldado por los poderes electoral, judicial y las Fuerzas Armadas, Maduro da por descontado que tendrá de su lado a un “suprapoder” que regirá por tiempo indefinido, con facultad hasta para anular al Parlamento de mayoría opositora y a una Fiscalía rebelde.
El plebiscito también preguntará a los venezolanos si están de acuerdo con renovar los poderes públicos y en exigirle a las Fuerzas Armadas -principal sostén de Maduro- que respeten la Carta Magna.
Los resultados serán entregados por la noche.
Con la expectativa de una masiva participación, la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD) abrió las 14.300 mesas de votación a las 07H00 locales (11H00 GMT), para preguntar a los venezolanos si rechazan la Asamblea Constituyente convocada por Maduro y aprueban la celebración de elecciones.
Antes de la hora prevista ya había colas en sectores de Caracas, donde desde temprano se instalaron carpas y mesas con sus respectivos delegados y voluntarios, muchos vestidos de blanco, observaron periodistas de la AFP.
Sin el aval del Consejo Nacional Electoral (CNE), acusado de servir al gobierno, la consulta popular no es vinculante, pero la oposición confía en que una votación de millones le permitirá torcerle el brazo al gobierno.
“Marcará un antes y un después en esta lucha por recuperar la democracia en Venezuela”, dijo Julio Borges, jefe del Parlamento, de mayoría opositora, al considerar el plebiscito un punto culminante de la ola de manifestaciones.
Venezuela vive una fuerte convulsión con protestas que dejan 95 muertos desde el 1 de abril, y una de las peores crisis económicas de su historia, que asfixia a la población con una severa escasez e inflación de tres dígitos.
La oposición acusa a Maduro de llevar al país a la bancarrota y a una “dictadura” que busca consolidarse y perpetuarse con la Constituyente, mientras que el presidente dice que sus adversarios quieren derrocarlo con ayuda de Estados Unidos.
Según Maduro, la Constituyente es el “único camino” hacia la paz y la recuperación económica, por lo que nada impedirá la elección, el 30 de julio, de sus 545 asambleístas, para lo cual el CNE hará este domingo un simulacro de votación.
Pero su proyecto le costó la fractura del chavismo, encabezada por la fiscal general, Luisa Ortega, quien aún no ha anunciado si votará en el plebiscito, como sí lo harán su esposo y diputado chavista Germán Ferrer y otros disidentes.
La encuestadora Datanálisis afirma que 70% de los venezolanos rechaza la Constituyente y, según sus proyecciones, unas 10,5 millones de personas -de 19 millones de electores- están dispuestas a votar en el plebiscito.
“Acto de rebeldía” o “show internacional”
La consulta, que también se realiza en unos 80 países para los venezolanos en el exterior, es apoyada por sectores de la sociedad civil, la Iglesia católica, Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos (OEA), Estados Unidos y varios gobiernos de América Latina y Europa.Buscando darle credibilidad, la oposición nombró garantes a cinco rectores de universidades y cuenta como observadores con los expresidentes Vicente Fox (México), Andrés Pastrana (Colombia), Laura Chinchilla y Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica) y Jorge Quiroga (Bolivia).
“Maduro tiene que entender que ya nadie le quiere. Tiene que salir ya, basta”, aseguró Fox, quien llamó a votar masivamente.
Pero el gobierno ve el plebiscito como una “consulta interna” de la MUD o un acto más de protesta. Sin embargo, Maduro suavizó la víspera el tono y llamó a que se realice el acto “en paz”.
“Un Show internacional (…) háganlo, pero en paz. Sólo pido respeto, pacíficamente, sin ningún incidente”, subrayó el mandatario socialista.
Para el oficialismo, nada garantiza que no se inflen los resultados. Argumentando que busca evitar represalias para los votantes, la MUD destruirá los cuadernos electorales.
Un poder de negociación
El analista Luis Vicente León opinó que el éxito de la oposición no depende de la cantidad de personas que mueva este domingo, sino de la capacidad de mantenerlas en “lucha pacífica” para lograr su objetivo: la salida de Maduro.“Una gran movilización y participación siempre aumenta el poder de negociación, de eso se trata la consulta”, aseguró León.
Definido como un “acto de rebeldía”, la oposición afirma que tras el plebiscito se activará esta semana la “hora cero”, la fase decisiva de las protestas para sacar a Maduro del poder, sin descartar una huelga general.
Pero respaldado por los poderes electoral, judicial y las Fuerzas Armadas, Maduro da por descontado que tendrá de su lado a un “suprapoder” que regirá por tiempo indefinido, con facultad hasta para anular al Parlamento de mayoría opositora y a una Fiscalía rebelde.
El plebiscito también preguntará a los venezolanos si están de acuerdo con renovar los poderes públicos y en exigirle a las Fuerzas Armadas -principal sostén de Maduro- que respeten la Carta Magna.
Los resultados serán entregados por la noche.