Una niña de 10 años dio a luz hace unos días en la provincia de Mendoza, Argentina. El caso, que conmocionó al país, es un fiel reflejo de la situación que viven muchas menores en América Latina. La región, cuenta con las cifras más altas de embarazos no planeados del mundo con el 56%. Así lo estableció el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Las altas tasas ponen en evidencia la realidad que viven las mujeres en la región y la falta de medidas para ampararlas.
El caso de la pequeña argentina ilustra una realidad alarmante. La niña, con tan sólo 10 años, se había presentado a la guardia de un hospital tras sufrir fuertes dolores abdominales. Al examinarla, los médicos dieron cuenta de una situación mucho más grave. La joven estaba transitando su octavo mes de embarazo, producto de los abusos sexuales propiciados por su tío. Este hecho no sólo pone en relieve la problemática del embarazo de niñas, sino también, los casos de abuso que éstas sufren.
Si bien el aborto en Argentina está permitido en caso de violación, el procurador consideró que la joven no podía someterse a dicho procedimiento, ya que su embarazo se encontraba avanzado. Es por eso que finalmente, la niña dio a luz y decidió dar en adopción al bebé.
Un caso similar al sucedido en Argentina, se dio a conocer en Chile. El Tribunal Supremo chileno autorizó el aborto de una niña de 13 años, a pesar de que lleva casi ocho meses de gestación. El embarazo de la menor, había sido producto de una violación a la cual fue sometida la niña por parte de un colega de su padre.
Ninguna persona se imagina a una niña de 10 años dando a luz a un bebé. No es una imagen a la que muchos están acostumbrados, aunque resulta mucho más frecuente de lo que se cree. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), cada tres horas, una niña de entre 10 y 14 es madre en Argentina.
Según explican los expertos de UNICEF, los embarazos infantiles no son producto de una sola causa, sino de distintos factores como: “la pobreza, las uniones tempranas, la exclusión de la escuela, la violencia sexual, la falta de educación sexual integral a tempranas edades y la ausencia de servicios de salud accesibles”.
Los últimos datos presentados dan cuenta de una situación que debe revertirse. En Argentina, durante el 2015, alrededor de 3.000 niñas menores de 15 años, fueron madres. Además, en el país, una de cada seis mujeres tiene su primer hijo antes de cumplir los 19 años. Según las estimaciones, el 69% de los casos de embarazos no fueron planificados.
La problemática del embarazo infantil, no es exclusiva de Argentina. La situación no es mucho mejor en el resto de los países de la región. Esta semana, la representante de UNICEF en Bolivia, Sun-Ah Kim Suh, expresó su preocupación por el número de casos de embarazos de menores de 15 años en el país. Para muchos especialistas, estos casos impiden que las jóvenes y niñas puedan continuar con su proyecto de vida.
Los últimos datos presentados por el Servicio Nacional de Información de Salud (SNIS), indican que en Bolivia se registraron al menos 2.027 casos de madres menores de 15 años, entre enero y julio de este año. Tal como sucedió en el caso de la niña argentina, estos embarazos tuvieron como principal causa, la violación sexual.
México tampoco se queda exento de esta alarmante situación. El país ocupa el primer lugar en embarazos adolescentes, entre las demás naciones miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En el país, se registran 77 embarazos cada mil mujeres. Además, según encuestas recientes, el 60% de las adolescentes sexualmente activas, confesó no utilizar ningún método anticonceptivo a la hora de mantener relaciones.
El embarazo infantil es sólo una de las caras de la deteriorada situación de la región. La desigualdad, la pobreza, el abuso, la falla en los sistemas educativos, son otras de las caras de esa misma moneda. Todos estos factores, que están conectados entre sí, están forjando el destino de América Latina. Ninguno de ellos debe ser desestimado ni desatendido.
Si bien los problemas son compartidos en la región, cada país debe ocuparse de tratar los males que lo aquejan. La educación es un elemento fundamental a la hora de combatir las altas tasas de embarazo infantil. La visibilización del tema también es importante. En casos así, es necesario difundir información, para que la población pueda comprender la dimensión de la problemática.
El acceso a un sistema de salud equipado es indispensable. Como así también lo es, un sistema judicial transparente, donde los abusos sean castigados y el cual ampare a las víctimas. La contención también es vital. Pero más aún lo es la prevención. Prevenir, antes que curar. Esa es la cuestión.
*Tomás Echeverría es Periodista freelance argentino, residente en España, con estudios en Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Católica Argentina.