Línea 6, el parche antes de la herida
*Por Pablo Vidal
La llegada del Metro a comunas populares como Cerrillos o Pedro Aguirre Cerda es un aporte innegable al mejoramiento de la calidad de vida de las personas, pues minimizan la congestión en las calles, disminuyen los tiempos de traslado y ofrecen un mecanismo de transporte digno, rápido y no contaminante para los ciudadanos.
Sin embargo, tal como se lo manifesté a los dirigentes y vecinos con los que compartí en la ceremonia de inauguración, es preocupante la falta de planificación con la que se abordan este tipo de inversiones públicas. Con todos los beneficios que traen, las líneas y estaciones de Metro no pueden seguir siendo el salvavidas -muchas veces tardío- que llega a paliar el colapso, el abandono o el déficit de conectividad de algunos sectores de la ciudad. Metro no puede ser la solución reactiva a los desastres urbanos que deja la voracidad de las empresas inmobiliarias en su afán por construir sólo ahí donde les genere más ganancias -muchas veces con la complicidad de algunos municipios-, como en el caso de Estación Central y sus mal llamados “guetos verticales”. Así, lo único que conseguimos es tapar hoyos en una vereda, mientras se rompe la del frente.
Lo que necesitamos es un Metro integrado a la planificación territorial de la ciudad, que nos permita hacerla crecer armónicamente junto a sus habitantes y no a costa de ellos. Que sea una herramienta para generar nuevos polos de desarrollo y subcentros urbanos que, a su vez, generen empleo y crecimiento económico en cada una de las comunas de forma equilibrada. En definitiva, que la apertura de nuevas líneas y estaciones de Metro sea una razón para irse a vivir a un determinado sector y no para evitar huir de ellos.
Un ejemplo concreto de esta visión integrada del desarrollo urbano, es lo que se está impulsando en Municipalidad de Cerrillos, donde en el marco del proyecto Parque Bicentenario -que contempla la construcción de más de 17 mil viviendas en los próximos 20 años-, nos hemos puesto a disposición de dicha comunidad para pensar en conjunto cómo integramos a ese proyecto el equipamiento comunitario, los servicios públicos, los emprendimientos privados, el potenciamiento del comercio local y la creación de fuentes de empleo que requieren quienes viven o van a llegar a vivir a dicha comuna.
No queremos más “comunas dormitorio”, donde los vecinos llegan sólo para dormir, mientras el resto de su vida lo tienen que hacer en otras comunas (trabajar, divertirse, abastecerse de productos y utilizar servicios). Queremos territorios que ofrezcan un nivel de servicio y equipamiento tal que la gente pueda hacer su vida en aquel lugar en el que eligieron para vivir.
*Pablo Vidal es Geógrafo de la Universidad Católica y experto en planificación territorial.