Waldo Chacón Maccarini, cientista político, Proyecto Democracia Universidad Miguel de Cervantes.
Múltiples actores valoran negativamente el sistema político y, en particular, a los partidos. Esto ha puesto nuevamente de actualidad el tema de las reformas políticas. Entre las propuestas destaca la que, a partir del umbral mínimo vigente del 5% de la votación para la existencia de un partido, agrega como sanción no acceder a cargos parlamentarios.
Cabe destacar que los problemas en el sistema político no se deben a una falta de iniciativas de reformas. Al contrario, considerando solo desde el año 2000 en adelante, se constata una intensa actividad legislativa en este ámbito, mediante la aprobación de normas referidas a:
Separación de elección de Alcaldes y Concejales (2001), Ley de financiamiento electoral (2003), inscripción automática y voto voluntario (2012), elecciones primarias (2012), elección directa de los Consejeros Regionales (2014), voto de los chilenos en el exterior (2014), restablecimiento del sistema proporcional (2015), modificación de la Ley de financiamiento electoral y de la Ley orgánica constitucional de partidos políticos, con inclusión del refichaje obligatorio (2016), elección del Gobernador Regional (2017), ley de limite a la reelección (2017), restablecimiento del sufragio obligatorio (2023).
La confianza excesiva en remediar por la vía legislativa lo que se percibe como defectos del sistema político se contrapone al hecho de que una misma normativa, dependiendo de la cultura y del contexto político, puede dar lugar a resultados diametralmente opuestos.
Un buen ejemplo es el caso de la Tercera República Francesa comparado al del Reino Unido en los mismos años. Con el mismo sistema electoral y parlamentos, con gran número de escaños (550-600) y con electos en distritos uninominales con mayoría simple, los resultados fueron diametralmente opuestos. En el Reino Unido, se configuró un sistema de grandes partidos y gobiernos estables. En Francia, por el contrario, condujo a múltiples partidos, débilmente estructurados en torno de liderazgos y gobiernos de corta duración.
En Chile, la fragmentación tiene una larga tradición. Ya en la década de 1910, con unos 150 mil votantes, seis partidos tenían representación en el Congreso. Los máximos niveles se dieron en los años 30 y 50, coincidiendo con la reconfiguración del sistema de partidos. Al prohibirse los pactos electorales, el número de partidos se redujo, pero sin que esta menor fragmentación trajera consigo una menor polarización. Por el contrario, ella aumento en la década de 1960.
Por otra parte, la aplicación del umbral del 5% a los comicios de diputados del 2021 hubiera significado una redistribución de 28 escaños, que representaban el 28,62% de los votantes que habrían quedado sin representación. Esta es una cifra cercana a la del Perú, que aplica el criterio de sanción propuesto, sin por ello consolidar un modelo político estable.
Una reforma debe tener un alcance múltiple de medidas, junto con hacerse cargo de los riesgos de dejar sin representación a una parte importante del electorado y de un eventual efecto de expulsión de fuerzas que queden fuera del sistema
En muchos países se observa una tendencia creciente a la fragmentación, cuya explicación y eventual solución no es mono-causal. Por ello, los intentos de aumentar la gobernabilidad -supuestamente causada exclusivamente por la fragmentación partidista con reformas solo al marco electoral- no parecen del todo sólidas o completas.
Waldo Chacón Maccarini, cientista político, Proyecto Democracia Universidad Miguel de Cervantes.