.Tamara Toro, coordinadora General de Inclusión Sociolaboral de Fundación Ronda.
Cuando ya se cumplen 6 meses desde iniciada la cuarentena en nuestro país, donde el uso de mascarillas ha sido una de las medidas impuestas en todo el mundo, para evitar el contagio de Covid 19, consideramos que la comunidad sorda puede verse más aislada comunicacionalmente, por no poder leer los labios de los y las hablantes.
Esta situación solo se ve más agravada cuando nos damos cuenta de que las medidas para informar a la comunidad sobre esta pandemia no han sido realmente inclusivas, por lo que nos hemos encontrado con intérpretes falsos transmitiendo información oficial y de suma relevancia, o centros de atención de salud que no tienen como comunicarse con la comunidad sorda, en medio de esta crisis sanitaria.
En el mundo existen alrededor de 72 millones de personas sordas, mientras que en Chile un 16,7% de la población vive con alguna situación de discapacidad. De ellas, el 8,2% presenta sordera o dificultades para oír, según la Encuesta Nacional de Discapacidad (2015). Esta comunidad ha desarrollado una identidad propia y lleva años luchando por el reconocimiento y respeto de la lengua de señas, como medio oficial de comunicación.
Pese a que la Lengua de Señas Chilena (LSCh) fue reconocida como lengua de comunicación natural y oficial en el Artículo 26 de la Ley 20.422, que establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad, en el año 2010, siguen existiendo grandes brechas contextuales.
Y para qué hablar del panorama laboral. Gracias a la creación de la Ley 21.015 de Inclusión Laboral, se han abiertos muchas puertas para personas con discapacidad, pero por esta misma normativa, hasta la actualidad no se puede asegurar que los procesos de inclusión laboral sean efectivos y perdurables en el tiempo.
Es nuestro deber como sociedad tomar conciencia sobre la comunidad sorda en nuestro país, realizando catastros que den cuenta de cuantas personas requieren intérprete de la lengua de señas chilenas para comunicarse en su lengua natural, y que sean otorgados de forma gratuita, además de educar al respecto.
Incluir realmente, partiendo desde la base, enseñando lengua de señas en los establecimientos educacionales, tal como se comprometió en el plan del Gobierno del actual mandato “Introducir gradualmente la enseñanza de la lengua de señas en las escuelas y liceos”. Es tarea de todos y todas derribar brechas que no permiten la inclusión social.
.Tamara Toro, coordinadora General de Inclusión Sociolaboral de Fundación Ronda.