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La turbulenta vida afectiva de Maradona

Al principio tenía una armónica relación con su esposa, Claudia Villafañe, madre de Dalma y Gianinna. Al paso de los años se conocieron las aventuras amorosas, junto con la droga, las fiestas y los desbordes emocionales de Diego.
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Un matrimonio con su novia de la adolescencia, en el que tuvo dos hijas adoradas, batallas legales, turbulentas peleas familiares y una lista de otros hijos reconocidos poco a poco conformaron la vida afectiva y familiar del fallecido astro del fútbol Diego Maradona.

Al principio fue armónica la relación con su esposa, Claudia Villafañe, madre de Dalma y Gianinna.

Al paso de los años se conocieron las aventuras amorosas, junto con la droga, las fiestas y los desbordes emocionales.

La justicia probó que fue padre de dos varones y una mujer con distintas mujeres, y que al menos hay un puñado de posibles vástagos bajo investigación, todo en medio del naufragio de su matrimonio.

AMORES Y RUPTURAS

Maradona mantuvo siempre un fuerte compromiso afectivo con sus padres, ‘Don’ Diego Maradona y Dalma Salvadora ‘La Tota’ Franco, oriundos de la empobrecida provincia de Corrientes (nordeste). Jamás se olvidó de ayudar a sus siete hermanos.

Nació y pasó su infancia en Fiorito, una villa miseria (barrio de emergencia) al sur de la capital. Sus hermanos fueron Ana, Rita, Elsa, Rosa, Raúl, Hugo y Claudia.

Sus hermanos Raúl (‘Lalo’) y Hugo (‘El Turco’) intentaron seguir sus pasos. ‘Lalo’ llegó a jugar en Deportivo Municipal de Perú. Con la camiseta de Toronto de Canadá actuó en fútbol de salón.

‘El Turco’ fue un trotamundos del fútbol. Pasó por Ascoli (Italia), Rayo Vallecano (España), Rapid Viena (Austria), Future Shizuoka y Fukuoka Blux (Japón), entre otros clubes. Jugó también en selecciones juveniles argentinas.

En 1977, un año después de su debut en primera, Maradona conoció a Villafañe en un local bailable. Doce años más tarde, en el clímax de su trayectoria, se casaron y lo celebraron con toda pompa y derroche, en el estadio Luna Park de Buenos Aires, con 1.200 invitados.

“Si los novios de mis hijas las hacen llorar dos o tres veces van a tener un accidente”, amenazaba como prueba de su devoción por las jóvenes, emocionado hasta las lágrimas.

Después del divorcio con Villafañe, la acusó ante la justicia de “ladrona” de bienes y recuerdos suyos. La relación con sus hijas se enfrió hasta llegar a la ruptura.

“Dalma y Gianinna eligieron estar con quien no es un buen ejemplo de madre”, dijo al cambiar de idea sobre ambas.

Villafañe dijo que la denuncia de su exmarido era “una difamación”. El entuerto legal duró años y la mujer recibió un fallo en su contra, pero el caso siguió abierto por las apelaciones.

PAREJAS Y PATERNIDAD

La italiana Cristiana Sinagra denunció en la justicia que Maradona era el padre de su hijo, Diego ‘Junior’. Los análisis de ADN le dieron la razón y ordenaron el pago de sustento económico.

Tuvieron que pasar años hasta que el astro reconociera a Junior en lo afectivo, cuando el joven, un jugador de fútbol playa, participó de un concurso de baile en Argentina.

Otro juicio que declaró su paternidad fue el iniciado por Valeria Sabalaín, otra de sus amantes y madre de Jana Sabalaín, a quien se otorgó el derecho a usar el apellido Maradona.

Pese a una separación de hecho, fue Villafañe quien lo asistió junto al lecho de enfermo cuando estuvo hospitalizado en 2004 al borde de la muerte.

Una pareja estable formó durante nueve años con Verónica Ojeda, una profesora de educación física. De la unión nació Dieguito Fernando.

Dalma Maradona acusó una vez a Ojeda de usar “fotos trucadas” como manipulaciones para que su padre se enemistara con sus dos primeras hijas. Dalma y Verónica se detestaban.

Cuando Ojeda estaba embarazada, Maradona rompió el vínculo e inició otro con Rocío Oliva, una exfutbolista con la cual convivió durante seis años.

“Hay pequeñas cosas que me hicieron decir que (Maradona) ‘no es la persona con la que yo quiero o merezco estar’”, declaró una vez Oliva.

¿HIJOS CUBANOS?

Un día el abogado del excapitán albilceleste, Matías Morla, causó sorpresa al asegurar que “hay otros tres hijos y quizás un cuarto, en Cuba”, de los tiempos en que residía en la isla para su rehabilitación.

Incluso dio los nombres de dos mujeres, Joana y Lu, y de dos varones, uno de ellos Javielito y otro que se llamaría Harold.

En medio del río revuelto también surgieron otras declaraciones públicas de supuestas paternidades, pero hasta el momento sin asidero.

Son los casos de Santiago, un joven hijo de Natalia Garat, ya fallecida, y de Magalí, adoptada de chiquita, hasta que su madre biológica, en un reencuentro, le dijo que el padre era Diego. Magalí inició una demanda judicial de filiación.

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