Roberto Viereck, profesor asociado en Concordia University, en Montreal; Doctor en Literatura Hispanoamericana y periodista.
La decisión de reflotar, a casi dos años y nueve meses de que se produjera el estallido social, en octubre de 2019, el (verdadero) sentido popular del proceso constituyente que lleva desarrollándose en Chile, es un acontecimiento indudablemente significativo que ha cambiado completamente la dinámica del debate político a poco más de un mes de que se celebre el llamado plebiscito de salida.
En tal sentido, hay dos dimensiones entrelazadas de este anuncio, una más de forma y otra más de fondo, sobre las que me gustaría elaborar y compartir algunas ideas.
En primer lugar, es evidente que el anuncio del Presidente Boric que le recuerda a la ciudadanía que de ganar la opción por el Rechazo en el próximo plebiscito de salida habrá que iniciar, desde cero, un nuevo proceso constituyente, es un comunicado que, en primera instancia, puede leerse como la simple expresión de la inseguridad que un gobierno experimenta ante la posible – o al menos visualizada por ellos como posible- derrota del Apruebo. Esta lectura, de suyo emocional (y para la mayoría extenuante porque nadie quiere que se siga prolongando un proceso que ya se siente como eterno), resulta inevitable en el actual contexto de presión mediática que ejercen las siempre tan mentadas encuestas que algunos citan como si de bolas de cristal se tratara. Es una dimensión del comunicado que, como dije, es inevitable y obviamente no contribuye en nada, ni a fortalecer la opción del Apruebo, ni tampoco a la imagen del gobierno.
Sin embargo, esta dimensión negativa se encuentra matizada, pero también preocupantemente profundizada, por otra, más de fondo y significativa, que inadvertidamente puede contener la semilla del verdadero debate y dilema que posiblemente se reactiven en caso de que gane el Rechazo el próximo 4 de septiembre. Me refiero al debate y el dilema del sentido popular que el anuncio de Boric invoca cuando le recuerda a la ciudadanía dos cosas que el “mandato popular del pueblo de Chile” se inspira en el aplastante triunfo del Apruebo (con Convención constitucional), conseguido en el plebiscito de entrada, así como que dicho mandato fue y debe seguir siendo reemplazar la actual Constitución del 80. Ambos recordatorios, en concreto, implican instalar, cómo se sabe, una “tercera opción” en caso de que gane el Rechazo, a poco más de un mes de que se celebre un plebiscito que, en la papeleta, solo tendrá dos opciones. Estamos hablando, si de recordar de trata, de un plebiscito que fue pactado y suscrito de ese modo, durante la noche del 15 de noviembre de 2019, por la mayoría de los representantes de los partidos políticos, incluyendo el del Presidente Boric y la derecha en pleno, y que consigna expresamente que de ganar el Rechazo la Constitución que seguirá vigente es la actual, la del 80, la de la dictadura, la misma que ha hecho posible por 42 años que el neoliberalismo destruya socialmente a Chile hasta llevarlo hasta el fondo de la encrucijada social y política en que se encuentra hoy.
Si estamos de acuerdo, no cabe duda que es una situación altamente compleja que comporta, además, un riesgo potencial enorme para la gobernabilidad del país. Se trata de una encrucijada mayor en la que resulta inevitable que este sentido popular, contenido en el reciente anuncio del Presidente Boric, actualice la dimensión polisémica que la palabra popular ha adquirido desde que se produjo el estallido social, el 18 de octubre de 2019. En cuanto a esto último, vale también la pena recordar, y quizás hasta recalcar, que este fue el acontecimiento social que hizo posible que los representantes de la mayoría de los partidos llamados de izquierda y de centro izquierda, con o sin el respaldo total de sus bancadas, pactaran una salida (institucionalmente) política, junto con la derecha, a la crisis social que se había tomado las calles del país.
Como se ve, el problema mayor no es tanto emocional o de forma, sino realmente de fondo. Técnicamente hablando es un hecho que de ganar el Rechazo en septiembre se puede iniciar un nuevo proceso constituyente teniendo, otra vez, como marco la ilegítima constitución del 80. Es cierto. Pero también es un hecho que la aprobación de un nuevo proceso constituyente es una facultad que recae solo en el Congreso Nacional, no en el Presidente de la República. Si bien esto es también un problema de forma, en el fondo no lo es, pues no hay que olvidar que en la actualidad el Congreso también es una institución que se encuentra socialmente deslegitimada, por lo que cabe preguntarse, con la mayor calma posible, cuál va a ser la reacción que tendrá esa dimensión popular a la que invoca Boric en su anuncio en caso de que el Congreso, con los votos de la derecha y quizás también con los de parte de la centro izquierda democrática, rechacen la propuesta de iniciar un nuevo proceso constituyente. Para mí, al menos, esta es una pregunta inquietante que me hace revisar lo que ha sido todo este proceso desde su verdadero inicio, en octubre (y no en noviembre) de 2019.
Es una pregunta que, me parece, interpela, desde lo formal, el problema de fondo sobre el sentido popular del proceso que, en este preciso momento, el Presidente Boric le recuerda a la ciudadanía.
La respuesta, obviamente, que nadie tiene. Al menos no todavía. Ni siquiera es seguro, como le ha hecho sentir el gobierno a la gente, que en septiembre ganará la opción del Rechazo. Claro, puede que esta vez las encuestas no sean solo una manipulación temprana y sí acierten, pero también puede que vuelva a salir en masa el pueblo (sobre todo ese que suele no votar) y vote, incluso no realmente en favor del Apruebo, sino en contra de la Constitución de la dictadura (tal como lo hizo contra José Antonio Kast en las últimas elecciones presidenciales) y permita que la opción del Apruebo vuelva a imponerse por aplastante mayoría. Nadie sabe, por supuesto, qué ocurrirá a la vuelta de la esquina. Por ahora, lo cierto, es que la moneda está claramente en el aire.
Personalmente, creo que ese último sería el mejor escenario para Chile tal como está planteado hoy el dilema del sentido popular del actual proceso constituyente. Un dilema (no dejemos de recordar) que tampoco enfrenta por primera vez, ni el pueblo de Chile, ni mucho menos el latinoamericano. El lado positivo, sin embargo, es que el Presidente Boric no esperará hasta la celebración del plebiscito para hacer este importante recordatorio del sentido popular que incuestionablemente le otorga fundamento a todo el proceso constituyente. Es una decisión que, si bien no dilucida la ambigüedad sobre la dimensión popular del anuncio, estimo toca valorar, y valorar con paciencia. Y no me refiero a la paciencia del gobierno, obviamente, sino a la de la mayoría de la gente que está agotada, como se sabe, no solo del extenuante proceso que se inició con el estallido de octubre de 2019, sino sobre todo del abuso al que ha sido sometida, por muchos años, por un modelo neoliberal amparado por una Constitución que es indudablemente ilegítima desde su concepción y que, solo por eso, en mi opinión, merece que un claro triunfo del Apruebo, en septiembre, la entierre para siempre.
Pero las cosas no suelen ser simples, y menos en Chile, cuando se trata de este tipo de situaciones, como de sobra nos enseña la historia nacional. El partido aún no ha terminado y debe jugarse hasta el final, más allá de cualquier anuncio oficial. Por supuesto que nadie sabe cuál será el resultado, ni siquiera las encuestas. Tampoco nadie sabe cómo interpretará el pueblo (sobre todo el no votante), ni mucho menos cómo lo hará la derecha de ganar el Apruebo, este sentido popular contenido en el reciente anuncio del Presidente Boric.
En una situación como esta lo único cierto, me parece, como decía, es que la moneda está en el aire, pues ni el Apruebo ya ha perdido, ni el “mandato popular” al que se refiere Boric se agota en el aplastante triunfo que el Apruebo consiguió en el plebiscito de entrada, por mucho “Acuerdo por la paz y una nueva Constitución” que algunos muchos, con o sin respaldo total de sus partidos, hayan firmado.
Sí, la moneda está en el aire, es lo único cierto, pero no está sola. También la pelota de este sangriento y extenuante partido ha quedado picando, en los minutos finales, a escasos centímetros de la portería… y podría ser el gol del Apruebo. Todo depende de la profundidad con que se interprete, el próximo 4 de septiembre, ese sentido popular contenido en el reciente anuncio del Presidente Boric, más allá, por supuesto, de las cúpulas, sus pactos, las formas, las siempre dudosas encuestas y los poco felices sentimientos de derrota anticipada.
Roberto Viereck, profesor asociado en Concordia University, en Montreal; Doctor en Literatura Hispanoamericana y periodista.