Marcelo Trivelli, director de Fundación Semilla y exintendente de la Región Metropolitana.
La cultura patriarcal exalta la masculinidad y legitima su poder respecto de la mujer. Entiende la masculinidad como si fuera algo natural inherente al sexo. Entre las características que más releva están el ser temerario, valiente, tener fortaleza física, ser ambicioso, agresivo, competitivo y ejercer un control sobre sus sentimientos y emociones. ¿Será que el actuar temerario y violento visto hace algunos días por parte de jóvenes, es parte de un proceso para reafirmar su masculinidad?
La masculinidad no existe de manera objetiva. Es un estereotipo que responde a la cultura imperante. Son atributos y características que se les asignan a los hombres supuestamente por su biología, pero en realidad son construcciones culturales en base al estereotipo del género masculino. En nuestra cultura, un hombre masculino es aquel que no es dependiente, dejó atrás la niñez y se asume como proveedor, no es “afeminado”, es fuerte y recio y no es homosexual.
A través del tiempo, los varones hemos experimentado una gran presión por responder a las expectativas dominantes que caracterizan el estereotipo de la masculinidad. Para muchos grupos humanos a lo largo de la historia, el desafío se resolvía por medio de ritos de iniciación que eran hitos que marcaban el paso de la adolescencia a la adultez. De esta forma, el niño se convertía en hombre y así era reconocido por toda su comunidad.
Salvo en organizaciones de carácter criminal, en la cultura occidental de la cual somos parte, no existen rituales relevantes de masculinidad. Cada uno va creciendo y asumiendo conductas en base a prueba y error con la retroalimentación del refuerzo o castigo de sus grupos de referencia y de las características que propaga, por ejemplo, la publicidad.
Los establecimientos educacionales “de hombres” han transmitido una cultura patriarcal que recompensa a aquellos que mejor representan la masculinidad y dejan atrás a quienes no se acercan al estereotipo. Por ello han sido caldo de cultivo para perpetuar una cultura machista.
El fenómeno de personas que ocultan su identidad con overoles blancos o capuchas es multifactorial, sin embargo, en Fundación Semilla sostenemos que la masculinidad hegemónica es uno de los factores a considerar para explicar una realidad que siempre se ha soslayado y que debe ser abordada decididamente.
Con esperanza nos movemos hacia una educación feminista que va dejando atrás el añejo y tóxico modelo de masculinidad abriendo paso a nuevas masculinidades. Por ello estamos convencidos que nuevos aires entrarán a las aulas para una mejor y más equitativa formación de niñas, niños y jóvenes.
Marcelo Trivelli, director de Fundación Semilla y exintendente de la Región Metropolitana.