Durante más de tres años, el periodista Juan Cristóbal Villalobos reporteó en Chile y Europa la vida de la controvertida terapeuta Lola Hoffmann (1904-1988) para dar forma al libro “Una aventura radical. El camino de Lola Hoffmann”, de Ediciones UDP. El texto fue lanzado en mayo de este año y ha tenido un gran impacto entre los lectores.
Villalobos, con trayectoria en medios de comunicación y dueño de una agencia de comunicaciones, cuenta, en conversación con La Nación, que antes de adentrarse su mundo sabía que ella había sido un figura importante del “new age” nacional, pero cuando comenzó a estudiarla en profundidad se encontró con “un personaje fascinante”. De alguna manera, su investigación le cambió la mirada de las cosas.
¿Cómo partió esta aventura?
–La idea de realizar una biografía de Lola Hoffmann surge de Matías Rivas, editor de Ediciones UDP. Él sentía que había un interés por conocer de manera más profunda la vida y las enseñanzas de esta doctora nacida en Letonia en 1904. El 2023 se cumplieron 35 años de su muerte y era necesaria una mirada renovada, crítica y con cierta distancia sobre su figura.
“Los otros libros que existen sobre Lola Hoffmann –añade- fueron escritos por sus pacientes y amigas, Malú Sierra y Delia Vergara, y por su nieta. ‘Una aventura radical’ viene a complementar esas miradas, no solo entregando elementos desconocidos de su vida, sino que también relacionando su camino con el contexto político y social de su época. Este libro también relata un aspecto de la historia de Chile que ha sido poco estudiado: el surgimiento y desarrollo de la cultura alternativa y de búsqueda espiritual en el que no solo surgen la figura de Lola sino que también personajes como Claudio Naranjo, Francisco Varela, Gastón Soublette y Humberto Maturana”.
¿Qué sabías de ella antes de estudiar su vida y obra?
-Lo básico que podría conocer un periodista interesado en la historia reciente de nuestro país: que Lola Hoffmann había sido un figura importante del “new age” nacional. Además, sabía que en los años setenta y ochenta los sectores más conservadores la tildaban de “separadora”. El mito decía que si una mujer iba a su consulta, seguro dejaba a su marido.
Remarca: “Me encontré con un personaje fascinante: símbolo de la cultura alternativa en Chile; controvertida terapeuta de avanzada; ferviente difusora y estudiosa de las ideas del psiquiatra Carl Gustav Jung; pionera en la interpretación de sueños; primera traductora del I Ching al español; temprana crítica del patriarcado, del matrimonio y de la monogamia; y enamorada de un amante que no escondía. Esta es una historia que no solo iluminó a muchos, sino que también generó profundos dolores y costos”.
¿Cuánto tiempo investigaste, dónde buscaste sus raíces?
-Fueron más de tres años de reporteo, en los cuales hablé con decenas de discípulos, pacientes, familiares y expertos en los temas que a ella la apasionaban como la Cábala, los evangelios, las ideas de Carl Jung, entre otros. Además, leí muchísimo. Para conocer el origen de esta personalidad compleja, arrojada y vanguardista, viajé a Riga, en Letonia, donde Lola creció y sufrió los horrores de la Primera Guerra Mundial, incluso visité su casa. También estuve en la ciudad alemana de Friburgo, donde ella fue un pionera estudiante de Medicina; y en Berlín, lugar en el que conoció a su marido Franz Hoffmann, con quien partió a vivir a Chile un par de años antes de que los nazis llegaran al poder.
Lola era una terapeuta, una mujer sabia, con la que podías conversar. ¿Pudiste indagar con algunos de sus discípulos cómo les cambió la vida después de terapiarse con ella?
-Una de las cosas que más me impresionó fue lo transformador que fue para mucha gente pasar por su consulta o participar en sus talleres de interpretación de sueños o del I Ching. Lola le “voló la cabeza” a cientos de mujeres y de hombres que estaban en la búsqueda de algo distinto y que tenían largas conversaciones con ella, primero en el mágico parque de su casa de Pedro de Valdivia y luego en su hogar a los pies de la cordillera en Peñalolén. Sus “diagnósticos y recetas” fueron clave para la sobrevivencia y del desarrollo profundo de sus pacientes.
“¿Quién hablaba en esa época del desarrollo interior y de la sanación del alma?; ¿de por qué el patriarcado es el origen de todos los males del mundo?; de escuchar los mensajes oníricos ya que los sueños son el lenguaje del inconsciente; de que todo cambio político es inútil sin una transformación interna; de la amenaza ecológica; de cómo tener parejas paralelas estimulan la imaginación. No olvidemos que estamos hablando de los años sesenta y setenta, en plena dictadura”.
Lola fue visionaria. Tenía una mirada peculiar sobre el patriarcado, el cambio climático, se adelantó a su época. ¿Crees que no se apreció el gran aporte que hizo al país?
-Efectivamente fue una adelantada, y en muchas ocasiones, una incomprendida. Pero su visión del mundo, mezcla de un profundo desarrollo espiritual y de una impresionante erudición, fue tan certera que muchas de las cosas que ella decía hace 40 años hoy ya son verdades crecientemente aceptadas: la igualdad de la mujer, la inminencia del desastre ecológico y la validez de las formas alternativas de hacer pareja, entre otras.
¿Cómo ha impactado en tu vida el haberte adentrado en el mundo de Lola?
-Antes de escribir este libro, no tenía un interés especial por los temas espirituales o esotéricos, así que me acerqué a este personaje con los ojos de curiosidad periodística. Obviamente, al poco andar yo también fui tocado. Entendí la importancia de ver las crisis como oportunidades únicas de transformación y madurez. Lola decía que estas eran una energía vital que nos impulsa a la transformación, por lo que hay que vivirlas intensamente y con valentía, ya que pueden ser profundamente dolorosas y desconcertantes.
Agrega: “Muchos de sus pacientes confiesan haber quedado helados cuando, luego de relatarle un grave problema o una profunda angustia, ella los felicitaba con su marcado acento alemán diciendo: ‘Pero qué bueno, una crisis. ¡Bienvenidas las crisis!’. Además, y esto lo experimenté en mi proceso de investigación, comprendí que la existencia diaria está hecha de pequeños milagros y que uno tiene que reconocerlos, agradecerlos y aprender de ellos, y que siempre están conectados por la sincronía”.