Samuel Fernández Illanes, académico de la Facultad de Derecho Universidad Central.
Nada será igual después de Ucrania. La paz y seguridad, el derecho, y la Carta ONU que los sustentan, las trastocó Putin, al agredir militarmente a un vecino soberano e independiente que le incomodaba por serlo. Desde hace años, avanza fríamente en recuperar ex repúblicas soviéticas fronterizas con Europa, frente a miembros de la OTAN, para reconstruir un cinturón de seguridad que le proteja de todo riesgo de liberación, y puede tener otras en la mira. China con objetivos evidentes en Asia, Rusia la entiende sin competir. Estados Unidos, sin posibilidad de arriesgar enfrentarlo por la fuerza. Por tanto, apunta al oeste europeo, donde los responsables no quisieron o supieron advertirlo, ni siquiera cuando desfilaron rogándole paz.
El sistema internacional de post guerra no ha bastado para contenerlo. Se debate entre drásticas medidas políticas, económicas y bancarias, con múltiples perjuicios para todos, o una confrontación catastrófica si la OTAN traspasa sus límites. No lo harán, Putin lo sabe y sigue amenazando, incluso nuclearmente. Denunció todos los pactos y tratados. No retrocederá a pesar de los altísimos costos, e impondrá sus condiciones si controla Ucrania, que resiste heroicamente, o emigran quienes pueden. Occidente la apoya y ayuda hasta con armas, pero sin reales esperanzas de que derrote al enorme poder invasor. Tendrá que negociar forzadamente o sería sistemáticamente destruida. A la postre deberá aceptarlo, a riesgo de desaparecer o sufrir más particiones. Sus aliados también, que permanecerán largamente enfrentados a Rusia.
Putin no arriesga su indefinida mantención del poder, por más que le teman u odien. Resulta imposible anticipar sus propósitos impenetrables, y es más apropiado atenerse a sus dichos y acciones. La aventura bélica exaltada y plena de simbolismo patriótico, lo reforzará internamente y sus oponentes continuarán siendo sofocados o encarcelados. En el plano internacional será diferente al quedar desprestigiado, y dejar de ser una contraparte confiable. ¿Quién le volverá a creer si negocia? Sólo los partidarios que lo respaldan, aunque los países se dividan, por intereses propios, oportunismo, o ser anti norteamericanos.
El mundo repite tiempos que creía superados y se torna ineficaz el sistema vigente, por voluntad de uno de sus mayores responsables. Es más inseguro, ha retrocedido y vuelto a cambiar.
Samuel Fernández Illanes, académico de la Facultad de Derecho Universidad Central.