Sorprendido en 2009 por la policía el ladrón, que entonces tenía 49 años, acababa de sustraer el vegetal en una finca de Lecce, en el sur de la península.
Tras ser arrestado explicó que quería robar verdura para su hijo, porque no tenía dinero debido a que estaba desempleado.
Condenado en primera instancia a cinco meses de prisión y 300 euros de multa, la condena fue reducida en una apelación a dos meses de prisión y 120 euros de multa, cuenta el diario.
Pero, el fallo fue considerado excesivo por su abogado de oficio, que apeló en casación.
La alta corte dio razón al acusado, criticó a los dos primeros tribunales por no tener en cuenta la acusación tan liviana y, sobre todo, deploró el hecho de que los “contribuyentes” italianos tuvieran que asumir los honorarios de los abogados, entre 7.000 y 8.000 euros.
Sin mencionar el tiempo perdido por los jueces y por los otros empleados de los tribunales, concluye el diario.