Luego de que entre mayo y julio Chile viera disparadas las cifras de contagios y muertes por Covid-19, las estrictas medidas sanitarias y de confinamiento aplicadas por las autoridades lograron estabilizar la curva de crecimiento de la pandemia, después de ocho meses de registrado el primer caso.
A nivel nacional, hoy las cifras son bastante más bajas -excepto en algunas comunas puntuales-, lo que ha derivado en el levantamiento de las cuarentenas y la disminución de las restricciones de desplazamiento. Así, la mayoría de la población ha vuelto a retomar sus actividades públicas más habituales, como reunirse con familiares y amigos, salir a caminar o a hacer ejercicio y acudir a centros comerciales, restoranes y, por cierto, gracias a la proximidad del verano, viajar a otras regiones del país para visitar sus playas y balnearios favoritos, entro otras cosas.
Frente a este nuevo escenario, las autoridades sanitarias y los especialistas llaman a actuar con responsabilidad, puesto que en países del hemisferio norte, que iniciaron antes sus procesos de apertura estos han tenido finalmente un impacto negativo en el tiempo.
Para Rodrigo Cruz, médico infectólogo y director del Centro de Investigación y Diagnóstico de Enfermedades Infecciosas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, un ejemplo claro de esto es lo que ahora sucede en Europa, que está por entrar al invierno y que a su juicio es una pista fundamental que se debe considerar para el comportamiento de las personas y el virus acá en Chile.
“Es un hecho que mientras más se prolonguen las medidas restrictivas, la gente queda más ansiosa por salir. Allá pasó que levantadas las cuarentenas todos fueron a las playas, muchas veces sin usar mascarilla y sin respetar el distanciamiento. Esto pueda ocurrir también acá, porque mientras se tienden a extender las restricciones, la gente ya no adhiere a ellas, por una serie de consecuencias que experimenta tras encierros prolongados y falta de interacción social”, explica el especialista.
Por lo anterior, el doctor Cruz afirma que Chile no está libre de experimentar un fuerte rebrote de contagios. “Ahora hay control en algunas zonas del país, especialmente en la zona Norte y Central, pero no así en el sur. Estamos en una especie de endemia y seguiremos así por varios meses más. Pero lo que el fenómeno europeo nos ha enseñado es que no podemos relajarnos y debemos entender que los cambios de estaciones y tienen efectos.
POSIBLE VACUNA
Una opinión similar expresa el también infectólogo, especialista en vacunas y académico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, Rodrigo Vergara, para quien, si bien no hay una certeza de que en Chile pueda ocurrir lo mismo que en Europa, es importante seguir tomando las precauciones básicas, en especial el distanciamiento físico con otras personas y el uso de mascarilla.
“En Chile el virus apareció en otoño y su peak fue entrando al invierno. En Europa fue al revés comenzó en primavera. Habitualmente los virus respiratorios, no todos, son más de invierno, de las estaciones frías, cuando las personas están más en interiores poco ventilados y menos al aire libre. Siendo así, nuestro país podría enfrentar una segunda ola con mayor tranquilidad, porque hemos aprendido varias cosas y además existe la posibilidad de que ya exista y se pueda aplicar una vacuna. Pero todo es aún incierto. En Europa el virus no se fue nunca, permaneció en verano, época en la que se comportó mejor, pero luego volvió con fuerza en otoño. En Chile perfectamente podría ocurrir eso y solo con una vacuna podríamos estar más tranquilos. El problema es que todavía no sabemos cuándo estará disponible una vacuna”, asegura Vergara.
No obstante, este último sostuvo que la noticia de que la vacuna que elabora el laboratorio Pfizer sería un 90% efectiva y que pronto podría estar disponible, entrega una luz de mayor esperanza.
“Es un muy buen porcentaje, hay vacunas aún mejores, pero depende de lo que se esté midiendo. Acá lo más probable es que se esté buscando efectividad contra la infección. Las pruebas se han aplicado a la población disponible y que no tiene enfermedades concomitantes y, por tanto, tiene poca frecuencia de complicación. Esto quiere decir que están previniendo la infección por coronavirus en un 90% y el 10% restante es posible que pueda hacer la infección, pero en forma menos severa”, concluye el doctor Vergara.