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Iglesia Ortodoxa Rusa: conservadurismo y política

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En Rusia, religión y Estado están oficialmente separados según la Constitución. Sin embargo, bajo el gobierno de Putin, la Iglesia Ortodoxa Rusa parece ser una especie de religión estatal. Ambos se benefician.

El jefe del Kremlin se declara creyente y considera al patriarca y su Iglesia como aliados para frenar el liberalismo occidental. Por su parte, la Iglesia aumenta su influencia en el Estado y, desde 2006, se vuelve a impartir la asignatura de religión en las escuelas.

En 2010, la Duma incluso aprobó una ley para devolver a la Iglesia las propiedades arrebatadas tras la revolución de 1917, una armónica relación entre Iglesia y Estado para la Rusia moderna.

Moscú, la “tercera Roma”

La historia de los ortodoxos rusos comenzó hace más de 1000 años en el Rus de Kiev, estado medieval precursor de las actuales Rusia, Ucrania y Bielorrusia. En 988, el gran príncipe Vladimir I se bautizó por motivos políticos, en busca de una alianza con el Imperio Bizantino de Constantinopla. Vladimir I esperaba así mejorar la imagen de su imperio, beneficios económicos y una mejor relación con los vecinos.

La nueva Iglesia fue parte del patriarcado de Constantinopla. En 1326, la residencia del obispo superior se trasladó de Kiev a Moscú. Poco antes de la caída del Imperio Bizantino, los obispos rusos se escindieron de su matriz. Cuando Constantinopla cayó en manos de los otomanos en 1453, los señores rusos se apropiaron del título del emperador y convirtieron Moscú en la “Tercera Roma”, un nuevo centro para los ortodoxos frente a Roma y Constantinopla, hasta que a finales del siglo XVI se constituyó el patriarcado de Moscú.

Durante el reinado del zar Pedro I, la Iglesia Ortodoxa estuvo controlada por el Estado. El patriarcado fue abolido y el zar implantó un Santísimo Sínodo que actuaba bajo su mandato, estrechando las relaciones entre Iglesia y Estado.

Con la Revolución Soviética, en 1917 se multiplicaron las persecuciones contra cristianos y la destrucción de iglesias y monasterios. Después de la II Guerra Mundial se legalizó nuevamente a la Iglesia, aunque sujeta a un control estricto del Estado.

Divisiones entre el patriarcado y Vaticano

Desde el Cisma que dividió a cristianos y ortodoxos, ambas iglesias van por distintos caminos. La Ortodoxa está dividida en infinidad de iglesias independientes presentes en más de 60 países con 150 millones de fieles. Se la considera una Iglesia conservadora. Por ejemplo, debido a las declaraciones del patriarca Cirilo I sobre la homosexualidad como peligro para la sociedad.

Sin embargo, aunque en el plano teológico haya pocas diferencias, durante años fue impensable que un papa se encontrase con el patriarca.

A finales de los 90, la división se agravó cuando el entonces Papa Juan Pablo II decidió extender las diócesis católicas a Rusia, “invadiendo” el dominio ortodoxo. Además, para las nuevas diócesis nombró como obispos a sacerdotes polacos, considerados históricamente como invasores.

Pero tras la muerte del patriarca Alejo II, se relajaron las relaciones entre Roma y Moscú con su sucesor Cirilo I. También con Benedicto XVI, que siguió a Juan Pablo II en el trono de Pedro, e impulsó una acercamiento de las relaciones entre ambos. Aun así, hasta hoy nadie habría creído posible ese cambio de postura.

Lea además: Papa Francisco y el patriarca ruso Cirilo, un encuentro histórico


AUTOR: Samuel Romo
FUENTE: Deutsche Welle
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