Una amenaza de suicidio publicada por una joven en su cuenta de Twitter, durante una madrugada, desencadena la historia de “Horario de visita”  (Ril editores), la segunda novela de la escritora y periodista Patricia Andrade.

A través de un relato agudo, que hurga en las profundidades del alma, la autora entrelaza las complejas vidas de las cuatro protagonistas –mujeres, madres, trabajadoras, con frustraciones y sueños- que atrapan al lector. Pese a que el relato navega por el dolor, las decepciones, la traición, deja un mensaje de esperanza.

Patricia Andrade, viuda y madre de tres hijos, es autora también de “La mujer que fui” (2018), donde a través de “Elizabeth”, la protagonista, plasma muchas historias de mujeres que son maltratadas por sus parejas, son silenciadas y pierden su identidad

En “Horario de visita” nuevamente incursionas en la literatura femenina, y te transformas en la voz de mujeres sencillas y cotidianas que a veces se encuentran silenciadas. Cuéntanos cómo surgen las historias de Daniela, Mirta, Xiomara y Rosario que se entrelazan, ¿todas son ficción?

-La idea de hacer un libro con historias de mujeres surgió hace varios años, cuando yo venía saliendo de una crisis familiar y personal muy profunda y recién había terminado un par de novelas “difíciles”. Una de ellas era “La mujer que fui”, que trata sobre la violencia de género y la otra, que no publiqué y seguramente nunca lo haga, ahonda en el dolor y la pérdida. Me sentía un poco ‘coja’ emocionalmente y decidí involucrarme en actividades sociales donde solo tuvieran cabida mujeres. Y conversando con ellas, mujeres de todas las edades y condiciones, compartiendo historias en camarines, cafés y tertulias, comencé a hilar la trama del libro: hacer una novela coral con relatos de mujeres comunes y corrientes, cuya mayor épica era vivir. Incluso pensé primero en el título “Las chicas del baile”, como un guiño cariñoso a mis compañeras de clases de danza, aunque las historias que me inspiraron no vinieron de ellas.

Añade: “Las historias de ‘Horario de visita’ son todas ficción, pero basadas en personas e historias reales y aunque mi novela puede contener algún retazo de algo que me ocurrió, ello no ocupa más de unas 10 líneas, haciendo la salvedad de que como autora, yo selecciono, enfatizo las historias y personajes según mi particular modo de ver la vida.

Las historias te atrapan, hay dolores profundos en sus protagonistas. ¿Cómo logras construir esos perfiles tan bien logrados?

-No sé si lo logro. Aclaro que  me considero una escritora aficionada o una periodista que escribe novelas, porque  la forma en que abordo mi escritura está muy teñida por el periodismo. Partiendo por la curiosidad, por sacar la voz del otro y el esfuerzo sostenido que hago para no contaminar a  los personajes con mi propio sentir. Asumo que para desarrollar las emociones  y sentimientos de los personajes me ayuda ser una persona que no vive en la burbuja social determinada por su edad, profesión o lugar de residencia, es decir me esfuerzo por conocer realidades más allá de mi metro cuadrado.

Remarca: “También investigo sobre los temas que trato. Por ejemplo, cuando escribí sobre violencia de género no solo entrevisté a una decena de mujeres, además de la protagonista, sino que también leí varios estudios sobre el tema. Con ‘Horario de visita’ hice la misma preparación, como paso previo a la construcción de los personajes y sus perfiles. Creé para cada una de las cuatro protagonistas un contexto social, económico, laboral, que existe en mi imaginación, aunque finalmente no sea explícito en la novela. Los personajes tienen su vida propia, su estilo en el vestir, su manera de hablar y si lo hubiera considerado necesario, podría haber descrito al detalle la decoración de su casa o de su ropa, por ejemplo. La parte más difícil es lograr que las expresiones verbales de los personajes, sus diálogos y conductas, tengan coherencia con lo que son y no introducir mi propias particularidades en ese desarrollo. Quizás la palabra clave sea ‘respeto’ por las emociones y sentimientos de otras personas y ponerme en los zapatos de mis personajes

Una amenaza de suicidio publicada en un perfil de Twitter origina la historia. Rosario es solitaria, no tiene amigas y su vínculo con el mundo son las redes sociales. ¿Eso muestra la soledad en que están inmersas muchas personas o mujeres que su única ventana al mundo son precisamente las redes?

-En esta sociedad individualista muchas personas se sienten y están solas y las redes sociales se han convertido en la principal ventanita de contacto con el mundo. Vivimos un debilitamiento de los lazos familiares y las familias extendidas han dado paso a familias cada vez más pequeñas, mientras aumenta la cantidad de personas que, sobre todo en zonas urbanas, viven solas. Si agregamos la precariedad laboral, la excesiva duración de la jornada de trabajo, tenemos los ingredientes perfectos para una epidemia de soledad, aislamiento, ansiedad, depresión, porque cada individuo tiene que hacerse cargo, sin el apoyo familiar y social que tenían sus padres y abuelos, de subsistir. Y eso es difícil.

Apunta: “Siempre pienso en los miles de jóvenes profesionales que enfrentan una precariedad laboral tal que no les permite el acceso a contratos, a buenos servicios de salud y que, además, cargan con las deudas de su escolarización. Y también tenemos a los de más de  40 años que viven presionados por mantener a sus hijos, ayudar a sus padres y que por ‘viejos’ no podrán acceder a buenos trabajos. Y en medio de estos agobios, las redes sociales son una buena manera de conocer a otras personas, buscar compañía o recibir un halago o un abrazo virtual. Para algunos es también una vía de escape, de desahogo, una forma de dejar constancia o más bien gritar tanto sentimiento o emoción acumulada”.

Uno de los mensajes que deja el libro es la necesidad de empatía y solidaridad. ¿Esto se ha perdido en nuestra sociedad?

-Siento que como sociedad las hemos perdido, porque se privilegia al individuo por sobre el colectivo pero, por otra parte, veo diariamente en las redes tantas cadenas de solidaridad y de apoyo moral y material para personas desconocidas que me entran dudas. Quizás, el darnos cuenta del avance el individualismo nos ha hecho ser más proactivos frente a las necesidades de los demás y estemos germinando el cambio hacia una sociedad más solidaria, tolerante e inclusiva.

¿Seguirás escribiendo sobre mujeres, siendo la voz de la que están silenciadas?

-Yo escribo desde mi condición de mujer, me considero feminista desde mi adolescencia y el principal impulso que tuve cuando decidí publicar fue sumarme. Pensé que necesitábamos amplificar las voces de mujeres, que muchas silenciamos por el miedo al que dirán, y que podía aportar publicando, porque ya estaba escrito, sobre un tema tan vergonzoso para nuestra sociedad, como es la violencia de género. “Horario de visita” también tiene a cuatro mujeres comunes y corrientes como protagonistas. Ellas viven y trabajan en barrios que conocemos y aunque el libro da cuenta de sus sentimientos y emociones más íntimas, estos son universales y serán fácilmente reconocibles  por los lectores.

“La literatura es una sola y  aunque forma parte de mis preferencias escribir sobre mujeres invisibles y  tenerlas como protagonistas, no  descarto que a futuro aparezcan más hombres en mis relatos”, remarca.