Amante de su oficio y de su familia por sobre todas las cosas, a sus 80 años recién cumplidos, el actor, director y docente, Héctor Eugenio Noguera Illanes mira hacia atrás y, en entrevista con La Nación en julio de 2017, meditó sobre todo lo que ha vivido en estas décadas que él mismo describe como privilegiadas, porque ha podido ejercer a plenitud su vocación, persiguiendo sus sueños con perseverancia y pasión.
El laureado artista de teatro, cine y televisión que también ejerce como decano de la Facultad de Artes de la Universidad Mayor, se dio tiempo para hablar de este largo caminar en el que, sin duda, la prolífera familia que ha formado es gravitante.
¿Qué se siente llegar a esta edad con todo el camino recorrido que usted tiene?
-Bueno, lo primero es que es una sorpresa cumplir 80 años. Cuando de repente te das cuenta que tienes esa edad te sorprende, y después que pasa la sorpresa comienzas a reflexionar en lo rápido que ha pasado todo y que es mucho más rápido de lo que uno nunca pensó. ¡Qué sé yo!, cuando era adolescente o joven, los 80 era algo que se veía tan lejano o que nunca iba a llegar, si es que uno llegaba, y ahora, hay mucha gente que llega a mi edad. Claro, si pienso en las cosas que he hecho son muchas, pero la percepción del tiempo es muy corta.
UNA GRAN RECOMPENSA
El intérprete de tantos roles en teleseries, películas y teatro subraya que en este caminar ha tenido “una suerte enorme” de trabajar en diversas actividades artísticas, con su señora Claudia Berger y sus hijos María Piedad, Amparo, Emilia, Diego y Damián, además de sus nietos y un bisnieto.
“Indudablemente que como en toda vida siempre hay penas, yo perdí una hija (Claudia) que recién había nacido y otras pérdidas pero en fin, como dicen, raya para la suma, yo sólo puedo dar las gracias. Estoy muy contento”, afirma con satisfacción.
En lo profesional, ¿qué destacaría de su trayectoria?
-Es muy grato sentir que el trabajo que has hecho ha repercutido en los demás, en el sentido que he participado en la formación de mucha gente para el teatro, no sólo actores, también directores, dramaturgos, entonces uno siente que el trabajo ha dejado huella en otros y eso, naturalmente, es una gran recompensa. También la posibilidad no sólo de ser actor, director, dramaturgo, sino la de ser maestro y enseñar desde muy joven. Entonces para mí han sido dos actividades que han caminado siempre juntas.
“SIEMPRE QUISE SER PAPÁ”
Como hijo único de madre viuda y una infancia marcada por la ausencia de su padre a raíz de un cáncer, cuenta que no obstante esa situación siempre quiso tener familia. “Siempre quise tener hijos. Nunca dudé de eso, no como ahora que la gente cumple los 30 años y las parejas todavía tienen dudas de tener hijos o no y yo lo tenía claro desde que era muy niño”, comenta.
¿Frente a la ausencia de la figura paterna, cómo se forma Héctor Noguera padre?
-Mi madre no se volvió a casar nunca, mis tíos sí estuvieron presentes pero no podría decirte que alguno de ellos es mi padre, ni ninguno de los pololos de mi mamá de viuda tampoco, pero creo que me formo de a poquito, queriendo mucho a los niños y con esas ganas y emoción de ser papá, me emociona mucho ser papá, me emociona cuando me dicen papá”.
Considerando esas pérdidas y dolores ¿cómo es su relación con la muerte?
-Mira, mi relación con la muerte cambió hace muy poco cuando tuve un accidente en que me caí de un caballo y estuve al borde de la muerte. Y fue muy bueno porque me hizo perderle el temor a la muerte, porque sentí que en algún momento podría morir, pero no sentí pánico sino una sensación de un hecho que uno veía como posible y que fue en un corto tiempo, ya que después sentí que me iba a recuperar. Pero ese momentito me pareció que no era terrible y siempre me he acordado de un verso de un poeta chileno, Claudio Bertone, yo hice una obra de él que tenía un texto que decía: ‘la muerte dura un ratito no más’. Y tiene razón, porque la muerte dura un ratito cortito, lo terrible son las enfermedades que la preceden. Yo le tengo más temor a las enfermedades que a la muerte misma.
Y en ese sentido, ¿cómo lo hace para mantenerse bien en cuerpo y mente?
-Hay muchos factores que me permiten mantenerme bien y vigente. Desde luego debe haber cosas relacionadas con los genes, soy de familia más bien longeva por ambos lados pero tampoco tanto. Como te decía, tengo un trabajo que amo, una familia que amo, amigos, una situación económica suficiente que me permite tener vacaciones, una casa cómoda, hacer deporte, todas esas cosas son parte de la vida.
“ESTE ES UN PAÍS QUE NO QUIERE A LOS VIEJOS”
En ese punto “Tito Noguera” hace un alto y reflexiona sobre lo afortunado que es, puesto que “en Chile mucha gente de mi edad hace ya mucho tiempo que está fuera de circulación, no porque le falte voluntad o ganas de vivir, es porque las condiciones generalmente para gente mayor son muy difíciles. Este es un país que no quiere a los viejos, puede que las personas quieran a sus viejos y no siempre tampoco”, indica.
¿Por qué se da esa situación?
-Estamos en un país donde por lo general los viejos están muy solos, tienen pensiones misérrimas, tienen inseguridad en la época de la vida en que debieran tranquilidad y seguridad, y no la tienen. Si tuvieran que irse a un hogar no existe ese espacio, el Estado no les da hogares dignos y por lo general deben irse a hogares que son clandestinos que se incendian y muere medio mundo. Este es un país que cuando los viejos bajan su rendimiento económico no tienen rebaja en la movilización, no tienen calefacción, no tienen nada, no tenemos nada.
¿De quién esa responsabilidad de hacerse cargo y dar una buena calidad de vida a la tercera edad?
-Del Estado. Como debe ocuparse de la educación, de la salud, deben ocuparse de la vejez. Los adultos mayores pueden trabajar y hacer actividades pero no tienen la misma facilidad para movilizarse que una persona joven, entonces ese es un problema del Estado que debiera proveer las condiciones y no lo hace. Yo me mantengo bien porque tengo los medios para hacerlo, pero la gran mayoría de la gente de mi edad en Chile no la tiene y no se siente segura ante nadie.
PAÍS DESCONFIADO
El galardonado actor también da su opinión en respecto a las dificultades para avanzar en la actualidad en diversas políticas como ley de aborto o la que hubo para la ley de divorcio.
A la luz de ese diagnóstico y lo vivido en todos estos años ¿cómo calificaría a la sociedad chilena?
-Creo que no avanzamos mucho, creo que el avance es muy lento y muy engañoso. Yo diría que porque se da la impresión que Chile se desarrolla mucho en infraestructura y en cosas nuevas, eso es parte importante del progreso, pero no lo más importante, porque como te decía en todo lo que engloba el bienestar ciudadano no avanza, es muy lento. La inequidad no es la de ataño (…) era una sociedad más sobria diría yo.
En ese sentido, ¿hay un entrampamiento de la mentalidad en los chilenos?
-Hay un entrampamiento de la mentalidad, hay un conservadurismo en general muy fuerte. Pareciera que la gente tiene y prefiere tener muy poco a arriesgarse al cambio mayor.
¿Y eso por qué, dónde radica?
-No sé de dónde vendrá eso pero creo que es la desconfianza, creo que como país somos desconfiados y eso lo tenemos muy arraigado. Siempre desconfiamos que el otro no te esté diciendo la verdad, que tiene algo escondido bajo la manga, y no es tan gratis esa sensación porque cada vez lo aprecias en todos lados que todo tiene letra chica, por así decirlo, y entonces llega un momento en que tu sientes que todo, hasta las relaciones personales tienen letra chica. Entonces, es lógico que se desconfíe y la desconfianza es un lastre muy importante. En la medida que tú confías, que tienes fe y menos escepticismo las cosas van a salir rápido. Eso tanto en lo micro como en lo macro.
Entonces, ¿es la confianza la que ha movido a Héctor Noguera todos estos años?
-Sí, sí, he tenido harta confianza y cuando la gente me ha tratado de restar la confianza, no le he hecho caso por suerte. Porque siempre cuando era joven y quería ser actor me decía: ‘pero si los artistas se mueren de hambre en Chile’. Entonces, yo nunca creí mucho en eso, efectivamente hay personas a las que les ha pasado, pero yo tenía confianza en que eso no era inherente a ser artista, a lo mejor era un accidente y que no tenía por qué ocurrirme a mí.
¿Usted diría que la juventud peca hoy día de no creerse el cuento?
-De no creer nada, claro, de no creerse el cuento y como no se lo cree, el hecho que tú puedas ir armando algo se pasa a extremos muy utópicos también que, al no cumplirse, te trae una gran frustración, te trae rabia, desilusión, más desconfianza. Entonces es complicado.
LOS JÓVENES TIENEN MUCHA CREATIVIDAD
En el ámbito de la actuación, ¿cómo ve a las nuevas generaciones?
-A ellos los veo muy bien, muy bien, creo en ellos hay mucha creatividad, hay muchos grupos jóvenes en este momento que se expresan a través del teatro, hay mucho interés en los jóvenes por todas las artes en Chile. Si haces un concierto basta que las entradas estén más baratas para que esté lleno de jóvenes, lo que ocurre también con el teatro, con la danza. Cuando hay precios razonables los jóvenes van y van en mayoría con respecto a los adultos. Yo creo los jóvenes tienen mucho interés por el arte y que entienden mejor la importancia del arte en la vida.
¿La cultura en general hoy tiene más visibilidad que antes?
-Mucho más que antes. Por ejemplo, lo que ha hecho el Teatro a Mil en enero ha colocado el teatro con más visibilidad y como una actividad ciudadana que se ha extendido a otros festivales durante el año. Creo que la gente tiene mucho más conciencia de la presencia de las artes y del teatro diría yo. Hay mucho público en las salas. Tiene otra visibilidad, sí.
El teatro toca temas que nos gustan y a veces no tanto, como el Alzheimer, la homosexualidad o los derechos humanos, por ejemplo, ¿usted considera que hay algún desgaste en algún tipo de temáticas o es inagotable?
-Creo que no hay un desgaste de eso. Creo que si los temas son tratados con calidad artística nunca se desgastan, al contrario, siempre vas descubriendo más cosas. No creo que haya temas que se gasten, puede que se gaste a veces el talento para hacerlos, el modo, pero no los temas. Creo que siempre que es tomado uno de esos temas con talento y con trabajo siempre funciona bien.
¿Y usted es más trabajo que talento o al revés?
-(Ríe) Siempre he dicho que soy mucho más trabajo que talento, sí creo mucho más en el trabajo que en el talento.
“ME HUBIERA GUSTADO SER ROMEO”
¿Hay algún personaje de los que ha interpretado que lo recuerde con mucho cariño?
-Sí claro. En el caso de la televisión, por ejemplo, al alcalde de “Sucupira” (Federico Valdivieso) le tengo un cariño especial; en el teatro también hay tantos personajes como el viejo (Andrés) de la obra “El Padre” al que le tengo mucho cariño, obras que me han marcado mucho como Hamlet, pero en general en el teatro uno casi siempre está enamorado del último personaje que hace.
¿Y hay alguno que le hubiese gustado interpretar más joven?
-Sí, siempre quise ser Romeo, en “Romeo y Julieta”, nunca me llamaron y tampoco decidí hacer el montaje para actuarlo porque era mucha empresa, tampoco se me ocurrió hacerlo por las mías.
¿Qué tiene Romeo que le atrae?
-Me gustaba su pasión, su enamoramiento, su intrepidez, su valentía, el hecho de llevar su cometido hasta las últimas consecuencias, su amor, eso me parecía a mí lindo.
¿Héctor Noguera se parece a Romeo?
-Creo que en algunos puntos sí. En ser perseverante y llegar al fondo en las cosas, creo que sí.
“PROBARME A MI MISMO”
Noguera también le dedicó unas palabras a su proyecto más querido y que más satisfacciones le ha dado en su historia, el Teatro Camino, emprendimiento que ha recibido algunos aportes del Fondart y que se sustenta con las obras que se presentan allí y con recursos de su propio dueño, provenientes de sus participaciones en telenovelas como “Perdona Nuestros Pecados” de Mega, donde tiene algunas apariciones como monseñor Subercaseaux y que le han permitido probarse a si mismo.
¿Qué significa para usted el Teatro Camino?
-Teatro Camino para mí es un proyecto muy, muy querido que surgió cuando ya era mayor, empecé a los 50 años, era algo que quería hacer, me ha dado mucha vida y he podido hacer muchos trabajos que no hubiese podido llevarlos a cabo si no en Teatro Camino. Mucha experimentación, investigación, obras que quizás otros teatros no habrían hecho las puedo hacer ahí, muchos alumnos, mucha gente, sobre todo mucha investigación y eso para mí es muy importante.
¿Cómo definiría este proyecto?
-Es el resultado de probarme a mí mismo y expresarme yo mismo. A mí el Teatro de la Universidad Católica donde estuve tantos años me dio un enorme paraguas, una enorme protección, yo quería saber si era capaz de vivir sin ese paraguas, sin esa protección y era capaz de gestar un proyecto y salirme de la casa. En el fondo era como el joven que se quiere ir de la casa y que se va a condiciones más difíciles pero para probarse su capacidad.