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Hallazgo sobre ondas cósmicas podría develar misterios del espacio intergaláctico

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Este trabajo es el más importante tras el descubrimiento de las FRB. Se ignoran las causas que producen estos monstruosos impulsos de energía, pero los astrónomos coinciden en un punto: provienen de galaxias muy, muy lejanas.

Los astrónomos celebran un descubrimiento, publicado en la prestigiosa revista Science, que podría ayudarlos a cartografiar los orígenes del universo. Un equipo internacional de astrónomos conducidos por científicos australianos halló por primera vez el origen preciso de un fenómeno misterioso llamado “ráfaga rápida de radio” (FRB, en inglés), descubierto en 2007. Estas ondas cósmicas pueden emitir en una milésima de segundo el equivalente a 10.000 años de energía solar. “Toda la comunidad de astrónomos esperaba con impaciencia este resultado”, dijo a la AFP Casey Law, astrónomo de la Universidad de California Berkeley, que no participó en el estudio publicado el jueves. Este trabajo es el más importante tras el descubrimiento de las FRB. Se ignoran las causas que producen estos monstruosos impulsos de energía, pero los astrónomos coinciden en un punto: provienen de galaxias muy, muy lejanas. Desde que fueron descubiertas, se han detectado 85 FRB. La mayoría de ellas eran únicas: apenas un flash y luego nada. Pero algunas se reiteraban. Fue en 2017 que un equipo de astrónomos pudo localizar con precisión, por primera vez, la fuente de una ráfaga repetida, a la que llamaron FRB 121102.

MAPA DEL COSMOS

Pero localizar una ráfaga única resulta mucho más complicado. Para intentarlo, el equipo, dirigido por el australiano Keith Bannister, de la Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation (CSIRO), implementó una nueva metodología. “Se lo puede comparar a las imágenes en cámara lenta de la televisión: programamos una computadora para que buscara activamente las ráfagas. El ordenador recibía mil millones de medidas por segundo y trataba de encontrar cuáles de ellas contenían una FRB”, dijo Bannister a la AFP. Fue así que la FRB 180924 fue descubierta por el radiotelescopio ASKAP en el oeste australiano. Nació a 3.600 millones de años luz de la Tierra. La ráfaga alcanzó a cada una de las 36 parábolas de este telescopio en un momento imperceptiblemente diferente, lo cual permitió a los científicos realizar una suerte de triangulación para calcular su origen. “Equivale a observar la Tierra desde la Luna y a ubicar no sólo en qué casa vive tal persona sino dónde se sienta para comer”, explicó Bannister. Gracias a otros telescopios, ubicados en Chile y en Hawái, los científicos pudieron luego obtener una imagen de la galaxia de origen y determinar a qué distancia se halla de la Tierra. Mientras la FRB localizada en 2017 provenía de una galaxia enana, la nueva descrita este jueves proviene de los alrededores de una galaxia masiva compuesta por estrellas ancianas. Ello condujo a los investigadores a concluir que… siguen sin saber cómo se forman estas ráfagas. “Esto implicaría que las FRB repetidas y no repetidas tienen orígenes totalmente diferentes”, comentó Shriharsh Tendulkar, un astrónomo de la Universidad McGill ajeno al equipo de científicos. El descubrimiento apasiona a la comunidad de astrónomos porque brinda nuevas informaciones sobre lo que se halla en los espacios ubicados entre las galaxias. Y podría ayudarlos a resolver el origen de la “materia faltante” en el universo. Los científicos manejan una teoría para explicar por qué el número de átomos observado en las estrellas es 50% inferior a los cálculos teóricos: los átomos faltantes se hallarían en gases ionizados en los espacios intergalácticos. Las ondas cósmicas se dispersan durante su viaje hasta la Tierra, de manera algo similar a la que la luz es refractada al pasar por un prisma. Las observaciones del equipo corresponden a lo que la teoría preveía sobre la cantidad de materia que se halla en el trayecto de esas ondas. Pero deberán realizarse aún miles e incluso decenas de miles de observaciones suplementarias para poder hacer un mapa de los confines del universo. Ryan Shannon, de la Universidad Swinburne de Australia y coautor del estudio, es optimista respecto a la materia faltante. “Bastará con localizar algunas FRB más para resolver el problema”, apuntó.
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