Con la idea de superar la dicotomía del duopolio, la coalición conformada por partidos y movimientos de izquierda, liberales y ciudadanos no solo busca ampliar su número de representantes en el Congreso, sino que también apuesta por competir y debatir en las elecciones presidenciales.
En este contexto, el diputado Gabriel Boric, uno de los líderes de esta opción política, prefiere marcar inmediatamente diferencias entre lo que ellos representan, la Nueva Mayoría y la derecha chilena.
“La política no se define solo linealmente, y desde nuestro punto de vista tanto la Nueva Mayoría como la derecha representan una forma de hacer política y una continuidad respecto al país que se ha construido durante los últimos 40 años, del cual nosotros tenemos una visión muy crítica”, comenta el parlamentario por Magallanes en entrevista con La Nación.
Sobre lo mismo, el militante del Movimiento Autonomista enfatiza que “nosotros representamos algo diferente a lo que ha sido lo tradicional en la política, y la Nueva Mayoría está en este mundo que va de salida. Además, trazamos una muralla infranqueable entre dinero y política, y en ese sentido, que políticos hayan acudido al empresariado para financiarse es algo que no calza dentro de los estándares que debemos tener para nuestro proyecto”.
Por esto, Frente Amplio ha ganado terreno entre las preferencias de la ciudadanía, sin ir más lejos, desde que Beatriz Sánchez aceptó ser precandidata presidencial ha aumentado su porcentaje de posibles votantes en cada actualización de las diferentes encuestas formales. Adhesión que Boric también espera que se reflejen en las elecciones parlamentarias.
“Esperamos armar una bancada en el Congreso que sea incidente en la sociedad chilena, y desde esa perspectiva hemos levantado muchos candidatos en todo el país, donde la mayoría de ellos provienen de las luchas sociales. En conjunción con la candidatura presidencial esperamos dar una elección muy competitiva, sin olvidar nunca de dónde venimos. Y por lo tanto, seguiremos insertos en las luchas sociales que le dan sentido a nuestra política”, remarca.
– ¿Los viejos estandartes de la política chilena deberían temblar?
– Los de siempre se empiezan a asustar, pero no podemos partir con soberbia o preguntándonos qué hará el resto, pues nuestro foco está en fortalecer el posicionamiento del Frente Amplio.
EL ORIGEN DE LA REVOLUCIÓN
Nacido en Punta Arenas, y proveniente de una familia acomodada, Gabriel Boric Font creció en torno a discusiones políticas y sociales en la sobremesa, especialmente con su padre, un trabajador de la ENAP y militante de la Democracia Cristiana que fue alentando su pensamiento crítico por medio de acalorados debates.“Mi padre fue un democratacristiano de la vieja escuela y siempre estuvo abierto a discutir, siempre me planteó debates y preguntas incómodas. Y cuando fui adquiriendo convicciones representadas en la izquierda, nunca significó un enfrentamiento en temas personales, sino un debate de ideas que se iba complejizando mediante fui creciendo”, recuerda.
Además de los diálogos familiares, la lectura fue un pilar fundamental para que sus perspectivas de mundo se expandieran, a tal punto de darse cuenta que “mis privilegios se sustentaban en la negación de los privilegios de otros. Ser consciente de aquello fue clave para querer cambiar esa injusticia a través de la lucha social”.
“Desde el colegio, en la media, parte una vocación de transformar la realidad a través de la política, porque hay otras formas de cambiar las cosas, pero mi elección fue por medio de la política. Eso no significa que desde chico planeaba tener una carrera como político, se fue dando en la medida que asumí diferentes responsabilidades en el colegio y la universidad”, agrega.
– ¿Cuál fue el primer paso para entrar en la política formal?
– Esto parte en la universidad, yo empecé a militar desde el primer año, en esa época era de Estudiantes Autónomos. Pero el cambio se dio cuando tuve la oportunidad de asumir el Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad de Chile. Entonces, me fui metiendo en las necesidades de los estudiantes, a nivel interno y después a nivel nacional. Pasé a ser senador universitario, hasta llegar a la presidencia de la FECH, donde fui aprendiendo con un montón de gente al calor de las luchas sociales.
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DE LAS CALLES AL PARLAMENTO
Desde que se hizo mediáticamente conocido por presidir la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) y ser uno de los líderes del movimiento estudiantil más grande de la historia nacional hasta estar viviendo el último tramo de su primer periodo en la Cámara de Diputados han pasado poco más de 5 años, un camino que el magallánico describe como “de brutal aprendimiento”.“Ha sido un tremendo desafío. Ser parte de diferentes debates en los cuales me he ido formando, no solo en materias de educación, sino trabajo, pensiones, discusiones económicas. Todo ha sido un proceso de aprendizaje, y eso es lo importante, plantearse la política desde un punto de vista de humildad, porque acá estamos constantemente aprendiendo”, analiza.
– ¿Cuesta más viniendo de tan lejos?
– Magallanes es una región con identidad propia, es la egión más grande de Chile (territorio), con gente que es cálida y luchadora. Con paisajes hermosos. Yo me reconozco en las calles de Magallanes, me reconozco en su historia y para mí ha sido muy importante trabajar para allá. Yo siempre he dicho que no podría haber trabajado por otra región que no sea Magallanes, porque allá me formé.
– Entonces, ¿el balance de tu gestión como diputado es positivo?
– Es positivo, de mucho aprendizaje. Logramos ser incómodos, como decía (Nicanor) Parra: ‘ser la pulga en la oreja del minotauro’, y eso tengo la sensación que se agradece. No solo yo, sino Giorgio (Jackson), en alguna medida la Camila (Vallejo), etc. Y el provenir de luchas sociales ha sido bueno para el debate político.
Pero no solo Boric hace un balance positivo de su gestión en la Cámara Baja, pues la ciudadanía tiene la misma percepción, alzándolo como el político con mayor aprobación según la última Encuesta CEP, publicada en enero pasado, con 45%.
En todo caso, el exdirigente estudiantil evita darle mayor importancia a las estadísticas: “Creo que lo importante en esto es no marearse y entender la política como una actividad de carácter colectivo; si nos perdemos en las encuestas deja de tener sentido. A mí me toca ser la cara visible de muchos compañeros y compañeras que día a día están elaborando para que yo pueda estar en el Parlamento, por lo que lo mío es una pega que tiene mucho de circunstancial en el sentido de ser una figura conocida, pero mañana espero que sean otros. No hay que apernarse ni pasarse rollos”.
– ¿Por qué Vallejo vive la otra cara de la moneda, siendo una de las más desaprobadas?
– Camila ha tenido que enfrentar un machismo muy violento en la política chilena y un anticomunismo recalcitrante en un parte minoritaria pero influyente de la sociedad. Además, es parte de una coalición (Nueva Mayoría) que está profundamente desprestigiada. Que si bien es una decisión que no comparto, es legítima y no la juzgo como tal. Pero creo que ella es coherente con su discurso.
– ¿Qué te parecen los avances en educación a poco más de un año de finalizar el Gobierno de Bachelet?
– No se han cumplido los deseos que hemos tenido. El Gobierno de la Nueva Mayoría ha sido profundamente errático. Ha habido algunos avances, no estamos a fojas cero, pero el Gobierno ha padecido las contradicciones internas. Eso los ha llevado a actuar de manera errática en la reforma educacional; y que hoy día estemos con los tiempos acotados para discutir algo tan importante como educación superior y desmunicipalización, que son temas centrales para hacer, a través de la educación, un Chile más igualitario.
– ¿Y los casos de estudiantes que ya están estudiando gratis?
– Evidentemente eso ha sido un alivio para miles de familias a las que le han bajado la taza del CAE, que puedan acceder a la gratuidad. Sin embargo, el cómo se ha llevado a cabo la discusión, desde mi punto de vista, es equivocada, a través de una glosa en el Parlamento que tiene que discutirse año a año y no en una política pública que se pueda proyectar. Y en este sentido, tenemos diferencias con el Gobierno, pero evidentemente el beneficio para las familias es innegable.