El paso fronterizo entre la pequeña localidad de Colchane y el pueblo boliviano de Pisiga, en una zona andina a más de 3.600 metros de altura sobre el nivel del mar, se convirtió en los últimos meses en ruta para que extranjeros lleguen a Chile de manera irregular pese a lo agreste y las extremas temperaturas que deben soportar en esa zona y desafiando la pandemia del Covid-19.
Debido a su gran extensión, esta frontera es difícil de controlar.
El objetivo es llegar a Iquique u otras ciudades chilenas para buscar un mejor pasar. Pero esta situación parece descontrolada y ha afectado a todas las comunas de la Región de Tarapacá.