Para realizar esta investigación, el equipo periodístico utilizó un software especializado llamado Turnitin, que cuanta una gran base de datos con más de 64 mil millones de páginas web indexadas, 800 millones de trabajo de estudiantes y 160 millones de publicaciones, paper y journals para revisar la originalidad y detectar similitudes.
Pero este caso que impactó a la opinión pública provocó algún cambio relacionado con los plagios. “Sí, pero si nos damos cuenta el reportaje tuvo gran audiencia y estuvo en boga por una o dos semanas, pero después no se tocó más el tema. Además, el reportaje se enfocó más por la plata que se pagó por estas asesorías plagiadas, más que por el tema del plagio propiamente tal”, afirmó al diario La Nación Carlos Serra, gerente para Chile y Perú de Turnitin.
De todas maneras, aclaró la Cámara de Diputados contrató dicha herramienta para que no se vuelva a repetir dicha situación.
El uso de esta herramienta se concentra en dos áreas: una enfocada en la parte académica y la otra a la parte investigativa.
“En el académico, el tema es más formativo, porque el 90% de los casos de plagio es por desconocimiento. El estudiante cae en plagio porque no sabe citar o no sabe investigar, más que por hacer trampa”, explicó el experto.
Serra manifestó que el tema del plagio lamentablemente es genérico a nivel mundial. “El copy-paste es una realidad cultural”, afirmó. Pero agregó que “en Latinoamérica se ve un alza en el esfuerzo para controlarlo y ese esfuerzo generalmente viene desde el punto de vista de evitar el plagio para proteger la reputación de las universidades y los colegios”.
“Si una universidad tiene un caso de plagio grande, eso le afecta la reputación, la matricula, los ingresos e inclusivo su posicionamiento en los rankings. Un estudio de Harvard dice que, si un caso de plagio aparece en un medio de prensa público, la universidad pierde el 10% de las solicitudes a admisiones en el siguiente año y pierde 10 puestos en los rankings internacionales de universidades”, detalló.
Serra detalló que en Chile la mitad de sus clientes son colegios y la otra son universidades. “Todas estas universidades publican en sitios especializados, están en los rankings y uno de los aspectos más importantes tiene que ver con la investigación, entonces ellos tienen que asegurarse de que lo que están publicando y enviando a estos rankings sea original”, subrayó.
Añadió que “lo bueno de esta distribución de clientes es que los jóvenes van a llegar a las universidades mejor preparados en este aspecto”.
Al ser consultado, cuál es el porcentaje máximo de similitud en los textos que toleran las universidades, confesó que “generalmente las universidades tratan de no arrojar ese número o no hacerlo público, porque le obliga a tomar acciones. Una universidad que descubre a un estudiante que cometió plagio tiene que tomar acciones y eso afecta tanto la parte académica del estudiante y la económica”.
Sin embargo, confirmó que “en EE. UU., Inglaterra y Australia, que son los países que más usan nuestro sistema, tienen una tolerancia del 30%. En Perú y en Chile la tolerancia de similitud es de 20%”.