El Mercosur, fundado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, cumple 30 años el 26 de marzo, debilitado por diferencias entre sus socios que le dejan mal parado para el mundo pospandemia.
Aunque nació en Asunción para crear un mercado común que dinamizara el comercio y le diera fuerza a los socios para negociar en bloque, el Mercosur no ha logrado acuerdos importantes con grandes centros de consumo mundiales.
El acuerdo trabajosamente negociado con la Unión Europea durante más de dos décadas está parado por cuestionamientos a la falta de una política ambiental en el Brasil de Jair Bolsonaro, donde la deforestación crece sin remedio. Y sigue enfrentando la reticencia de los agricultores europeos a la agricultura mercosuriana, mucho más competitiva.
El arancel externo común está “perforado”, lleno de excepciones, al punto tal que uno de los signatarios del Tratado de Asunción, el expresidente uruguayo Luis Alberto Lacalle Herrera, dijo a la AFP que el Mercosur “no se configuró”.
¿ESTÁ PREPARADO PARA EL MUNDO POSPANDEMIA?
“Definitivamente no”, responde el director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay, Ignacio Bartesaghi.
“Hoy hay un Mercosur sin liderazgos, sin diálogo entre sus dos principales economías” que son Brasil y Argentina. En un mundo pospandemia donde habrá “relacionamientos nuevo con Estados Unidos y China”, el Mercosur ni siquiera ha llegado a “consensos básicos”, señala Bartesaghi.
“La pandemia no ha sido la excepción. No hubo compras comunes de vacunas. (…) No ha habido criterios comunes en cuanto a cómo enfrentarla”, ejemplificó.
El brasileño Thomaz Favaro, director de la consultora Control Risks para Brasil y el Cono Sur, coincide. “El Mercosur no está preparado para el mundo pospandemia. Todavía no resolvió esa cuestión primordial que es servir de vehículo para la integración económica, y no lo va a resolver tan pronto”. Es “muy poco factible imaginar que el bloque pueda tener una posición común para negociar en un futuro próximo”, añadió.
“El Mercosur nunca fue un bloque con nivel de cohesión, de consensos mínimos como para poder discutir los grandes temas de la agenda global”, resumió Bartesaghi.
Según los analistas, la falta de un “organismo supranacional” que hiciera posible una integración por encima de los intereses nacionales como ocurre en Europa, y la incapacidad de ceder soberanía en beneficio del bloque, explica la falta de avances.
EL ACUERDO CON LA UE
En 2019, el Mercosur, con un PIB combinado de 2,4 billones de dólares, y la UE, con casi 14 billones de dólares, anunciaban un acuerdo comercial luego de dos décadas de conversaciones. El pacto debería pasar todavía por la aprobación parlamentaria.
Sin embargo, lo que se vio como un éxito hoy está amenazado por el avance de la deforestación en Brasil.
La tensión entre la mayor economía del Mercosur con 212 millones de habitantes, y la UE, llegó al paroxismo en enero, cuando Bolsonaro acusó a su par francés, Emmanuel Macron, de decir “tonterías” al afirmar que la dependencia de Europa de la soja brasileña sustenta la deforestación de la Amazonia.
“Cuando importamos soja hecha a marchas forzadas en la selva devastada de Brasil no somos coherentes con nosotros mismos”, dijo Macron.
El vicepresidente brasileño, Hamilton Mourao, le repuso que esas declaraciones reflejaban “los intereses proteccionistas de los agricultores franceses”.
A “los países más proteccionistas o más contrarios a avanzar por los temas agrícolas, les viene muy bien el tema medioambiental para bloquearlo [al acuerdo]. Pero no quiere decir que el tema ambiental no esté” presente en la sensibilidad de los europeos, argumentó Bartesaghi.
El acuerdo “se va a cerrar tarde o temprano”, estimó este experto. “Bolsonaro, o quien venga después, va a tener que asumir compromisos adicionales en temas medioambientales”, concluyó.
Favaro no espera avances en el corto plazo con la UE, no solo por la Amazonia. “El asunto de la deforestación es tal vez el más saliente. Pero hay otras preocupaciones como la falta de aprecio del gobierno Bolsonaro con los organismos multilaterales, una posible erosión de la democracia en el país… Todo eso va a contribuir para que ese acuerdo no avance en el corto plazo”.
EL FUTURO DEL MERCOSUR
Surgido de una visión integracionista en un mundo en el que se dibujaban bloques comerciales, el Mercosur permitió poner un alto a rivalidades entre Argentina y Brasil, y las negociaciones con los socios hacia un arancel externo común redujeron el proteccionismo de dos grandes economías regionales. La circulación de trabajadores entre los países mejoró, y algunos sectores se vieron beneficiados por facilidades para exportar e importar.
Tres décadas después, sin grandes logros comunes -“no consiguieron prácticamente socios comerciales dispuestos a conversar”, señala Favaro-, para algunos de los miembros, con Uruguay a la cabeza apoyado por Paraguay, la “flexibilización” es el tema principal sobre la mesa.
Esa “flexibilización” no es otra cosa que liberar a los socios del Mercosur para que busquen acuerdos comerciales bilaterales sin la anuencia de los demás, cosa que hoy está restringida y que deberán abordar los cuatro presidentes en su cumbre del 26 de marzo, en un formato virtual, tan deslucido como el propio Mercosur, al que les obliga la pandemia.