Tolkien, en un verano del año 1928, cuando era profesor en la Universidad de Oxford, se encontraba realizando la tediosa tarea de corregir exámenes y, cuando el cansancio y el hastío hacían lo suyo, llegó a su mente una frase. “Recuerdo que cogí un examen y estuve a punto de darle un punto de más, o cinco, porque una de las páginas estaba en blanco. ¡Glorioso! ¡Nada qué leer! Y garabateé, no sé por qué: ‘En un agujero en el suelo vivía un hobbit'”.
De esa forma nació uno de los libros clásicos de fantasía de aventuras, referente hasta hoy del género. Y Editorial Planeta, a través de su sello Minotauro, lo ha traído de vuelta en una edición sobretamaño, tapadura cubierta en tela, y con el arte a cargo de Jemima Catlin. Y quizás esto último es una de las cuestiones más pertinentes para revisar este último ejemplar. ¿La razón?
Primero, se debe tener presente que la adaptación fílmica de “El Hobbit” (2012-13-14) de Peter Jackson, que costó más de 500 millones de dólares, tiene una estética orientada a un público joven-adulto heredada de la primera saga, “El Señor de los Anillos” (2001-02-03), y en cuanto a imaginario dista mucho de la obra literaria publicada en el año 1937, ya que la obra que escribió J.R.R. Tolkien y que dio origen a todo este universo, tuvo una motivación -tras esa anécdota mientras corregía exámenes- mucho más sencilla, y tal vez, más honesta: crear un cuento para entretener a sus hijos. Por ello el toque infantil que tiene esta obra es crucial para poder apreciarla y entender su tradición en adaptaciones ilustradas.
OTROS ILUSTRADORES
Existe por ejemplo la película de animación del año 1977 -hoy de culto- dirigida por Arthur Rankin Jr. y Jules Bass, la que cuenta con un exquisito arte a cargo del primero, y que en su estilo estuvo muy en la línea de lo que venía haciendo Disney en ese momento con largometrajes como “Robin Hood” (1973) y “Los Aristogatos” (1970).
Otra adaptación, es el cómic “El Hobbit” del año 1990, a cargo de Charles Dixon en el guion y David Wezel en el arte. Trabajo muy difícil de conseguir en castellano en sus primeros años, el cual tiene un arte increíble y dedicado, y que conserva sin duda esa aura de cuento de hadas como el libro original.
Otra adaptación, brillante tanto por su estilo y contexto, es la publicación de este libro editada en el año 1976 en Rusia en pleno periodo de la Unión Soviética. El arte en esta pasada estuvo a cargo de Mikhail Belomlinsky. Puede que sus dibujos no deslumbren como los mencionados anteriormente, pero en su estilo, en su tiempo y todo lo que rodea a esta publicación, la vuelven una de las más “de culto” y atesorables.
Hasta hoy, los dibujantes más clásicos han sido Alan Lee, John Howe y Ted Nasmith, los tres reclutados para la producción de Peter Jackson. Sus representaciones han acompañado por mucho tiempo las portadas de los libros de J.R.R Tolkien, Christopher Tolkien y todo texto relativo a este mundo de elfos y enanos.
TOLKIEN
Y bueno, ¿por qué poner atención a lo último de Minotaruo? La razón es muy sencilla. Le hace justicia la idea primigenia del libro. Pues hace pocos años descubrieron bocetos y dibujos hechos por la propia mano de John Ronald Reuel Tolkien, los cuales en cuanto a estilo se acercan mucho a esta reciente edición de un libro que siempre estuvo orientado a un público infantil.