En buena parte de las federaciones de fútbol serias de América, Europa y el mundo, a nivel de selección adulta, los directores técnicos encabezan procesos cuyo objetivo máximo es la clasificación a la Copa del Mundo. Y esa, precisamente, era la meta de Juan Antonio Pizzi a la hora de asumir, no la obtención de la Copa América Centenario disputada en 2016.
No es que no se agradezca la obtención de la segunda copa ganada por nuestro país, de hecho, se valora tremendamente, pero la responsabilidad del argentino y su cuerpo técnico no era otra que asegurar la presencia de la Selección Chilena en Rusia 2018.
A la hora de hacer un análisis, se debe dividir la Era Pizzi en dos, en lo realizado durante su primer año y lo hecho este 2017. Parece una obviedad, pero los números marcan diferencias tremendas que dan para pensar.
Entre Eliminatorias y la Centenario, “La Roja” disputó 14 encuentros durante el 2016 y Pizzi alcanzó un rendimiento del 57,1%. Buen porcentaje si se considera que enfrentó tres veces a Argentina, una vez a Uruguay y que consiguió la copa disputada en Estados Unidos con partidos memorables, como el 7-0 a México o el eterno partido ante Colombia, que se perfilaba como candidato.
Las únicas críticas al ex técnico de Universidad Católica cayeron al principio, cuando solo había conseguido una victoria (ante Venezuela) en cinco partidos disputados –amistosos incluidos– y solo rompió esa mala estadística venciendo con escándalo a Bolivia en Foxborough, con el polémico penal de Arturo Vidal en el minuto 100 de partido. El desenlace, en Norteamérica, es conocido.
Sin embargo, este año fue distinto. Nuevamente comenzamos perdiendo ante Argentina, un país al que prácticamente todas las selecciones le sacaron puntos, menos Chile, y se le vuelve a ganar a Venezuela en aquella fecha doble de marzo. Aquel partido ante la Vinotinto correspondió a la 14ª jornada de las Eliminatorias, y el cuadro capitaneado por Claudio Bravo no volvió a ganar en estas clasificatorias hasta el partido con Ecuador, el de hace unos días, lo que demuestra la irregularidad del equipo.
La falta de gol fue un problema, sin duda. Y no porque los delanteros fallaran, sino que lisa y llanamente la selección no logró crearse opciones de real peligro. Para graficarlo, solo durante este año, en los 11 partidos oficiales disputados, Chile no marcó en seis de esos partidos, situación trágica si el objetivo era clasificar.
La Copa Confederaciones fue un espejismo, pues llegamos a la final superando en cancha solo a Camerún en el debut y luego logramos sortear cada partido con empates, incluida la semifinal donde dimos cuenta de Portugal por lanzamientos penales. ¡Marcamos solo cuatro goles en 480 minutos!
En definitiva, este último año, Pizzi tuvo un rendimiento del 36,3% en partidos oficiales. Si descontamos la Centenario y la Confederaciones, “Macanudo” tuvo en Eliminatorias un 40,4% de efectividad, por debajo de otros técnicos que encabezaron a Chile en procesos clasificatorios jugando todos contra todos, como Jorge Sampaoli (69,9%), Marcelo Bielsa (61,1%), Nelson Bonifacio Acosta (46,6%) y Claudio Borghi (44,4%). Es decir, solo superó en rendimiento a Juvenal Olmos (35,8%).
Pobre lo de Pizzi en la carrera rumbo a Rusia. Evidentemente afectan los momentos personales de los jugadores (cambios de equipo, vacaciones a destiempo, pretemporadas cortas, regreso al trabajo tras lesiones y otras), pero lo cierto es que también incidió el técnico con permisos inconcebibles en horas de concentración, poco trabajo (algo que dicen los jugadores) y, futbolísticamente, sustituciones intentendibles, convocatorias extrañas y golpes de timón fuera de lugar.
Y que no les mientan, no quedamos afuera en el Allianz Parque: Resignamos el Mundial al no ganarle ninguno de los seis puntos a Paraguay, al no sacar al menos un punto en la doble fecha anterior, al no lograr al menos un empate ante una complicada Argentina o al empatar de local ante Colombia.
Triste final para el proceso 2018, no para la Generación Dorada, pues algunos por edad sí podrían ilusionarse con la Copa del Mundo de Qatar 2022. Por el momento, a aprender la lección de que nunca se gana con el nombre y juntar hambre para la Copa América de Brasil 2019, la revancha más próxima que tendrá nuestra selección.
*José Tomás Fernández es Periodista de la Universidad Diego Portales e integrante del programa “Cónclave Deportivo” de Radio La Clave.