La caída era previsible. Las bolsas de Shanghái y Shenzhen estaban cerradas por las vacaciones del Año Nuevo chino desde el 24 de enero, un día después de que fuera aislada la ciudad de Wuhan, epicentro del brote del coronavirus.
Durante este periodo los mercados mundiales también cayeron, preocupados por las consecuencias de la epidemia sobre el crecimiento en China, la segunda economía mundial, donde la actividad sigue paralizada por el brote.
En este contexto la bolsa de Shanghái cerró el lunes con una caída del 7,72%, hasta 2.746,61 puntos, mientras que la de Shenzhen, la segunda más importante de la China continental, terminó perdiendo 8,41%, hasta 1.609,00 puntos.
Se trata de la caída más fuerte desde el crac bursátil de 2015.
“El pánico de los inversores se propagó a todos los valores, dominará el mercado a corto plazo”, asegura Yang Delong, un economista del fondo de inversiones First Seafront.
Casi 3.500 valores de bolsa cayeron un 10%, el umbral a partir del cual los intercambios quedan automáticamente suspendidos, según datos de Bloomberg.
La epidemia, que ya dejó más muertos (362 fallecimientos confirmados) que el virus del SRAS en 2002-2003, afecta además a los mercados chinos de divisas y de materias primas, que también volvieron a abrir el lunes.
La moneda china cayó un 1,5% y pasó bajo el umbral simbólico de siete yuanes por dólar mientras que las cotizaciones de mineral de hierro, cobre o petróleo quedaron suspendidas porque cayeron más del máximo autorizado.
MEDIDAS DEL BANCO CENTRAL
Los mercados chinos tenían que abrir de nuevo el viernes, pero el gobierno chino prorrogó las vacaciones de Año Nuevo tres días para intentar evitar los viajes de millones de personas y contener el virus.Para frenar el pánico, el banco central chino anunció el domingo una inyección de 1,2 billones de yuanes (175.000 millones de dólares) en el sistema financiero.
El lunes la institución rebajó además un 2,4% (frente al 2,5% hasta ahora) la tasa preferente que aplica a los bancos comerciales para los préstamos a corto plazo.
Una media que podría “aliviar la presión sobre los bancos” reduciendo sus costes de financiación, según Julian Evans-Pritchard, de la consultora Capital Economics.
Sin embargo “esta caída es demasiado marginal para frenar sustancialmente los daños a la actividad económica”, añade el analista.
Mientras tanto, las medidas para limitar la propagación del virus -confinamiento, suspensión de conexiones ferroviarias, cierre de empresas y fábricas hasta el 9 de febrero- siguen paralizando sectores enteros de la economía china y amenazan las cadenas de producción en todo el planeta.