Las decisiones autonómicas dicen relación con la posibilidad de decidir libre y soberanamente respecto de nuestro futuro. El mundo ha evolucionado al respecto, recientemente Catalunya ha decidido con amplia mayoría optar por un camino de independencia de España, se baraja actualmente la posibilidad de realizar la misma consulta en Isla de Pascua y desde hace años se discute el mismo camino en Araucanía y Tierra del Fuego.
Al respecto las posibilidades de decidir emanan de nuestras propias convicciones, ya sean decisiones culturales, reproductivas, emocionales o existenciales. Nuestro país tiene en sus manos la posibilidad de elegir prontamente también respecto de su devenir, una vez más las urnas nos llamarán a decidir respecto del país que queremos, quienes esperamos puedan dirigir los designios de nuestra nación a la luz de sus propias convicciones, es este último el punto que parece más difícil de lograr.
De una parte hay candidatos que no nos han logrado instalar ideas ni proyectos claros que puedan mostrar el futuro que anhelan para todos, de otro lado existen candidatos que sumidos en determinadas conductas inentendibles solo han concentrado sus palabras en ofertones para la galería, palabrería hermosa y un retórica anticuada. Al respecto se ha dicho que el gobierno despilfarra los recursos, que los militares deben salir a las calles a protegernos y que hay que perdonar a los militares presos en Punta Peuco. Efectivamente el perdón es algo complejo de lograr, pero la absolución pareciese ser imposible dada la naturaleza de los crímenes.
La autonomía con la que podremos tomar decisiones emana de nuestras propias virtudes personales, es eso lo que muchos no quieren que entendamos: la serena libertad de escoger, al respecto la pelea y discusión respecto del aborto en 3 causales resulta una signo de aquello, pues se pensaba no legislar sobre nuestras decisiones, es decir, decidían que no podíamos decidir. Sin embargo, hoy (y con una simpleza notable) nos invitan a decidir en noviembre, es eso lo extraño de nuestros políticos, las volteretas que suelen brindarnos.
Candidatos que se insultan, acogen a ley Zamudio, no asisten a debates, y tantas cosas más nos sorprenden con dichas revoleras de dignidad y discurso.
El tránsito para Chile también lo es, tenemos por delante un sinfín de cosas que vivir y que promuevan una patria más justa y equitativa, quedará seguramente como parte del decorado una ley de identidad de género que incluya a los niños, ley de migraciones decente, una ley de matrimonio igualitario con adopción, una ley indígena que recobre el valor de nuestros pueblos originarios (en verdad son 9) y tantas otras cosas.
Sabemos que el devenir está en nuestras manos, cada cual es libre de votar y escoger lo que sienta puede hacerle sentido, es quizá el único imperativo humano; que podamos escoger en libertad y soberanía personal, lo demás es un voladero de luces que solo intenta callar el clamor de tantos que soñamos con un país diferente, al menos autonómico, en el que nuestras decisiones por complejas que sean reflejen con vehemencia nuestras opciones de vida sin juicios ni castigos.
*Daniel Sánchez es Psicólogo y Académico de la Universidad Central.