Fiel a su personalidad Joaquín Salvador Lavado, escogió la privacidad de su hogar en Buenos Aires, Argentina, para festejar junto a su entorno rodeado de su familia su natalicio ocurrido el 17 de julio de 1932 en Mendoza, Argentina.
Hijo de españoles y apodado desde niño como “Quino”, para diferenciarlo de los tantos familiares que tenían el mismo nombre, como su tío el ilustrador Joaquín, el emblemático autor que dejó la escuela siendo un adolescente para dedicarse a las caricaturas, sólo está acompañado de su mujer, Alicia Colombo, y sus sobrinos, que viven en Chile y que viajaron Buenos Aires para saludarlo.
Las aventuras de “Mafalda”, la pequeña contestataria y luchadora social amante de los Beatles, la democracia, los derechos de los niños y la paz, y detractora de la sopa, las armas, la guerra y James Bond, se desarrollaron de 1964 a 1973.
Sin embargo, su imagen y sus atemporales e irónicos mensajes en pro de un mundo mejor la han hecho inmortal, al igual que sus amigos Manolito, Susanita y Felipe, con los que alcanzó el éxito mundial en decenas de idiomas.
Las últimas lenguas en las que se publicaron sus historias fueron el braille y el guaraní.
“Quino”, que a lo largo de su trayectoria ha recibido galardones como el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y la Medalla de la Orden y las Letras de Francia, es considerado uno de los mayores iconos de Argentina dentro y fuera de sus fronteras.
“Cuando me dicen, ‘gracias por todo lo que nos diste’ digo, ‘¿qué les di?’”, expresó en una entrevista con EFE en mayo de 2016, en la que reconoció haber puesto “el dedito” en “una tecla que mueve muchas cosas”.
A pesar que tras 1973 retomó en alguna ocasión el personaje que lo hizo reconocido a nivel global, el no querer cansar a sus lectores hizo que su pequeña hija se quedara en su pluma para siempre, al menos en lo que respecta a nuevas historias.
No obstante, en esa misma charla, el dibujante, quien desde muy jóven se decantó por el mundo gráfico, subrayó que la pequeña opinaría actualmente que el mundo de ahora “es un desastre” y “una vergüenza”.
“Viendo las cosas que hice en todos estos años me doy cuenta de que digo siempre las mismas cosas, y siguen vigentes. Eso es lo terrible (…) ¿No?”, aseveró entonces.
Desde hace unos años, el autor limita sus apariciones públicas debido a algunos problemas de movilidad y de visión, aunque hace lo posible por asistir a homenajes a su obra y firma de libros, en los que se encuentra con un público que le es eternamente fiel.