Cada vez que se acerca un nuevo período de gobierno, quienes nos dedicamos a la educación en Chile, nos preguntamos: ¿se instalarán nuevas políticas en materia educacional invalidando las que se han decretado en el gobierno saliente? Más aún, cuando se trata del trabajo que a diario conllevan jardines y colegios que reciben subvención del estado y que lo único que hacen es esforzarse porque los niños y jóvenes de nuestra nación reciban la formación integral que se merecen.
La instalación de una nueva administración gubernamental, la cual es responsable de elegir a sus propios ministros -entre ellos el de educación- aparece con nuevas propuestas para educación, dejando de lado aquellos avances que pudieron ser significativos en el período saliente. Este tipo de acciones son las que provocan un retroceso en la cultura educacional de un país, donde predomina un paradigma por cuatro años y se vuelve a instalar un nuevo modelo como consecuencia a que cada partido político apela a sus propias convicciones manifestadas durante el período de campaña.
Durante el actual gobierno de la Presidenta Bachelet, se han reformulado las reformas ligadas al sistema escolar chileno, entre ellas: una nueva política de desarrollo profesional docente, nuevas bases curriculares para la educación preescolar, nuevos estándares pedagógicos y disciplinares, la creación de una subsecretaría de educación parvularia; así como otras implementaciones que podrían beneficiar a largo plazo a la educación en Chile.
Sin embargo, pese a que aún podrían quedar tareas inconclusas, surge la interrogante: ¿será que el nuevo gobierno que se elija en noviembre de este año dará continuidad a estos avances? La respuesta a dicha pregunta resulta generar incertidumbre para quienes principalmente hemos dedicado parte de nuestra vida a trabajar por una educación de calidad y equitativa para esta nación, es decir: profesores, directivos de colegios y jardines infantiles, facultades de educación y hasta los propios estudiantes de los diversos niveles del sistema educacional chileno que también terminan siendo parte de estas transformaciones que no hacen más que confundir y en ocasiones replegarse a las “propuestas de un nuevo gobierno de turno”.
Es necesario que los actuales candidatos a la presidencia, donde cada uno de ellos posee propuestas de campaña distintas en temas ligados a nuestra educación, consideren que los cambios que ha venido realizando Chile en esta materia, pueden tardar más de diez años para visibilizar entre la concreción, evaluación e impacto que estos generen.
Cada partido político puede estar o no de acuerdo con lo que hace el gobierno que se encuentra de turno. No obstante, es imperioso cuidar la estabilidad de los procesos educacionales de un país, con tal que éstos no representen intereses o convicciones políticas, sino más bien, el beneficio de los profesores, estudiantes y directivos que lo único que desean es no volver a replantear lo que se ha dispuesto en las políticas de los gobiernos anteriores. Es relevante dar continuidad a ciertas materias, ya que de lo contrario, estaremos décadas esperando la concreción de una política educacional definitiva.
*Carlos Guajardo es Académico de la Facultad de Educación de la Universidad Central.