El demócrata Joe Biden hizo este martes su primera aparición pública en dos meses llevando una mascarilla negra, símbolo, frente a un Donald Trump que se niega a ser visto con tapabocas, de la división de Estados Unidos en esta campaña electoral alterada por la crisis del coronavirus.
El exvicepresidente de Barack Obama (2009-2017) eligió para su regreso a la campaña el lunes, un día marcado por la solemnidad en Estados Unidos, ya que honra la memoria de los estadounidenses muertos en combate.
Este año los actos de homenaje tuvieron lugar en un ambiente aún más grave que de costumbre en el país más golpeado por la pandemia de Covid-19, con casi 100.000 fallecidos.
En compañía de su esposa Jill Biden, el candidato demócrata, de 77 años, depositó un ramo de flores en el monumento de los caídos cerca de su casa. Ambos llevaban una mascarilla negra y ropa oscura.
A un centenar de kilómetros de allí, el presidente republicano, de 73 años, y su esposa Melania Trump participaron a su segundo homenaje a los militares del lunes, sin llevar mascarilla.
“Esto refleja nuestras divisiones: los dos partidos no se ponen de acuerdo en nada, ni siquiera en las medidas de salud pública”, dice Larry Sabato, politólogo de la Universidad de Virginia.
Ese contraste se debe en gran parte al tipo de partidarios de los dos candidatos, opina.
“Los demócratas tienen mucho apoyo entre las mujeres (…), y las mujeres se muestran ampliamente a favor de las medidas de distanciamiento social y al uso de mascarilla. Trump, sin embargo, recibe mucho apoyo de los hombres blancos, sobre todo de los obreros blancos. Y ellos consideran la mascarilla como una señal de debilidad”, afirma Sabato.
El hecho de que la pandemia haya castigado más las regiones de mayoría demócrata, con una mortalidad más alta, según estudios de The New York Times y The Economist, tal vez influya también en las diferencias de percepción del peligro entre los seguidores de ambos partidos.
“Los presidentes dirigen dando ejemplo, y llevar una mascarilla permite proteger a los demás”, reaccionó el portavoz de Biden, TJ Ducklo.
“Trump debería intentar hacer lo mismo, porque su incapacidad para actuar a tiempo para producir material de protección, aumentar los test e implementar una respuesta nacional a esta crisis ha costado la vida a miles de estadounidenses”, declaró a la AFP.
Biden no había hecho ninguna aparición pública desde mediados de marzo, cuando la pandemia de Covid-19 paralizó la campaña rumbo a las presidenciales del 3 de noviembre.
Aunque se sabe que paseó en bicicleta y a pie, lejos de las cámaras, Biden solamente hizo campaña por videoconferencia desde su casa de Wilmington, en Delaware, en el este del país.
Una prudencia de la que se burlaron los republicanos y Trump, que describieron a Biden como un hombre que teme salir a la calle y está secuestrado en su propio sótano.
El presidente republicano gozó entretanto de la atención de los medios en la Casa Blanca y retomó los viajes oficiales en estados claves para las presidenciales.
Algunos republicanos intentan superar los enfrentamientos partidistas en torno a la epidemia, como el gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum, que antes del fin de semana llamó a sus compatriotas a no caer en “divisiones sin sentido”.
“Si alguien lleva una mascarilla, no lo hace por mostrar a qué partido pertenece o a qué candidato apoya”, declaró, conteniendo las lágrimas. “Lo hace tal vez porque tiene un hijo de cinco años tratado por un cáncer. O tal vez tenga a adultos vulnerables en su entorno, que están luchando contra el Covid-19”.
El exvicepresidente de Barack Obama (2009-2017) eligió para su regreso a la campaña el lunes, un día marcado por la solemnidad en Estados Unidos, ya que honra la memoria de los estadounidenses muertos en combate.
Este año los actos de homenaje tuvieron lugar en un ambiente aún más grave que de costumbre en el país más golpeado por la pandemia de Covid-19, con casi 100.000 fallecidos.
En compañía de su esposa Jill Biden, el candidato demócrata, de 77 años, depositó un ramo de flores en el monumento de los caídos cerca de su casa. Ambos llevaban una mascarilla negra y ropa oscura.
A un centenar de kilómetros de allí, el presidente republicano, de 73 años, y su esposa Melania Trump participaron a su segundo homenaje a los militares del lunes, sin llevar mascarilla.
“Esto refleja nuestras divisiones: los dos partidos no se ponen de acuerdo en nada, ni siquiera en las medidas de salud pública”, dice Larry Sabato, politólogo de la Universidad de Virginia.
Ese contraste se debe en gran parte al tipo de partidarios de los dos candidatos, opina.
“Los demócratas tienen mucho apoyo entre las mujeres (…), y las mujeres se muestran ampliamente a favor de las medidas de distanciamiento social y al uso de mascarilla. Trump, sin embargo, recibe mucho apoyo de los hombres blancos, sobre todo de los obreros blancos. Y ellos consideran la mascarilla como una señal de debilidad”, afirma Sabato.
El hecho de que la pandemia haya castigado más las regiones de mayoría demócrata, con una mortalidad más alta, según estudios de The New York Times y The Economist, tal vez influya también en las diferencias de percepción del peligro entre los seguidores de ambos partidos.
Tuit burlesco
La imagen de Biden con gafas de aviador y una mascarilla negra que tiraba levemente sus orejas hacia delante fue tuiteada por Brit Hume, un editorialista del canal conservador Fox News, con un comentario burlesco: “Esto tal vez ayude a entender por qué a Trump no le gusta llevar mascarilla en público”.Un mensaje retuiteado el lunes por la noche por el propio Trump y miles de internautas.This might help explain why Trump doesn’t like to wear a mask in public. Biden today. pic.twitter.com/9l1gw1ljBE
— Brit Hume (@brithume) May 25, 2020
“Los presidentes dirigen dando ejemplo, y llevar una mascarilla permite proteger a los demás”, reaccionó el portavoz de Biden, TJ Ducklo.
“Trump debería intentar hacer lo mismo, porque su incapacidad para actuar a tiempo para producir material de protección, aumentar los test e implementar una respuesta nacional a esta crisis ha costado la vida a miles de estadounidenses”, declaró a la AFP.
Biden no había hecho ninguna aparición pública desde mediados de marzo, cuando la pandemia de Covid-19 paralizó la campaña rumbo a las presidenciales del 3 de noviembre.
Aunque se sabe que paseó en bicicleta y a pie, lejos de las cámaras, Biden solamente hizo campaña por videoconferencia desde su casa de Wilmington, en Delaware, en el este del país.
Una prudencia de la que se burlaron los republicanos y Trump, que describieron a Biden como un hombre que teme salir a la calle y está secuestrado en su propio sótano.
El presidente republicano gozó entretanto de la atención de los medios en la Casa Blanca y retomó los viajes oficiales en estados claves para las presidenciales.
Algunos republicanos intentan superar los enfrentamientos partidistas en torno a la epidemia, como el gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum, que antes del fin de semana llamó a sus compatriotas a no caer en “divisiones sin sentido”.
“Si alguien lleva una mascarilla, no lo hace por mostrar a qué partido pertenece o a qué candidato apoya”, declaró, conteniendo las lágrimas. “Lo hace tal vez porque tiene un hijo de cinco años tratado por un cáncer. O tal vez tenga a adultos vulnerables en su entorno, que están luchando contra el Covid-19”.