*Por José Tomás Fernández
A mediados del 2014, la concesionaria Azul Azul S.A. vio cómo José Yuraszeck dejaba el mando y daba paso a la presidencia a Carlos Heller Solari, reconocido hincha de la Universidad de Chile y –debido a muchas de sus declaraciones públicas– el candidato ideal para una gran cantidad de forofos del equipo.
Su primer semestre fue de ensueño: Contrataron a Martín Lasarte para ordenar la casa, repatriaron a Gustavo Canales y con hombres inspirados como Gonzalo Espinoza o Patricio Rubio, se consagraron como campeones del Torneo de Apertura 2014-2015, correspondiente al segundo semestre del 2014.
Pero todo empezó a cambiar a partir del 2015. El equipo no se encontraba en la cancha, rendimientos que en 2014 eran altísimos, comenzaron a bordear lo irregular. ¿Fue tan malo aquel año? A nivel deportivo, sí. Aunque los títulos de la Supercopa y la Copa Chile (ganada por penales al archirrival) maquillan un poco el análisis.
El año estaba terminando y se daba por concluido el ciclo del uruguayo Lasarte en la Universidad de Chile, aunque antes de oficializarlo, Sebastián Becaccece -que sería el nuevo DT- ya se juntaba con algunos jugadores e incluso se filtró que algunos no seguirían en la tienda laica.
Para peor, poco a poco se fueron confirmando los alejamientos de hombres insignes ligados a la “U”, como el caso del José “Pepe” Rojas y el histórico preparador de porteros Eduardo “Lalo” Azargado.
Las cosas no se hicieron de la mejor forma y se vio reflejado en la cancha: Temprana eliminación en la Copa Libertadores a manos de un inexperto River Plate de Uruguay, ningún clásico ganado, se perdió la Supercopa ante la Universidad Católica y luego el mismo equipo consumó la eliminación azul en Copa Chile. Por su puesto, ningún título ganado.
Se intentó subsanar el mal rendimiento alcanzado por el eterno ayudante de Jorge Sampaoli con la llegada de dos insignes como Víctor Hugo Castañeda y Luis Musrri, pero tampoco resultó. Incluso, varios jugadores destacaron que con Becaccece trabajaban mejor.
Por lo mismo, la tarea para Carlos Heller era dura, porque para este 2017 tenía mucho que perder y su club tenía que responder sí o sí en la cancha.
El equipo ya había perdido a hombres como Osvaldo González, Mathias Corujo y Ricardo Guzmán Pereira (ambos seleccionados en Uruguay por ese entonces) e inteligentemente hizo las paces con Johnny Herrera en diciembre pasado. Los hinchas no le hubieran perdonado que el último gran referente del “Romántico Viajero” saliera por la puerta de atrás solo por tener diferencias con el presidente.
Luego, se inclinó por Ángel Guillermo Hoyos, por ese entonces técnico de la Selección de Bolivia, en desmedro de nombres como el de Sergio Vargas o Ariel Holan (a quien se le daba casi listo), en una decisión en la que sólo el tiempo y el título del primer semestre le dieron la razón.
La situación vivida con Herrera marcó un antes y un después en esta parte de la administración de Heller. Entendió que con los que están identificados con el club no se puede meter. Por lo mismo, se empezó a rodear de hombres ilustres en la historia del conjunto azul.
Se potenció la figura de Diego Rivarola (de asesor deportivo al departamento de marketing del club), se trajo a Ronald Fuentes como gerente deportivo, retornó Sabino Aguad (esta vez como asesor externo), Miguel Ponce se hizo cargo de las divisiones inferiores y se reubicó a Luis Musrri en una Sub-19 que tendrá hartas similitudes a un equipo profesional.
Además, la guinda de la torta la puso con los retornos de Felipe Seymour, Isaac Díaz y, cómo no, de Mauricio Pinilla, una vuelta que parecía muy lejana y que terminó cumpliendo un sueño del jugador y de los hinchas.
Si bien pasó tiempos oscuros tras el título del 2014, Heller se comenzó a rodear de expertos, de históricos y consiguió retornos que, por ahora, mantienen felices a los seguidores del club y sin las críticas extremas de antaño por promesas no cumplidas.
*José Tomás Fernández es Periodista de la Universidad Diego Portales e integrante del programa “Cónclave Deportivo” de Radio La Clave.