*Por René Fernández M. y Antonio Vergara M.
Últimamente se habla de emprendimiento de forma cotidiana y hasta se le ha otorgado un significado positivo y lleno de glamour, tornando a los emprendedores como el ejemplo a seguir. Sin embargo, es importante señalar que emprender no es tan sencillo como se nos presenta, ya que las personas que se arrojan a ello tendrán que enfrentarse a múltiples complejidades como el acceso al financiamiento, la burocracia, los proveedores y similares situaciones. Como suele decirse, es un 99% de transpiración y un 1% de inspiración. Sumando a lo anterior que muchos de los emprendimientos fracasan el primer año de puesta en marcha. Sin embargo, aún así hay personas que van tras la odisea de emprender en Chile.
Chile no se encuentra mal posicionado en el contexto internacional de emprendimientos. De hecho, Chile se encuentra en el lugar 18 según el IGE, una medición internacional de aquellas que nos gustan tanto. De todos modos, lo habitual es compararnos con la OCDE y no con “el barrio”, pues es más competitivo y nos obliga a hacer un esfuerzo para mejorar.
Ahora bien, si miramos Estados Unidos, no obstante sus múltiples problemáticas en otros aspectos, la cultura del sueño americano y la valoración positiva de quien fracasa, pero al menos lo intenta y aprende, es clave que sea incorporada en esta angosta faja de tierra.
Nuestros emprendedores son quienes se atreven a dar el gran paso de emprender, teniendo consideración que no son formados para ello y sabiendo que pueden fracasar en su objetivo. En ese contexto, ¿por qué emprenden? ¿Qué los diferencia a ellos de los que no lo hacen?
Podríamos suponer que tienen más habilidades y competencias para ello que otros o que han tenido ciertos aprendizajes que han logrado derribar los miedos. Sea cual sea la respuesta, tenemos que potenciar a los que tienen la fuerza para emprender, sin importar el fracaso, porque lo intentaron y no se quedaron en quizás.
Lo anterior es fundamental, pues nos permitirá modificar las prácticas culturales que demonizan el fracaso.
Chile tiene el deber de promover el emprendimiento en todos los niveles de la sociedad, y esto es un proceso cultural que nos permite generar mayor riqueza y mayor movilidad social, lo lograremos de una sola forma, haciéndolo y perdiendo el miedo a fracasar, entendiendo que quien fracasa no es un perdedor, es un emprendedor valiente que obtuvo una lección para triunfar a futuro.
René Fernández Montt es Profesor del Centro de Estudios Organizacionales de la Universidad de Santiago y ex Director de la Sociedad Chilena de Políticas Públicas.
Antonio Vergara Monares es Trabajador social, Magíster en Gestión de Personas en Organizaciones y posee amplia experiencia en Desarrollo Organizacional y Emprendimiento.
Últimamente se habla de emprendimiento de forma cotidiana y hasta se le ha otorgado un significado positivo y lleno de glamour, tornando a los emprendedores como el ejemplo a seguir. Sin embargo, es importante señalar que emprender no es tan sencillo como se nos presenta, ya que las personas que se arrojan a ello tendrán que enfrentarse a múltiples complejidades como el acceso al financiamiento, la burocracia, los proveedores y similares situaciones. Como suele decirse, es un 99% de transpiración y un 1% de inspiración. Sumando a lo anterior que muchos de los emprendimientos fracasan el primer año de puesta en marcha. Sin embargo, aún así hay personas que van tras la odisea de emprender en Chile.
Chile no se encuentra mal posicionado en el contexto internacional de emprendimientos. De hecho, Chile se encuentra en el lugar 18 según el IGE, una medición internacional de aquellas que nos gustan tanto. De todos modos, lo habitual es compararnos con la OCDE y no con “el barrio”, pues es más competitivo y nos obliga a hacer un esfuerzo para mejorar.
Ahora bien, si miramos Estados Unidos, no obstante sus múltiples problemáticas en otros aspectos, la cultura del sueño americano y la valoración positiva de quien fracasa, pero al menos lo intenta y aprende, es clave que sea incorporada en esta angosta faja de tierra.
Nuestros emprendedores son quienes se atreven a dar el gran paso de emprender, teniendo consideración que no son formados para ello y sabiendo que pueden fracasar en su objetivo. En ese contexto, ¿por qué emprenden? ¿Qué los diferencia a ellos de los que no lo hacen?
Podríamos suponer que tienen más habilidades y competencias para ello que otros o que han tenido ciertos aprendizajes que han logrado derribar los miedos. Sea cual sea la respuesta, tenemos que potenciar a los que tienen la fuerza para emprender, sin importar el fracaso, porque lo intentaron y no se quedaron en quizás.
Lo anterior es fundamental, pues nos permitirá modificar las prácticas culturales que demonizan el fracaso.
Chile tiene el deber de promover el emprendimiento en todos los niveles de la sociedad, y esto es un proceso cultural que nos permite generar mayor riqueza y mayor movilidad social, lo lograremos de una sola forma, haciéndolo y perdiendo el miedo a fracasar, entendiendo que quien fracasa no es un perdedor, es un emprendedor valiente que obtuvo una lección para triunfar a futuro.
René Fernández Montt es Profesor del Centro de Estudios Organizacionales de la Universidad de Santiago y ex Director de la Sociedad Chilena de Políticas Públicas.
Antonio Vergara Monares es Trabajador social, Magíster en Gestión de Personas en Organizaciones y posee amplia experiencia en Desarrollo Organizacional y Emprendimiento.
