Fabricar zapatitos de cuero, cómodos, a la medida y del color que el cliente prefiera. Esta filosofía ha guiado siempre el trabajo de Calzados Millán, la tradicional zapatería de calle Victoria, en Santiago Centro, que produce calzado infantil tradicional y ortopédico. Esta ha sido su impronta y le ha permitido durante más de 60 años instalar un nicho en el rubro y captar a los clientes que le han sido fieles a lo largo del tiempo.
Para los dueños de la tienda no hay alegría más grande que ver salir del local a los pequeños mirando fijamente sus zapatos nuevos.
Hernán Millán, dueño de la tienda, remarca que “el desarrollar zapatitos a medida con los colores que quiera el cliente entrega un gran valor, permite que el niño y sus padres se sientan a gusto” y, lo más importante, genera entre el fabricante y el usuario un vínculo imperceptible, pero muy férreo.
Lo mismo sucede –añade- con el zapato ortopédico que los más pequeños deben usar en respuesta a un tratamiento médico. “En este caso, nos identifica el que hayamos roto el mito del botín negro y tosco. Cuando un niño luce un zapatito lindo y de colores esto evita que sea apuntado (con el dedo) y muchas veces que se sienta incómodo y triste por su tratamiento”.
En 1953 su padre, del mismo nombre, se inició en la confección del calzado normal y ortopédico. Cuando era joven Hernán Millán aprendió el oficio y optó por continuar con el negocio familiar.
“Uno de mis objetivos siempre fue, y lo seguirá siendo, el hacer lo que me gusta junto con ayudar a todos aquellos niños y niñas en sus tratamientos médicos, logrando corregir sus pies y al mismo tiempo entregar zapatitos con los que se vean lo más lindos posible”, pone el acento.
Se apresura en aclarar que también les encanta fabricar el zapato tradicional, sin indicaciones médicas. “Los niños se ven preciosos y sus padres se van felices de nuestra tienda”.
CLIENTES FIELES
A lo largo de todos estos años, la tienda ha mantenido a los clientes. Algunos los han seguido desde los tiempos que estaba su padre, remarca Millán.
“Nunca abandonamos la calidad y el buen trato con las personas por lo que no tuvimos inconvenientes en continuar trabajando y mantener las ventas. En sus inicios, como todo negocio, tuvo sus años de puesta en marcha donde fue difícil y tuvimos que hacer conocido nuestro calzado; pero cuando hay calidad y se siente cariño por lo que se hace, el cliente lo nota y a uno lo prefiere”, subraya.
Además de la filosofía que guía el trabajo, otro aspecto que les otorga un valor agregado son los materiales que ocupan en la fabricación del calzado, asegura. “Todos los materiales que ocupamos son naturales y de la mejor calidad”.
Cuando mira hacia el pasado recuerda que en los comienzos en la fábrica habían tres trabajadores aparte de él. Con el correr de los años fueron aumentando en número, pero siempre con un límite. Esto porque “es un oficio antiguo que con el tiempo y la llegada del calzado extranjero y chino, principalmente, a mediados de los años 90, se fue perdiendo. La industria del calzado chileno está en peligro de extinción por lo que conseguir trabajadores con aptitudes cuesta un montón”.
Fabricar un zapato les toma unos cuatro días. La entrega la realizan “a todo Chile por Chilexpress. La opción de retiro en local es la principal en el caso de ventas dentro de Santiago; tratamos siempre de dar un día de holgura en la entrega para evitar retrasos”.
CRISIS SOCIAL Y PANDEMIA
Las últimas grandes crisis que ha vivido el país que han puesto en jaque la economía, como son el estallido social y la pandemia, han impactado, al igual que a muchas pymes, a Calzados Millán.
En el caso de la crisis de octubre pasado, esta les afectó mucho –detalla- “ya que la gente contaba con ingresos restringidos solo para gastos básicos y algunas cosas importantes. El vestuario en general, cuando se desata una crisis, cae en ventas. Pero lo peculiar ha sido que la fabricación ortopédica no se ha visto mermada, ya que estos tratamientos no pueden o no deben frenarse para lograr una pronta mejoría”.
Millán explica que la continuidad del negocio se ha sustentado fundamentalmente “en nuestra clientela leal que hemos ganado con el tiempo. Contamos con las redes sociales como Facebook e Instagram donde publicamos pedidos y logramos captar clientes. Nuestra estrategia ha sido continuar con el mismo cariño al hacer zapatitos y mostrar los nuevos modelos constantemente: mantener una vitrina digital es fundamental”.
NO SE PUEDE PROYECTAR
Hernán Millán es cauto y prefiere no proyectarse demasiado con su negocio. Hay que esperar el desarrollo de la pandemia, admite.
“Lo primero es terminar el 2020. Estamos inmersos en un contexto en el cual no podemos proyectarnos a tantos meses en producción y ventas. Esperamos que al terminar la crisis producida por la pandemia, además de lo social, las ventas se puedan recuperar”, expresa.
“Solo nos queda confiar y seguir trabajando en nuevos modelos y diseños para los más pequeños. De todas maneras, creo que si esto sigue así tendremos una dificultad tremenda para continuar trabajando, porque nuestros proveedores cerrarán (muchos ya han quebrado por esto) y nos costará bastante poder mantener el mismo ritmo”, reflexiona.
Las ventas de la fábrica se realizan actualmente por internet, la publicidad la hacen en las redes sociales y mantienen la atención personalizada mediante WhatsApp.
Cuenta Hernán Millán que hay un grupo pequeño de clientes que sigue visitando la tienda. Esta la abren por cortos periodos para lo cual –asegura- cuentan con el salvoconducto correspondiente por realización de calzado ligado a tratamientos médicos.
“Realizamos deliverys y una atención muy ajustada a cada cliente; siempre buscamos con los padres desarrollar el zapatito que visualizan para sus niños junto con lograr la mayor comodidad en plazos y entrega”, completa el dueño.
COORDENADAS
-Ubicación de la tienda: Calle Victoria 1170, Santiago Centro.
-Contacto WhatsApp de ventas +56955257866