El periodista argentino Eduardo Fabregat cumple las ansias de los fans de los Fabulosos Cadillacs y Vicentico con una profusa investigación sobre el carismático líder de la banda argentina de orígenes ska y evolución exquisita de una suma estilos y éxitos. “Vicentico”, publicado por Editorial B, hace foco sobre la figura de Gabriel Julio Fernández Capello, el vocalista –a veces solista- que suena a menudo en el dial chileno y en recitales repletos por todo el país.
Fabregat, cronista de Página 12, Rolling Stone y periodista radial, reconstruye una biografía que coquetea también con los fans chilenos, trasciende lo musical y aborda un retrato musical, fílmico y a ratos político que se complementa con una generosa descripción de sus giras y conciertos. “Cuando un artista tiene ese fino talento para las melodías, para conmover con una canción, se terminan las fronteras”, dice el autor sobre ese reconocimiento a ambos lados de la cordillera y que reúne en el libro gran parte del material de entrevistas realizadas a Vicentico a lo largo de décadas.
“Fronteras geográficas y etarias”, agrega. “En un show de Gabi ves niños de diez años y señoras de sesenta, a quienes les atrae por igual lo que él canta y dice más allá de que sea lo que los identifica. Estamos hablando de un artista que no es especialmente “simpático” o “tribunero” en el escenario: su principal arma son las canciones, y esas canciones a veces hablan de temas universales –el amor, la mentira y la verdad, las debilidades del ser humano, las miserias de los poderosos– que siempre producen identificación”, describe Fabregat sobre la publicación que indaga también en la progresión permanente de un ave rara de la música argentina como ésta.
El mismo autor reconoce ese déficit como un signo de los tiempos. Como especies que desaparecen. “Es cierto que quizá hay una ausencia de “próceres”, pero creo que eso tiene que ver sobre todo con los profundos cambios que ha sufrido la industria de la música. En el pasado, los sellos multinacionales prestaban atención a lo que sucedía en los sótanos, contrataban bandas nuevas, las grababan, apoyaban y difundían”, dice Fabregat.
Hace memoria del extenso catálogo de rock argentino de CBS (hoy Sony Music), que cimentó una sui generis explosión del cancionero argentino en los 80. “Hoy la retracción del mercado llevó a que las multinacionales solo hagan apuestas seguras, contraten uno o dos grupos por año y solo aquellos que le garanticen un par de hits radiales que les permitan recuperar la inversión. Por otro lado, los mismos artistas que vienen trajinando la escena desde hace diez años o más comprendieron que podían sostener un esquema de producción propio, con mejores acuerdos económicos que los que ofrece la gran industria”, explica sobre el ecosistema que permite que el top de la pirámide esté alternado por populares bandas que desaparecen rápidamente respecto a los legendarios de las bases.
“Hoy existe en Argentina una escena de rock independiente muy rica y variada, pero a la que le cuesta salir del getto y que no encuentra espacios de difusión en los medios masivos; esto lleva a la errónea sensación de que “no pasa nada” o no hay renovación, pero yo que transito mucho esa escena, voy a ver bandas permanentemente, sé que el rock argentino tiene hoy una actualidad artísticamente extraordinaria, mucho más rica que los pocos referentes que asoman la cabeza en el mainstream“, señala el periodista.
– Artísticamente, qué crees que se quedó de Vicentico en “Los Fabulosos Cadillacs” cuando partió como solista y por otro lado qué logró “sustraer” él de ese trabajo con la banda?
-“Los Cadillacs” no existen sin Vicentico y sin Flavio, eso está claro. Sergio Rotman, su otra figura “fuerte”, puede entrar y salir de la banda pero el cantante y el bajista son los dos pilares en los que se apoya el grupo. Revisando la obra solista de Gabriel queda claro que en los primeros dos discos evitó conscientemente hacer referencias a la genética ska de los Cadillacs; los ritmos latinoamericanos en esa primera etapa obviamente siguen presentes en sus canciones, porque son músicas que a él le gustan y no tenía por qué dejar de hacerlas.
“Es significativo que recién en su tercer disco, Los Pájaros, incluyó un ska hecho y derecho, la versión de ‘Ayer’ con Daniel Melingo y Flavio. Me parece interesante también lo que sucedió cuando Gabi retomó su carrera de solista tras la reunión de los Cadillacs el 2008: al tener que armar una nueva banda de apoyo, de alguna manera comenzar ‘desde cero’, en ‘Solo un momento’ y ‘5′ aparecen otras tendencias, abandona un poco los ritmos centroamericanos para darle más protagonismo a la canción rock. Por eso mismo estoy muy expectante con el momento en que termine la actual etapa de ‘Los Cadillacs’, cuando Gabriel encare un nuevo disco solista. Teniendo en cuenta la libertad con la que se maneja, cualquier cosa puede suceder”, manifiesta.
-¿Cómo creció para ti la imagen del artista respecto al inicio del trabajo?
-Hay admiración y también la sensación de que en solo quince años de carrera de solista hizo mucho, y en un medio donde explotaron las opciones de literatura musical no se había puesto el foco en él. Haber investigado a fondo, haber revisado mis propios materiales con él en tantos años de trabajo y organizado toda esa información me permitió tener una rotunda demostración de cuán libre es, algo que no es fácil de hallar en el mainstream. Aun trabajando en una multinacional, Vicentico es un artista que hace básicamente lo que le dicta su propio instinto, fija sus condiciones y generalmente se sale con la suya. No es muy habitual, no hay muchos casos como el de él en Argentina.
“Me parece admirable el modo en que entra y sale del universo Cadillac, cómo salta las fronteras del getto del rock para ampliar su universo en la faz solista y luego retornar a ese lugar; y sigue siendo el cantante de los Cadillacs y no sufre conflicto. Y también, escuchar una y otra vez sus canciones, en profundidad, me dio la confirmación y el enorme placer de disfrutar a un enorme hacedor de canciones, con un singular talento para las melodías, capaz de emocionar con canciones propias y ajenas que consigue hacer propias. Y además… disfruté mucho viendo sus películas, sobre todo Los Guantes Mágicos”, agrega.
-Qué biografía de músicos o bandas te parecen un referente para recomendar y redescubrir este verano?
-Acabo de leer la de Bruce Springsteen, Born to Run, que es extraordinaria por el nivel de honestidad con que está escrita, no tan habitual en las autobiografías en las que el músico prefiere ocultar sus debilidades. También disfruté mucho Reckless – My life as a Pretender de Chrissie Hynde (aunque no sé si hay edición en castellano) y M Train de Patti Smith, memorias con el tono poético que puede esperarse en la sacerdotisa del punk. Y es excelente Qué es un Long Play, el libro que escribió Fernando Samalea, baterista que ha trabajado con infinidad de músicos y tiene su propia carrera solista, que cuenta cosas muy divertidas de la trastienda del rock argentino.
“Y si hablamos de música, permíteme recomendar cinco artistas que demuestran lo que decía sobre el rock argentino de estos tiempos, y cuyo material puede chequearse fácilmente en la web: Acorazado Potemkin, un trío extraordinario con canciones felizmente inclasificables y una tremenda performance en vivo, que tiene dos discos maravillosos, “Mugre” y “Remolino”; Las Bodas Químicas, otro trío de impronta más rockera, que acaba de sacar un gran disco llamado “Juguete de Troya”; Valle de Muñecas, que ya tiene un amplio recorrido en el rock independiente, y un precioso compendio de canciones llamado “El final de las primaveras”; El Perrodiablo, quizá la banda más salvaje del rock argentino actual, una cruza de MC5 e Iggy Pop que tiene un par de discos incendiarios y en marzo lanza “La otra dimensión”; y Paula Maffía, una cantante extraordinaria, gran protagonista de la fértil escena femenina, que sacó un disco hermoso llamado ‘Ojos que ladran’, remarca.
AUTOR: La Nación
FUENTE: Carlos Salazar