De acuerdo con Sarukhán, el principal factor de presión sobre lo que llamó “capital natural”, que repercute en una acelerada pérdida de especies animales y vegetales, lo constituye el crecimiento exponencial de la población humana, que se ha triplicado desde 1950.
“Eso ha sido duro. Pero en muchos países, y países que tienen un impacto enorme no sólo por su tamaño, sino por su economía y fuerza política, lo que se ha multiplicado aun más es la tasa de consumo”, apuntó el doctor en ecología por la Universidad de Gales (Reino Unido) en una entrevista con Efe.
Como ejemplo señaló que, en comparación con una persona nacida en Estados Unidos en 1900, hoy cada estadounidense “consume 16 veces más de todo: energía, agua, alimentos, fibras”.
“Si añadimos lo que está detrás de esto, que es el sistema económico basado en que hay que maximizar la producción para que haya el máximo consumo, estamos ante un escenario que no es el más hospitalario” para la vida, abundó.
Los comentarios del experto están en consonancia con los argumentos expuestos en un artículo publicado en julio por la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. (PNAS) que reporta una drástica merma en las poblaciones de vertebrados, indicativa de que está en marcha la “sexta extinción masiva”.
Los autores -Gerardo Ceballos, Rodolfo Dirzo y Paul Ehrlich, los dos primeros exalumnos de Sarukhán y el tercero su colaborador en diversos estudios- sostienen que los motores de tal destrucción son la sobrepoblación y el sobreconsumo humanos.
Aseguran que la pérdida masiva de poblaciones está dañando servicios ecosistémicos cruciales para la civilización, como la provisión de agua y alimentos o la regulación del clima, y enfatizan que “la ventana para una acción efectiva (para frenar este fenómeno) es muy pequeña, probablemente dos o tres décadas cuando mucho”.
Al respecto Sarukhán, exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (1989-1997), señaló que la mengua de las poblaciones es un preludio a la desaparición de las especies mismas.
“El tamaño de la población es un elemento crucial para tener una idea de la viabilidad de una especie. Y un factor muy importante ligado a los números es la variabilidad genética de una población; cuanto menor es la variabilidad más vulnerable es la población a cambios ambientales”, explicó.
Subrayó que los humanos “con nuestras demandas y nuestra manera de vivir impactamos la naturaleza”, y manifestó la necesidad de un cambio de conducta. “Es un problema de comportamientos, y la única manera (de acometerlo) es entender la importancia que tiene” el patrimonio biológico del planeta, expuso.
Por ello, agregó, la Estrategia Nacional sobre Biodiversidad se basa en dos elementos: Conocimiento, por un lado, y Educación, comunicación y cultura ambiental por el otro.
Ambos aspectos son atribuciones de Conabio, ente gubernamental creado en 1992 a sugerencia de Sarukhán, el cual se nutre de los aportes de toda la comunidad académica.
Para el especialista, que ha publicado más de 190 trabajos científicos y varios libros, es preciso llevar a la gente los conocimientos sobre biodiversidad “traducidos para que los pueda absorber, y que sea una información accesible, confiable, que pueda volverse un elemento de la cultura de valoración de la naturaleza”.
“Solamente una sociedad bien informada, educada en la realidad de su entorno, puede realmente generar cambios en un país porque tiene los elementos para exigir”, consideró.
Al preguntársele qué piensa de que un país como Estados Unidos cuestione el impacto humano en la naturaleza, el científico replicó: “Es muy frustrante. Si eso viniera de un país perdido en medio del Pacífico, bueno, ni modo. Pero es un país tan influyente, que además tiene probablemente la comunidad académica más fuerte”.
“Que esto ocurra allí me parece muy desalentador porque ciertamente mucha gente no piensa así, pero suficientes personas son afines a esa manera de pensar que han votado a ese señor (Donald Trump) como presidente. Y esas son las cosas que me preocupan mucho”, dijo.